domingo, 13 de octubre de 2013

Coppélia por el Ballet de Cuba en L’Atlàntida de Vic

El Ballet de Cuba en la danza de las Czardas. Foto: Albert Alemany

El Ballet de Cuba nos visita de nuevo en una extensa gira por España, con un programa variado. Presenta sobretodo el Lago de los Cisnes, que ya vimos por Cataluña hace dos años -entonces junto a Cenicienta y de los que ya hablamos en Ballet y más- y Coppélia. Pero además de alguna función de "Shakespeare y sus Máscaras” en Granollers, Alicante o Córdoba, se hará una única representación de Giselle en el Teatro de la Maestranza de Sevilla el día 2 de noviembre. 

Carolina Masjuan

Será esta Giselle una función muy especial ya que en esa fecha, en 1943, en el Metropolitan Opera House de Nueva York, se produjo el debut de la mítica bailarina y coreógrafa cubana como protagonista del título romántico por excelencia, consagrándola a ella y catapultando definitivamente a la danza clásica cubana hasta lo más alto de la esfera internacional. Alicia Alonso, que a sus 93 años es un mito vivo de la danza contemporánea, aún acompaña a la compañía en sus giras, por lo que se augura una muy emotiva y especial función, recordando esa otra acaecida hace ya la friolera de 70 años.

Coppélia en l'Atlàntida de Vic. Foto: Albert Alemany
Por nuestra parte, nos desplazamos a Vic, la capital de la comarca catalana de Osona, para, desde su magnífico teatro L’Atlántida, disfrutar de este delicioso ballet que tan poco podemos ver por estos lares, porque si exceptuamos la versión moderna en clave de musical del Ballet de Víctor Ullate, tendríamos que remontarnos a hace casi ya veinte años, ya que la última vez que una compañía trajo la Coppélia clásica a Barcelona fue el ballet de Roland Petit, cuando aún Lucía Lacarra estaba con ellos y nos deleitó con una magnífica Swanilda en el Teatre Victoria mientras se estaba reconstruyendo el Liceu después del incendio de 1994. 

Coppélia es una fiesta, es uno de esos ballets que crean afición, muchos niños en el teatro, algunos ya fans entusiastas por conocer la historia gracias al DVD del Royal Ballet y totalmente dispuestos a disfrutar de su ballet preferido en vivo y en directo. La Atlàntida es uno de esos teatros de capital de provincias que vela por crear afición, favoreciendo el contacto directo del espectador con los artistas mediante charlas, ensayos, clases... Nosotros no nos perdimos el final de la clase y el ensayo abierto al público que nos permitió ver cómo los bailarines se adaptaban al escenario, pulían detalles, y eran dirigidos por su maestra repetidora. Un placer entrar ya en materia, descubrir a "viejos" conocidos de la última vez en que la compañía nos visitó hace dos años. Echando también de menos a algunos, como Osiel Gounod, que nos dejó entusiasmados entonces y que, siguiendo los pasos de las super-estrellas Yolanda Correa y Yoel Carreño, se ha incorporado a la compañía de Ballet de la Ópera de Oslo. 

Yanlis Abreu, Jessie Domínguez, Massiel Alonso
y Regina Hernández. Foto: Albert Alemany
Cuenta además este ballet, como baza muy a su favor, con la preciosa música de Leo Delibes de la que Tchaikovsky manifestó que fue la causa de su disposición a componer para ballet. Pero antes de disfrutar del sólo de Swanilda tratando de captar la atención de la muñeca, con esa deliciosa melodía del vals del primer acto, lo primero que uno aprecia al abrirse el telón, son los decorados y el vestuario.  Los gustos europeos no encajan totalmente con lo que a menudo nos ofrece la compañía cubana en estos aspectos, seguramente también los medios de otras compañías que estamos más acostumbrados a ver, son otros, así es que crea un poco de sorpresa, pero ésta desaparece pronto cuando la danza entra en juego. El elenco es muy joven pero ¡que virtuosismo el suyo y que delicia verles! Lo que además demuestra el gran talento existente en la isla y lo bueno de su escuela.
 

Grettel Morejón estuvo fantástica como Swanilda, no sólo a nivel técnico, realmente espectacular su forma de clavar las puntas sin la mínima vacilación tras una variación difícil, sino como dueña del papel. Ernesto Álvarez, excelente partenaire, la secundó con poderío.

Lissi Baéz en las Czardas estuvo deliciosa, con una gran ligereza y musicalidad. El cuerpo de baile, aunque acusando algún desajuste, mostró calidad y solvencia.

Grettel Morejón, Swanilda. Foto: Albert Alemany

Toda la pantomima, muy exigente en este ballet, estuvo perfectamente resuelta haciendo la historia comprensible y provocando la sonrisa e incluso las carcajadas del espectador. Las amigas de Swanilda: Yanlis Abreu, Jessie Domínguez, Massiel Alonso y Regina Hernández y los amigos de Franz: Arián Molina, Alfredo Ibáñez, Omar Morales y Roberto Vega, convencieron en sus variaciones, así como un Doctor Coppélius (Ernesto Díaz)  tragicómico, que provocaba sentimientos entrecruzados, como debe ser.

En el tercer acto, las variaciones del Amanecer (Dayesi Torriente) y  la Oración (Mayrel Martínez) estuvieron bien bailadas. Se notó algún desequilibrio en los dificilísimos portés en los que las bailarinas van saltando una tras otra desde el suelo al hombro de sus respectivos partenaires. Ya en el ensayo de la tarde, se identificó esta parte como una de las más necesitadas de práctica.

Fue una buena función de ballet, todos salimos contentos, tarareando las partes más conocidas y esperando el regreso de la compañía con otros ballets de repertorio.

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