lunes, 25 de abril de 2016

Premier de Coppélia en el Theater Magdeburg, Alemania

Paso a dos de Lou Beyne y Daniel Smith (Foto: Andreas Magdeburg)

El pasado 14 de Abril de 2016 tuvo lugar en el Theater Magdeburg  (ciudad de Magdeburg, Alemania) la premier de Coppélia con coreografía de  Gonzalo Galguera, director artístico de la compañía estable del teatro; y música original de Léo Delibes.


Cristina Ribé
Ballet de repertorio clásico estrenado el 25 de Mayo de 1870 en la Ópera de París con coreografía de Arthur Saint-León para un libreto de Saint-León y Charles  Nuitter y música de Léo Delibes, sobre un cuento de  E.T.A. Hoffman.
Acerca de Coppélia, George Balanchine dijo: “Así como Giselle es una gran tragedia, Coppélia es una gran comedia”,  y realmente se trata de un ballet sentimental y a la vez cómico que se reafirma como una desviación evidente de los ballets románticos, podríamos catalogarlo como entre romántico y clásico. Los ballets románticos contaban siempre con figuras etéreas como por ejemplo las Sylphides o las  Willis y sus finales solían ser trágicos. En Coppélia solamente los muñecos autómatas podrían considerarse personajes de esta índole, todos los demás roles son muy humanos y terrenales, además el final es feliz. Asimismo se conjugan la danza clásica, la de carácter y la pantomima. La propia acción se desarrolla en un pueblo fronterizo donde hay influencias de varias etnias y de su folklore: húngaros, polacos,gitanos… lo que da lugar a crear un espectáculo vivo, festivo y lleno de color. De hecho, en la Coppélia original se introdujo por primera vez al ballet europeo las Czardas, danzas folklóricas húngaras.

Argumento
La acción transcurre en una aldea alemana donde viven, entre otros, la traviesa Swanilda (Lou Beyne), su novio Franz (Daniel Smith), y el juguetero Coppélius ( Juan Pablo Lastras). Este último habita en una misteriosa casa donde guarda sus creaciones, desconocidas para el resto: muñecos de tamaño humano.  Franz queda prendado de la bella joven de la ventana dejando incluso de lado a su prometida. Esta, dolida, decide entrar junto a sus amigas en casa de Coppélius y averiguar qué oculta allí. Después de curiosear, Swanilda decide suplantar a Coppélia, la muñeca favorita. Maravillado, el juguetero ve como su creación preferida toma vida. Swanilda, tras divertirse un rato, le confiesa la verdad. Finalmente es rescatada por su novio y ambos huyen de la casa. Posteriormente y durante la boda de ambos, Coppélius les perdona y el pueblo celebra el nuevo matrimonio.
Emocionado Coppelius (J.C. Lastra) ante la vivaz Coppelia (Lou Beyne) Foto: Andreas Lander

La Coppélia de Gonzalo Galguera
 La coreografía de Gonzalo Galguera concede a los bailarines pocos instantes de relajación, movimientos muy rápidos y precisos que requieren mucha destreza y técnica por su parte. No sólo los principales roles resultan complicados, el cuerpo de baile se mueve al unísono por un escenario que resulta un tanto reducido para el lucimiento general de la compañía. Este detalle no repercute en el resultado final de la obra que deja en el espectador una huella llena de buena energía contagiada por la explosión vital de música y baile.
Pocas son las variaciones temáticas de la coreografía de Galguera comparadas con la obra original. El Vals de las Horas  lo ejecutan chicos y chicas en lugar de únicamente bailarinas, Coppélius es invitado por los novios a formar parte de la celebración de la boda en lugar de ser él quien se presenta a la autoridad de la aldea pidiendo una compensación por los perjuicios ocasionados por la pareja… En el último acto, Galguera crea dos figuras que bien podrían formar parte de lo sobrenatural o espiritual y dan un toque romántico al Ballet: La Alegoría a la oración (Bendición Divina) y la Alegoría a la Naturaleza. Todos ellos pequeños detalles que personalizan la obra y realzan, si cabe, el contenido de la misma.
El decorado, original de Juan León, habitual colaborador de Galguera, conserva la base clásica de una villa alemana, con toques de modernidad sobretodo en cuanto al color y formato. El taller de Coppélius lejos de ser un lugar lúgubre y tenebroso como su propietario, presenta una enorme pieza de maquinaria que introduce al espectador en el mundo de los muñecos autómatas. Ambos conceptos resultan muy acertados creando una perfecta amalgama con el resto de elementos de la representación.


Lou Beyne (Foto: A.L.)

 Lou Beyne demuestra en el rol de Swanilda  una vez más, su extraordinaria técnica clásica unida a un gran carisma y talento para la actuación. Teniendo en cuenta el abundante uso de la pantomima en este ballet, es necesario potenciar la base teatral de los bailarines. Tanto ella como Daniel Smith (Franz), gran bailarín que irradia seguridad y posee una notable potencia de salto, y Juan Pablo Lastras (Coppélius) cumplen con creces ese cometido. Éste último rol es exclusivamente teatral, en ningún momento baila, todo es mímica y borda su papel haciendo brotar del público sonrisas e incluso risas, durante la actuación, la cual, lejos de ser exagerada, se encuentra en su justa medida. Este fantástico coreógrafo y bailarín español encuentra en Coppélius una magnífica ocasión para demostrar su valía también como actor. El que fuera compañero de Galguera en Dessau durante sus primeros años como bailarines en Alemania, se reencuentra con su amigo para realizar un trabajo impecable.

Puro ballet clásico al más alto nivel. Una obra fresca, divertida, apta para todos los públicos, y con una música deliciosa que dejará al público un recuerdo inolvidable.


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