Saludos finales tras Raymonda |
Tanto la Compañía Nacional de Danza (CND) como José Carlos Martínez, ahora su director, vuelven al Gran Teatre del Liceu tras doce años de ausencia y lo hacen bajo un prisma totalmente distinto, una incorporando puntas y clásico puro en su repertorio y el otro dejando atrás su faceta de bailarín para volcarse en sus nuevas responsabilidades como director. El público les esperaba expectante y no han defraudado.
Carolina
Masjuan
The Vertiginous Thrill of Exactitude. Foto: A. Bofill |
La
última vez que la Compañía Nacional de Danza (CND) bailó en el
Liceu fue en el 2004 del Forum de las Culturas, cuando Nacho
Duato estrenó
Herrumbre
no sin cierta polémica a causa de co-producciones entre el
Ministerio y el teatro barcelonés, cuyas tensiones quizás fueran el
motivo por el que hayamos tenido que esperar tanto en volver a verles
por aquí.
Y si en aquella ocasión brilló la musa de Nacho Duato,
la bailarina japonesa
Tamako Akiyama,
ahora hemos podido disfrutar de nuevo de su excelencia, en la pieza
creada para este Homenaje
a Granados y
estreno mundial absoluto, Anhelos
y Tormentos, del
coreógrafo búlgaro, y también como Tamako, ex bailarín de la CND,
Dimo Kirilov,
ambos invitados para esta ocasión.
José
Carlos Martínez por su parte, se ha estrenado como director de
Compañía, ya que como bailarín pudimos verle en las Jewels
de Balanchine,
concretamente en los Diamantes,
con la Ópera de
París,
curiosamente también en el 2004, cuando estaba en la cima de su
carrera con la prestigiosa maison
como bailarín étoile.
A
pesar de haber podido ver a la compañía de
José Carlos tanto en
el Mercat de
les Flors como en
Sant Cugat o
Terrassa, éste ha
sido su debut en el Liceu y ha
sido con un programa ecléctico con el que se ha estrenado.
Anhelos y Tormentos. Foto: A. Bofill |
Este
año se conmemora el centenario del fallecimiento del compositor
leridano Enrique
Granados
(1867-1916) y José Carlos ha querido rendirle tributo desde la
danza, encargando a Dimo un ballet con música de este compositor que
ya ha inspirado otras obras a otros tantos coreógrafos y compañías,
por ejemplo Remansos
de Nacho Duato para el ABT. En
este caso se ha contado con música en directo interpretada al piano
por Rosa
Torres-Pardo.
Partiendo de algunas particularidades del romanticismo, Anhelos
y Tormentos
se baila con fragmentos musicales de Goyescas,
El Amor y La Muerte, Vals, Mazurka, Danza Oriental y
El
Ángel de los Claustros.
En un ambiente nebuloso en el que el piano y la pianista están
magníficamente integrados, empieza la danza con un arrebatador paso
a dos de Emilia
Gisladöttir
y Daan
Vervoort.
La secuencia de la música, con la aparición de los distintos
bailarines y esos silencios en los que uno les siente jadear,
transportan hacia un lugar de soledad, encuentros y rechazos, siempre
en un espacio onírico y espiritual. Le siguen solos, duetos y
partes corales con una gran implicación de los ocho bailarines que
forman el elenco de esta pieza: Tamako
Akiyama, Emília Gisladöttir, Jessica
Lyall, Mar Aguiló, Daan
Vervoort,
Isaac Montllor, Mattia Russo y Antonio De Rosa.
¡Un
enorme placer ver de nuevo a Tamako acompañada aquí por Isaac
Montllor! La trágica muerte de Granados, al lanzarse al mar para
socorrer a su esposa que se estaba ahogando tras ser torpedeado el
barco en el que viajaban, cuando su obra alcanzaba su mejor momento y
él se sentía confortado por su éxitos en Estados Unidos, impidió
completar
un legado que aunque ya de por sí suficientemente valioso, tenía
aún mucho que ofrecer.
Rosa Torres-Pardo, Tamako Akiyama, Isaac Montllor. Anhelos y Tormentos. Foto: A. Bofill |
Anhelos
y tormentos
cerró un primer acto que había empezado con The
Vertiginous Thrill of Exactitude, una
desde luego vertiginosa pieza de William
Forsythe,
creada en 1996 para el Ballet
de Frankfurt
sobre el movimiento final de la Novena
Sinfonía de
Schubert
interpretada por la orquesta titular del Gran Teatre del Liceu
dirigida por José
María Moreno
y que ya habíamos visto en el Liceu en 2001 por el Ballet
de San Francisco.
Una demostración de los pasos de ballet clásico que luego Forsythe
de-construiría para evolucionar hacia una danza más teatral y que
es un homenaje a Petipa
y Balanchine.
Muy bien los cinco bailarines Yae
Gee Park, Helena Balla, Kayoko Everhart, Alessandro Riga y
Anthony Pina en
esta tan exigente demostración de técnica.
In the Night. Foto: A. Bofill |
Exquisito ballet bajo un cielo estrellado, como exquisitos estuvieron Giulia Paris / Alessandro Riga; Giada Rossi / Moisés Martín Cintas y Aída Badía / Esteban Berlanga.
Cerró
la función Raymonda
Divertimento
con música de Alexander
Glazunov.
Partiendo de la coreografía de Petipa, revisada por Nureyev,
José Carlos Martínez aportó en 2013 su toque personal a la suite
final de este Ballet y lo concibió como un homenaje a la gran
bailarina rusa Maia
Plisetskaya.
Fallecida el año pasado, Maia también había sido directora, por un
corto periodo, de la CND. La celebración entre oropeles, es la
fiesta de despedida de la compañía
del público liceístico. Un
colofón cien por cien clásico en una compañía reconvertida poco a
poco y con gran acierto, trabajo de piernas en clásico puro, busto y
brazos con aires húngaros.
El famoso y exigente solo de la claque,
así como los pasos a dos y las partes corales bailadas con brío y
elegancia por Lucie
Barthèlèmy / Aitor Arrieta, Yae
Gee Park,
Giulia
Paris,
en
los papeles principales y acompañados
por Ana
Pérez-Nievas, Clara Maroto, Irene Ureña, Nandita Shankardass,
Helena Balla, María
Muñoz, Leona Sivôs, Shani Peretz, Iván Sánchez, Rodrigo Sanz,
Benjamín Poirier, Roberto Sánchez, Jesse Inglis, Álvaro Madrigal,
Niccolò Balossini, Juan José Carazo, Erez Ilan, Ángel García.
Raymonda entre cajas. Foto: Marcos Mondu |
Confiamos en que José Carlos renueve contrato y pueda ir consolidando este proyecto tan estimulante dentro del árido panorama nacional de la danza clásica. Tan buenas escuelas, tanto talento y tanta afición, aunque parece que algunos no quieran admitirlo, porque señoras y señores, se acabó lo que se daba en el Gran Teatre del Liceu en cuanto a danza se refiere. Dos compañías, ambas dirigidas por dos estrellas españolas de renombre internacional, con un buen número de bailarines españoles en sus filas y c'est tout para la temporada 2015/2016! Y la próxima temporada no es que mejore la cosa, muy al contrario.
Cuando
una piensa que el Liceu tuvo compañía de ballet, que tenía unas
temporadas de primavera y verano repletas de funciones, con compañías
de gran renombre internacional que permanecían un mes en Barcelona
para deleite de la afición y que alternaban con la compañía local,
nutriéndose las
unas
de las
otras
y que ahora digan que no hay tradición y que el Liceu es un teatro
de ópera, no se puede más que sentir indignación.
The Vertiginous Thrill of Exactitude. Foto: A. Bofill |
Siempre
nos quedarán Sant
Cugat,
donde la CND nos presentará en Mayo su Don
Quijote
¡no se lo pierdan! (crónica de Lola
Ramírez
para Ballet
y más
aquí) y desde luego Terrassa.
¿Qué
sería de nosotros balletómanos catalanes sin Terrassa? El próximo sábado
este mismo programa del Liceu se puede ver en la ciudad egarense y
sigue la temporada con una buena función cada mes con prestigiosas
compañías, entre las que destacan el Ballet
de Georgia
o la Gala de bailarines del Royal
Ballet.
¡Y Peralada,
claro! El magnífico festival de verano donde la danza ocupa el lugar
que le corresponde y que pronto presentará su programación para
este verano.
Cuando
sales de ver un espectáculo con la calidad del que nos ofreció la
Compañía Nacional de Danza, sales de otra manera a como has
entrado... te han transportado a una dimensión en la que se te
serena el ánimo y te sientes distinto... solo hay que dejarse
llevar, sentirlo y abrirte a sentir la esencia, empaparte de la
belleza y vivir la experiencia.…
La cultura es imprescindible y la
danza de calidad forma parte total de este tipo de cultura que cambia
a
las personas y las cosas.
Si vamos a tener ¡por fin! una compañía
de danza de Cataluña como aseguró el Honorable Conseller de
Cultura, Santi
Vila,
que sea una compañía de estas características, la tuvimos y se
dejó perder, la
pudimos volver
a tener
y se
dejó
escapar, por favor, sí, creémosla, pero no de cualquier manera y a
cualquier precio. Hagámoslo en serio y hagámoslo bien.
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