miércoles, 20 de agosto de 2014

Ángel Corella director artístico del Pennsylvania Ballet

Ángel ensayando. Foto: Rosalie O'Connor

Ángel Corella deja España para volver a los EE.UU. A partir de septiembre, será el nuevo director del Ballet de Pennsylvania. Barcelona pierde, Filadelfia gana. El país que le encumbró a lo más alto de este arte tan exigente como bello, recupera emocionado a su querido artista y aquí le perdemos a él y a una compañía que durante casi seis años nos brindó momentos inolvidables.


Carolina Masjuan


La historia de Ángel Corella es una historia de pasión, entusiasmo, lucha constante…, también es una historia de triunfo. Es uno de los más grandes bailarines de su generación, un mito, una fuente de inspiración para un montón de jóvenes aspirantes a bailarines. Estrella querida y mimada en una de las mejores compañías del mundo, el American Ballet Theater, la dejó en una apoteósica velada de despedida, para dedicarse plenamente a su sueño: la compañía de ballet clásico que desde 2008 dirigía en su país, España. Y también ahí triunfo ya que con generosidad y valentía, dio todo y más a ese proyecto y demostró que se podía crear una compañía de danza con sólo el deseo y el coraje para hacerlo. 

Ensayo de Pálpito en Sant Cugat. Foto: Jordi García

Claro que sólo se podía lograr a ese nivel, si te llamas Ángel Corella. Su nombre fue el gancho para que grandes coreógrafos cedieran sus ballets y para que bailarines de todo el mundo se presentaran impulsados por el mismo sueño, participar en una compañía de danza nueva dirigida por ese gran bailarín. Y el repertorio y el elenco de inmediato deslumbraron, obras magníficas, la mayoría desconocidas en nuestro país, bailadas con una calidad, energía, pasión y encanto, como no se podía fácilmente ver en ningún otro lugar.

Una joven compañía que nos ofreció dos grandes ballets de repertorio, varios ballets creados por y para ellos, más Balanchine, Wheeldon, Twyla Tarp .... Conocimos a los bailarines, les admiramos, les seguimos, estuvimos esperando ilusionados los estrenos, asistimos a clases y ensayos, confiando en que por fin vivíamos en un país donde las artes se valoran, respetan y conservan como un tesoro, como un bien cultural y también económico.


Ángel en París en un reportaje para
Apertures Photo

Ángel triunfó, sí, porque demostró que era posible. La calidad de la compañía fue ampliamente reconocida por la crítica y el público, aquí y dondequiera que bailaran, pero al final hemos sido nosotros quienes hemos fracasado porque nuestro país es un país sin educación, que no valora la cultura, que no sabe reconocer la calidad, ni tiene en cuenta lo que quiere el público y todos hemos perdido una oportunidad única, incluso bajo el punto de vista económico, ya que podría haber impulsado un Liceu bajo mínimos, que se dedica a hacer musicales de segunda, o a alquilar el espacio a quienquiera que quiera pagarlo y ha dejado escapar una ocasión que por desgracia no se volverá a presentar. 

Él no ha tenido ningún problema en encontrar una oferta a su medida, es más, incluso se ha podido permitir rechazar algunas de muy apreciables pero que por motivos diversos no le acaban de convencer (Mijailovsky, Nueva Zelanda, …) hasta aceptar la que su corazón anhelaba. Una compañía de prestigio, con un buen presupuesto en el país que siempre le ha acogido con respeto, admiración y cariño, como merece, porque se lo ha sabido ganar.


Pero esa experiencia ha dejado poso, los magníficos bailarines que crecieron y se formaron en las manos de Corella, forman parte hoy, como principales o solistas una gran mayoría de ellos, de las más prestigiosas compañías. Otros se dedican a la docencia y aún tenemos a los que se han quedado en Barcelona, a todos ellos siempre llevaremos en nuestro corazón. Además, un grupo de seguidores de medio mundo, nos hemos conocido gracias a Ángel y hemos disfrutado juntos de la experiencia de compartir esos momentos únicos. Barcelona ya no será más el punto de encuentro, nosotros seremos quienes deberemos hacer el esfuerzo y cruzar el charco, Filadelfia, a una hora escasa de Nueva York, ganará lo que Barcelona pierde. Mascarell, Ciurana, Molins, no quisieron ver lo que perdían y la Diputación, mediante sus promesas incumplidas, obligó a que esa magnífica realidad cultural no pudiera continuar.


El Lago de los Cisnes. Barcelona Ballet en el Liceu.
Foto: A. Bofill
Por suerte, la escuela que lleva su hermana Carmen Corella, una ex bailarina del propio Ballet que ahora su hermano va a dirigir y que dejó para reunirse con él como solista en el American Ballet, esa escuela se queda en Barcelona. El bailarín principal del Ballet de Cuba y también del Corella Ballet, Dayron Vera, profesor en el Corella Centro de Danza, se queda también en Barcelona y Ángel, siempre que pueda, vendrá a dar alguna clase a esos alumnos privilegiados que ya nos demostraron de lo que son capaces con ese magnífico Corsario de final de curso.


Así que a partir de septiembre será Filadelfia quien tendrá la suerte de contar con Ángel Corella establecido allí. Está buscando una casa con un pequeño jardín para poder tener a sus dos perros, un Golden Retriever y un Basset. Tendremos sin embargo todavía la gira con A + A que el Corella Ballet hará hasta finales de año por Cataluña y el resto de España. ¿Qué pasará con los bailarines que se quedaron? ¿Tal vez se unirán al Ballet de Pennsylvania? Veremos, lo que es seguro es que esta compañía se ​​convertirá en una de las más famosas de Estados Unidos. Todo el mundo está encantado con este nombramiento, las redes sociales y los foros americanos echan chispas y están felicísimos. Son afortunados porque si su talento como bailarín era reconocido y aclamado mundialmente, Ángel ahora sabe lo que es dirigir una compañía y sabe lo que es hacerlo en las peores condiciones, así que los estadounidenses también puede beneficiarse de su experiencia y conocimientos.



El Ballet de Pennsylvania, acaba de celebrar su 50 aniversario este año. Fue fundado en 1963 por Barbara Weisberger, persona muy cercana a George Balanchine. Balanchine ha sido por lo tanto, la carta de presentación de la compañía hasta el momento. Y Corella ha confirmado que este gran coreógrafo seguirá siendo una parte esencial del repertorio de la compañía.


Despedida del ABT. Foto: Rosalie O'Connor

"Pretendo en todos los programas incluir al menos un ballet de Balanchine", ha afirmado. El Ballet de Pennsylvania cuenta con unos cuarenta bailarines y se sitúa en el número diez del ranking presupuestario de las compañías estadounidenses. Carmen Corella bailó en él en las temporadas de 1996 a1998 y Ángel admitió que era una de las compañías con las que había soñado cuando decidió abandonar su proyecto en España. "Tengo muchos planes", dijo, "hacer más giras, actuaciones públicas al aire libre, organizar programas de sensibilización en las escuelas y la incorporación de nuevos coreógrafos." Citó a Christopher Wheeldon, Wayne McGregor, Justin Peck y Liam Scarlett (¡qué gran descubrimiento ha sido para mí este coreógrafo!).

Ángel en rueda de prensa con
el Corella Ballet
En sus primeras declaraciones quiso tranquilizar a los bailarines y al personal artístico: "Creo que antes de cambiar nada, los artistas y su entorno necesitan sentirse seguros", dijo "No nos convertiremos en una compañía completamente diferente; sólo esperamos poder hacerlo siempre mejor".

La comunidad de la danza de Filadelfia confiesa que es un sueño contar con tan notable director artístico. Corella, de 38 años, es una estrella internacional que ha bailado en los teatros más prestigiosos del mundo, con las mejores compañías de ballet. Ha sido modelo para publicidad como Rolex o Freixenet y se ha codeado con las estrellas más famosas de Hollywood. También ha bailado para varios presidentes de Estados Unidos, Clinton, Obama, Bush ... y para la realeza europea.

"Estoy encantado de que venga a Filadelfia para ser el director artístico del Ballet de Pennsylvania", dijo Lois Welk, director de la Dance/USA Philadelphia, la sección local de un grupo nacional de apoyo a la danza. "Creo que va a atraer talento internacional y creo que tiene un muy buen ojo para seleccionar el repertorio". Como bailarín se le reconoce por su actitud positiva, su gran técnica y su bravura. Traerá esa misma energía a su nuevo puesto”.

Corella se pasó el mes de julio en la Universidad Americana de Hartford donde impartió clases, fue cuando estaba allí cuando se hizo público su nuevo cargo. Después volvió para pasar Agosto en Barcelona, entre la escuela de danza y los días de vacaciones para ir luego a Praga. Ahora ya está en Filadelfia y a partir de Septiembre estará ya plenamente comprometido con el Ballet de Pennsylvania, aunque viajará a España hasta final del año para las actuaciones ya programadas desde hace mucho tiempo.

Con Carolina Kennedy en el City Center de Nueva York
"Me tiraré de cabeza a dirigir la compañía, se van a cansar de mí", bromeó "Soy una persona que cuando hago algo, lo hago al 200 por ciento. Estaré en el estudio, en reuniones, siempre con una energía muy positiva. La danza es energía. Cuando los bailarines no son felices se nota en el baile. Me encanta lo que hago, y espero que sigan mi ejemplo. "

"Se convertirán en los mejores bailarines que puedan ser, si ven que su director es alguien realmente apasionado por lo que hace y yo soy una persona apasionada. Si dan lo mejor de sí mismos entonces yo también daré lo mejor. Bailar en escena no es ejecutar unos pasos, el arte de la danza conecta directamente con el alma de la audiencia."

¿Y bailará Ángel Corella en Filadelfia? Está bailando con el Corella Ballet en España, está en muy buena forma, pero él espera estar más en el estudio que en el escenario. "No sé si quieren que baile, pero yo no necesito bailar. Se debe proyectar el nombre de la compañía, no él de Ángel Corella."

Felicidades al Ballet de Pennsylvania y felicidades a Ángel Corella, le echaremos mucho de menos en Barcelona.




sábado, 9 de agosto de 2014

Aleix Martínez es Dalí en Sant Pere de Rodes

Los cuatro bailarines del Ballet de Hamburgo: Aleix Martínez,
Yaiza Coll, Marc Jubete y Sasha Riva. Foto: Elena Puiggrós


Pequeño gran espectáculo de danza en el magnífico marco del monasterio de Sant Pere de Rodes, en el Alt Empordà. Pequeño por el reducido número de intérpretes y por el reducido escenario de la iglesia del monasterio. Grande por la calidad de la propuesta a todos los niveles, músicos, bailarines, recitador y estructura del montaje que nos acerca a la figura de Salvador Dalí.

Carolina Masjuan


Aleix Martínez, Sasha Riba y Eloi Gómez.
Foto: Elena Puigrós
En las colinas que bordean la costa ampurdanesa cuando ya casi acaba la Costa Brava catalana, sobre las localidades de Llançà, Por de la Selva y Cadaqués/Port Lligat, se alza el magnífico monasterio Benedictino de Sant Pere de Rodes. Mediante minuciosos trabajos realizados año tras año, ha alcanzado ya un nivel de restauración que permite celebrar en él diversas actividades. La visita vale la pena, su restaurante invita a degustar las delicias de la zona mientras se disfruta de las espléndidas vistas y su iglesia permite desarrollar actividades culturales en un entorno de lo más sugerente y atractivo.

El Festival de Sant Pere de Rodes ofrece sobretodo música, pero el primer fin de semana de Agosto, a la música se le añadió danza y también voz en forma de recitación de poemas. ¿Qué mejor marco para recordar a Dalí que ese lugar mágico que se yergue encima de la que fuera morada del genio ampurdanés durante tantos años junto con su amada Gala? Dalí respiró ese mismo aire, sufrió el mismo azote del viento local, la Tramuntana, que tantos genios ha dado, disfrutó de ese mismo mar...

“Le surréalisme c'est moi” es un espectáculo de reflexión sobre el mundo daliniano y su figura. Un acierto que el joven bailarín y coreógrafo Aleix Matínez Juan (Barcelona 1992) supo crear y organizar, primero desde la distancia –ya nos habló de este proyecto en la entrevista que nos concedió y que pueden leer en este enlace- y luego aquí, con apenas una semana de ensayo con todos los artistas implicados, entre Barcelona y el mismo monasterio, para que el puzle encajara. Y encajó, y todos encontramos a Dalí, vivimos sus paranoias, nos acercamos a él, lo imaginamos, lo sentimos. Con Aleix y con el resto de personajes, los bailarines Sasha Riva (Lorca y Cisne), Yaiza Coll (Gala), Eva Basulto (La madre, Felipa Doménech, y la Creación) y Marc Jubete (Un militar y La Creación), compañeros suyos en el Ballet de Hamburgo que dirige el reconocido corógrafo John Neumeier, excepto Eva Basulto que lo fué en la Compañía de David Campos.

Marc Jubete, Eva Basulto y José Antonio Domené.
Foto: Elena Puiggrós.

Los elementos oníricos asociados a Dalí, su extravagante indumentaria que le hemos visto en entrevistas y fotografías, fácilmente identificamos al personaje y lo hacemos en un montaje donde la música, sabiamente escogida, suena de maravilla interpretada por reconocidos artistas de la escena internacional. En la primera parte el dúo de piano a cuatro manos formado por Carles Lama y Sofía Cabruja nos brindó obras de Debussy (Preludio a la siesta de un fauno) y Ravel (La valse). La segunda parte contó con la música de arpa de José Antonio Domené que interpretó obras de Britten (Nocturno de la suite para arpa), Fuentes (Sombras espesas), Montsalvatge (Variaciones sobre un tema anónimo) y Quetglàs (Chaconne) Finalizamos de nuevo con el dúo de piano a cuatro manos que en esta ocasión interpretó obras de Wagner, el compositor favorito de Dalí, (Obertura y Canción de la estrella de Tannhauser y la Muerte de amor de Tristan und Isolde.

Marc Jubete y José Antonio Domené. Foto: Elena Puigrós
Pero, ¿quién era Dalí? Esta pregunta es el punto de inicio del espectáculo, a través del cual intentamos adentrarnos en el mundo más interno y humano del artista. “Yo, como coreógrafo, me siento inspirado en la esencia de las cosas, en las relaciones humanas” dice Aleix. 

Con este punto de partida nos sumergimos en el espectáculo que ya ha empezado incluso antes, mientras íbamos acomodándonos en nuestros asientos y descubriendo el magnífico aunque pequeño entorno, Marc Jubete se va apoderando lentamente de nuestros sentidos, su danza misteriosa y su conexión con el público hacen más llevadera la espera, captando completamente nuestra atención … y atentos, expectantes… de pronto todo empieza y Aleix/Dalí cobra vida sobre el pequeño entarimado.

Dalí creó de sí mismo un personaje extravagante, surrealista, excéntrico pero ¿cómo era él reamente? Aunque la obra no pretende ser una biografía del artista, Aleix nos plantea un Dalí muy diferente al que tenemos en mente. Dalí es un personaje triste, afectado por la muerte de Gala, cansado de la vida,… 

Dalí surrealista, el surrealismo es él. La dependencia con su madre, su relación afectiva con Federico García Lorca, su ambigüedad sexual que le atormenta, Gala, la mantis poderosa, hermosa, la guerra, … Todo está allí, de forma onírica, las muletas en forma de horca de labranza, la langosta, la reliquia, de Nueva York a Port Lligat con los huevos gigantes, la figura del Cisne, tranquila primero, inquietante más tarde, que le arrebata su fuerza creativa, ya ha perdido a Gala ¿qué le queda? Los genios nunca deben morir, el Cisne le guía ahora hacia Gala y con su reencuentro vuelve la inspiración. Un final onírico y muy bello nos despierta del sueño. Sí, durante algo más de dos horas, hemos soñado con él, nos hemos reencontrado con Dalí y hemos vivido sus locuras.
Sasha Riva y Aleix Martínez con Sofia y Carles al piano.
Foto: Elena Puiggrós

El espectáculo incorpora con gran acierto los versos de Lorca (Oda a Salvador Dalí) y J. V. Foix (És quan dormo que hi veig clar) recitados por Eloi Gómez. El muy joven Eloi, estudiante de teatro en el Institut del teatre, apareció con gran temple en escena y recitando sabiamente los textos, contribuyó a sumergirnos aún más si cabe en el universo daliniano.

Todas las partes del puzzle encajaban de forma matemática brindándonos un espectáculo muy completo de música, danza y teatro. La iluminación a cargo de Felip Martí y el vestuario de Carles Solé, completaron una propuesta muy bien engarzada y de gran calidad que debería poderse ver en un teatro con más espacio escénico, para poder disfrutar de las magníficas cualidades de estos bailarines clásicos con una gran técnica, suficientemente demostrada a pesar de las limitaciones, y con más aforo, que permitiera ser apreciado por un público más numeroso. El estupendo trabajo lo merece. ¡Gracias a todos!


FEDERICO GARCÍA LORCA
(Oda a Salvador Dalí)
Una rosa en el alto jardín que tú deseas.
Aleix Martínez y Yaiza Coll. Foto: Elena Puiggrós

Una rueda en la pura sintaxis del acero.
Desnuda la montaña de niebla impresionista.
Los grises oteando sus balaustradas últimas.
Los pintores modernos, en sus blancos estudios,   
cortan la flor aséptica de la raíz cuadrada.
En las aguas del Sena un ice-berg de mármol
enfría las ventanas y disipa las yedras.
El hombre pisa fuerte las calles enlosadas.
Los cristales esquivan la magia del reflejo.          
El Gobierno ha cerrado las tiendas de perfume.
La máquina eterniza sus compases binarios.
Una ausencia de bosques, biombos y entrecejos
yerra por los tejados de las casas antiguas.
El aire pulimenta su prisma sobre el mar              
y el horizonte sube como un gran acueducto.
Marineros que ignoran el vino y la penumbra,
decapitan sirenas en los mares de plomo.
La Noche, negra estatua de la prudencia, tiene
el espejo redondo de la luna en su mano.                        
Un deseo de formas y límites nos gana.
Viene el hombre que mira con el metro amarillo.
Venus es una blanca naturaleza muerta
y los coleccionistas de mariposas huyen.
                          *
Cadaqués, en el fiel del agua y la colina,               
eleva escalinatas y oculta caracolas.
Las flautas de madera pacifican el aire.
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños.
Sus pescadores duermen, sin ensueño, en la arena.
En alta mar les sirve de brújula una rosa.             
El horizonte virgen de pañuelos heridos,
junta los grandes vidrios del pez y de la luna.
Una dura corona de blancos bergantines
ciñe frentes amargas y cabellos de arena.
Las sirenas convencen, pero no sugestionan,        
y salen si mostramos un vaso de agua dulce.
                          * 
¡Oh Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.                       
Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos.
Huyes la oscura selva de formas increíbles.
Tu fantasía llega donde llegan tus manos,
y gozas el soneto del mar en tu ventana.
El mundo tiene sordas penumbras y desorden,      
en los primeros términos que el humano frecuenta.
Pero ya las estrellas ocultando paisajes,
señalan el esquema perfecto de sus órbitas.
La corriente del tiempo se remansa y ordena         
en las formas numéricas de un siglo y otro siglo.
Y la Muerte vencida se refugia temblando
en el círculo estrecho del minuto presente.
Al coger tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la luz que anima la copa del olivo.               
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios,
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta.
Pides la luz antigua que se queda en la frente,
sin bajar a la boca ni al corazón del hombre.
Luz que temen las vides entrañables de Baco        
y la fuerza sin orden que lleva el agua curva.
Haces bien en poner banderines de aviso,
en el límite oscuro que relumbra de noche.
Como pintor no quieres que te ablande la forma
el algodón cambiante de una nube imprevista.                
El pez en la pecera y el pájaro en la jaula.
No quieres inventarlos en el mar o en el viento.
Estilizas o copias después de haber mirado
con honestas pupilas sus cuerpecillos ágiles.
Amas una materia definida y exacta                     
donde el hongo no pueda poner su campamento.
Amas la arquitectura que construye en lo ausente
y admites la bandera como una simple broma.
Dice el compás de acero su corto verso elástico.
Desconocidas islas desmienten ya la esfera.                    
 Dice la línea recta su vertical esfuerzo
y los sabios cristales cantan sus geometrías.
                          * 
Pero también la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila y concentrada como una estatua ciega
ignorante de esfuerzos soterrados que causa.
Rosa pura que limpia de artificios y croquis
y nos abre las alas tenues de la sonrisa.
(Mariposa clavada que medita su vuelo.)
Rosa del equilibrio sin dolores buscados.               
¡Siempre la rosa!
                          * 
¡Oh Salvador Dalí de voz aceitunada!
Digo lo que me dicen tu persona y tus cuadros.
No alabo tu imperfecto pincel adolescente,
pero canto la firme dirección de tus flechas.                    
Canto tu bello esfuerzo de luces catalanas,
tu amor a lo que tiene explicación posible.
Canto tu corazón astronómico y tierno,
de baraja francesa y sin ninguna herida.
Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la sirenita de la mar que te canta
montada en bicicleta de corales y conchas.
Pero ante todo canto un común pensamiento
que nos une en las horas oscuras y doradas.         
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero el amor, la amistad o la esgrima.
Es primero que el cuadro que paciente dibujas
el seno de Teresa, la de cutis insomne,
el apretado bucle de Matilde la ingrata,                 
nuestra amistad pintada como un juego de oca.
Huellas dactilográficas de sangre sobre el oro,
rayen el corazón de Cataluña eterna.
Estrellas como puños sin halcón te relumbren,
mientras que tu pintura y tu vida florecen.                      
No mires la clepsidra con alas membranosas,
ni la dura guadaña de las alegorías.
Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire,
frente a la mar poblada con barcos y marinos.


És quan dormo que hi veig clar
Todos los artistas al final del espectáculo.
Foto: Elena Puiggrós
És quan plou que ballo sol,
vestit d'algues, or i escata,
hi ha un pany de mar al revolt
i un tros de cel escarlata,
un ocell fa un giravolt
i treu branques una mata,
el casalot del pirata
és un ample gira-sol.
És quan plou que ballo sol
vestit d'algues, or i escata.

És quan ric que em veig gepic
al bassal de sota l'era,
em vesteixo d'home antic
i empaito la masovera,
i entre pineda i garric
planto la meva bandera;
amb una agulla saquera
mato el monstre que no dic.
És quan ric que em veig gepic
al bassal de sota l'era.

És quan dormo que hi veig clar,
foll d'una dolça metzina,
amb perles a cada mà
visc al cor d'una petxina,
só la font del comellar
i el jaç de la salvatgina,
-o la lluna que s'afina
en morir carena enllà.
És quan dormo que hi veig clar,
foll d'una dolça metzina





martes, 5 de agosto de 2014

El ENB debuta en Peralada de la mano de Tamara Rojo

Tamara Rojo y Michael Coleman. Foto: Miguel González

El English National Ballet era la asignatura pendiente de Peralada ya que nunca, en sus treinta años de danza, había actuado la compañía inglesa en el Festival. Ahora, cuando Tamara Rojo es su directora, por fin se le ha podido ver en el prestigioso festival ampurdanés. Pero Tamara sí había bailado en él, en dos ocasiones con Víctor Ullate y una tercera hace trece años cuando ya estrella del Royal Ballet, bailó el paso a dos de Don Quijote como guinda a la actuación del Ballet de la Ópera de Berlín que ofrecía un programa Kylian.

Carolina Masjuan

Para este fin de semana de principios de Agosto, en un verano totalmente atípico por lo frio y lluvioso, todas las previsiones amenazaban lluvia, y ¡acertaron! Pero parece que a los astros les gusta el ballet y poco antes de empezar las funciones, ambos días, la lluvia cesó y  el ENB pudo desplegar su buen hacer y lució magnífico.

Amigas de Swanilda. Foto: Miguel González
En el primer programa la compañía nos ofreció Coppelía. Coppélia fue estrenada en la Ópera de París en 1870. Con coreografía de Arthur Saint-Léon, música de Léo Delibes y libreto de Charles Nuitter, inspirado en un cuento de Hoffmann, habla de las aventuras de Swanilda, su prometido Franz, el Doctor Coppelius y la muñeca que crea, la misteriosa Coppélia. La versión del ENB es obra de Ronald Hynd quien ha sido respetuoso con la versión original pero le ha dado más humanidad y realismo a la trama, incluyendo un padre para la protagonista, el burgomaestre de la aldea. La escenografía y el vestuario se deben a Desmond Heeley y el diseño de luces es de David Mohr.
Tamara nos brindó una Coppélia exquisita de matices, pizpireta, joven enamorada enfadada al descubrir el interés de Franz por Coppélia, la joven (muñeca) que lee en el balcón. Ya en el primer solo con la deliciosa música de Delibes, nos encandiló y su actuación fue in crescendo. La proverbial solidez de sus puntas, sus magníficos developpés, sus arabesques penchés de increíble inclinación, sólo fueron una herramienta al servicio de la interpretación del personaje. Coppélia le va a Tamara como anillo al dedo, como Kitri, o como la muñeca de la danza española del taller del Doctor Coppelius; sí, el viernes (desconozco si en esta versión siempre es Swanilda quien lo hace) fue también Tamara quien se marcó, para nuestro deleite, las danzas del segundo acto en el taller del creador de muñecas.

La pantomima, al servicio de la historia, fue una auténtica delicia de ver, en su justa medida e interpretada por todos y cada uno de los bailarines con gran frescura y ligereza.  El bailarín cubano Yonah Acosta, sobrino del gran Carlos Acosta, fue un Franz impulsivo y pícaro, que a pesar de su juventud se complementaba perfectamente con Tamara, dotado de grandes cualidades de las que dio buena muestra en Peralada.

Yonah Acosta. Foto: Miguel González
Las amigas, Shiori Kase, Bagoña Cao, Senri Kou, Ksenia Ovsyanick, Alison Mcwhinney y Laurretta Summerscales; el Amanecer, una fantástica Shiori Kase; Begoña Cao como la Oración; el Doctor Coppélius, maravilloso Michael Coleman, todos, contribuyeron a que disfrutásemos de una Coppélia como hacía mucho tiempo no se nos había dado ver. La escenografía y el precioso vestuario son también elementos a no dejar de mencionar.
Y el cuerpo de baile, que aunque con algún pequeño desajuste, fue muy convincente.
Una lástima ver la platea con muchas localidades vacías, sobre todo cuando habitualmente para el ballet, Peralada llena.
El broche final de la velada del viernes fue la entrega de la medalla de honor del Festival a Tamara Rojo por parte de su Presidenta la Señora Carmen Mateu de Suqué.
Y la noche del sábado de nuevo cita con el English National Ballet, con mucho más aforo que la noche anterior. Seis coreografías, tres de ellas de corte clásico, para rendir homenaje a la primera actuación que Rudolf Nureyev realizó hace treinta años en Peralada, y el resto de piezas, estrenadas en Inglaterra bajo el nombre de Lest We Forget, creadas por Russell Maliphant, Liam Scarlett y Akram Khan, para conmemorar los cien años del comienzo de la I Guerra Mundial.
Empecemos por la parte clásica. El paso a tres de El Corsario, cuya versión entera estrenó el ENB recientemente y se pudo ver en los Teatros del Canal de Madrid, estuvo interpretado por Fernanda Oliveira como Medora, Yonah Acosta como Alí y Junor Souza como Conrad. Yonah en la línea de la noche anterior mostrando sus ágiles saltos y rápidas piruetas, Junor poseedor de un buen ballon y Fernanda con muy buena técnica. Pero el paso a tres deslució porque al parecer el suelo estaba resbaladizo y hubo algún pequeño desajuste en sus evoluciones. Una lástima.

Fernanda Oliveira, Junor Souza y Yonah Acosta.
Foto: Miguel González
Otro paso a dos clásico fue el del Cisne Negro coreografía de Derek Deane, a partir de la original de Marius Petipa, con música de Piotr Ilitx Txaikovski. Laurretta Summercales y Arionel Vargas estuvieron espectaculares. Ella sobre todo dominando la escena con gran poderío y realizando unos fouettés firmes e impecables. Recibieron una gran y muy merecida ovación.
La última coreografía clásica del homenaje a Nureyev fue el paso a dos del segundo acto de Giselle. La versión del ENB de este ballet se debe a Mary Skeaping y se pudo ver en el Liceu hace unos años, precisamente con Tamara Rojo como artista invitada (ya era estrella en el Royal Ballet) en dos funciones junto al bailarín cubano José Manuel Carreño. Alison Mcwhinney parecía flotar sobre el escenario de Peralada, su Giselle era totalmente una figura venida de ultratumba, etérea y fugaz frente a su Albrecht, Junor Sauza. Ambos nos brindaron una sublime interpretación de este difícil y exigente paso a dos romántico.

Dust. Foto: Miguel González
¿Y en cuanto a las piezas de los coreógrafos contemporáneos elegidos por Tamara para dar un rumbo nuevo al ENB? ¡Un estupendo descubrimiento! 

"Second Breath" de Russell Maliphant, "No man's land" de Liam Scarlett y "Dust" de Akram Khan.  Dos de los coreógrafos ya eran conocidos por el público catalán, sobre todo Akram Khan quien actuó varias veces en el Mercat de les Flors con su compañía en la que formó parte la catalana Eulalia Ayguadé. También es de grato recuerdo la clase abierta que Akram ofreció en La Caldera durante una de sus visitas. A Russell Maliphant le debemos el muy emotivo Afther Light con música de Satie creado para el homenaje a Diaghilev y Liam Scarlett fue mi descubrimiento personal con el ballet de San Francisco este verano en el marco de los Étes de la Danse en París. Así que coreografía de alto nivel la que prometía ofrecer este segundo programa. Y no defraudó.

Second Breath, paso a dos interpretado por Tamarin Stott y Nathan Young con música de Andy Cowton fue el más flojo de las tres piezas a pesar de estar muy bien bailada por ambos bailarines. Sin acompañamiento coral, se queda en desventaja frente a las otras dos piezas, aunque justo es destacar que se trata de una coreografía rica en matices y con portés muy estudiados.

No Men’s Land, con música de los Fragments d’Harmonies poétiques et religuieuses de Franz Liszt, en cambio, sedujo enormemente. Tres parejas, Tamara Rojo, Zdenek Konvalina, Fernanda Oliveira, Max Westwell, Erina Takahashi y James Forbat, nos muestran la relación entre hombres y mujeres en el entorno trágico de la guerra, la desazón que les invade al verse obligados a separase. A pesar de ser abstracto, ese sentimiento está ahí, se palpa, trasciende…. Liam Scarlett sabe cómo llegar al corazón. Es un coreógrafo típico inglés que a veces recuerda a Sir Keneth McMillan, sobre todo en la forma de mover a los varones. Una preciosa coreografía con un paso a dos final de una gran belleza.

No Men's Land. Foto: Miguel González
Y con Dust de Akram Khan se cerró la velada y la participación de la compañía inglesa en el Festival. El coreógrafo Indio-Inglés sabe cómo impactar. Siempre hay fuerza en sus trabajos, fuerza y control. Aquí una figura, un hombre, el bailarín Fabian Reimair, frente a un muro compacto que forman los bailarines unidos por sus brazos. La imagen de ese muro ondulante, sabiamente iluminado, es hechizante. La música de Jocelyn Pook con fragmentos de la  canción La Hora del Adiós cantada de forma desgarrada y repetitiva, acompaña el sentimiento de pesar que invade la escena y trasciende al público. Un magnífico paso a dos interpretado por Tamara Rojo y Fernando Bufalá y unas escenas de grupo con una iluminación muy estudiada que junto con el vestuario de color apagado y la neblina que invade la escena crean ciertamente una atmósfera polvorienta y lúgubre.
Grandes aplausos para los artistas, el público reacio a abandonar el recinto y con muchas ganas de celebrar ese festival de buena danza. Una demostración de que el clásico está muy vivo, ya sea en ballet de repertorio como con coreografías modernas y de que existe una gran afición.
Tamara avanzó en rueda de prensa que el ENB estará en Barcelona en septiembre de 2015, en el Gran Teatro del Liceo. Les recibiremos encantados.


Nota: No puedo dejar de comentar el asombro que me producen las declaraciones que sueltan algunos periodistas culturales. La Sra. Maricel Chavarría celebró en su crónica para La Vanguardia que Tamara Rojo “sacudiera el polvo y aireara lo rancio” a un ballet como Coppélia. ¿No es acaso lo que hizo Ángel Corella con su magnífico Lago? ¿Y lo que hacen las compañías más prestigiosas del momento aunque algunos puristas se lleven las manos a la cabeza? Decir también, como dijo la periodista, que el ballet clásico es una arte que “quizás” -menos mal que hay un quizás-  esté tocado de muerte en el siglo XXI, es no tener ni idea de lo que se cuece en París –donde cuando el Ballet de la Ópera de París está de vacaciones, se invita en los Étés de la Danse a prestigiosas compañías extranjeras dada la gran demanda que por parte de locales y foráneos hay de ballet-  en Londres, con dos magníficas compañías clásicas, Oslo, Berlín, Munich, Amsterdam, Nueva York, Philadelfia, San Francisco, Tokio, Estambul, …. También leo alucinada que nuestro conseller de cultura, Ferran Mascarell, se dignó venir a Peralada a ver ballet ¡caramba! ¿Desde cuándo le interesa este arte? ¿No habría sido más coherente tener interés por conocer qué hacía Corella cuando anhelaba dirigir una compañía en Cataluña y escuchar su propuesta? Es realmente decepcionante a nivel cultural, vivir en este país, da igual que nos refiramos a Cataluña o a España. Ah! Y por cierto Sra. Chavarría, leo en su nota del programa de mano del ENB en Peralada sobre la “coreógrafa” Liam Scarlett. Perdón, pero el inglés Liam Scarlett es un joven caballero y uno de los tres grandes coreógrafos clásicos (crean usando el lenguaje y la técnica clásicos) del momento, junto con el ruso Ratmansky y el también inglés Wheeldon, del que hemos podido conocer muchos trabajos gracias al Corella Ballet, pero tratándose de Corella parece que en lugar de intentar hacernos un gran favor, más bien molestaba, a políticos y a algunos periodistas, que no al gran público que consiguió aglutinar….. país….

sábado, 2 de agosto de 2014

París: Étés de la Danse con el Ballet de San Francisco

Foto del cartel de los Étes. Yuan Yuan Tan y Daniel Smith.
Foto Erik Tomasson

El objetivo de los Étés es poder ofrecer una buena propuesta de ballet en la ciudad de la luz cuando su compañía de referencia, el Ballet de la Ópera de París, está de vacaciones. Muy buena idea puesto que el éxito se repite edición tras edición. 

Carolina Masjuan

Si bien Alvin Ailey se lleva la palma en cuanto a veces programado, parece que Valéry Colin, antiguo bailarín de la Ópera de París y fundador de los Étés de la danse, siente debilidad por el ballet de San Francisco. Cuando decidió poner en marcha este festival, entonces al aire libre en el patio de los archivos nacionales, ya contó con la compañía americana y ahora, cuando se celebran sus diez años de existencia, el festival repite compañía aunque cambia de escenario. 


Sarah Van Patten y Luke Ingham 
en Within The Golden Hour. Foto: Rik Tomasson
Este festival no tiene ningún tipo de subvención pero consigue perdurar gracias a la calidad de las compañías invitadas y a la diversidad de programas que éstas representan.  Les Étés se han consolidado como la propuesta estival de referencia para el ballet en París y diversas actividades se abren al público para que éste viva la danza de una forma muy extensa, clases abiertas, charlas con bailarines y/o coreógrafos, sesiones de cine.... 

Los escenarios han variado a lo largo de su historia, nosotros estuvimos el año en que la compañía invitada fue Les Grands Ballets Canadiens que entonces se celebraron el Grand Palais. Este año repetimos con el Ballet de San Francisco, viejo conocido por sus actuaciones en el Liceu, en un espacio especialmente adecuado para la danza como es el emblemático Théâtre du Chatélet. 

El que fuera en sus inicios Théâtre Impérial du Châtelet, abrió sus puertas en 1862, construido en el mismo centro de París, rodeado de historia por sus cuatro costados. El Sena, la catedral de Notre Dame, la Conciergerie, donde se encerró a Marie Antoinette antes de ser guillotinada, son algunos de sus vecinos más cercanos. La danza se incluyó en su programa sobre los años 1900's e incluso tuvo un corps de ballet propio y fue aquí dónde los Ballets Rusos de Diaghilev’s hicieron su debut en Mayo de 1909 con cinco ballets históricos “Le Pavillon d’Armide”, “Polovtsian Dances”, “Le Festin”, “Les Sylphides”, y “Cléopâtre”. Posteriormente, aunque la compañía bailó en otros teatros, los grandes estrenos se celebraron en el Châtelet. También Tchaikovsky, Grieg, Mahler, Strauss, y Debussy dirigieron sus propias obras en el teatro. 

Lorena Feijoo y Tiit Helimets en Allegro Brillante
Foto: Erik Tomasson
Este año en el Théâtre du Châtelet, del 10 al 26 de Julio, con el regreso del Ballet de San Francisco, el público puede disfrutar de 18 ballets distintos, de 11 renombrados coreógrafos diferentes tales como George Balanchine, Jerome Robbins, Liam Scarlett, Alexei Ratmansky, Helgi Tomasson, Christopher Wheeldon....  a lo largo de 17 representaciones, incluyendo una gala de apertura adicional. 

El Ballet de San Francisco se cuenta entre las grandes compañías americanas. Por su relación con Lola de Ávila, maestra en la compañía durante largas temporadas, siempre ha contado con varios bailarines españoles en su elenco, actualmente los Principales: Ruben Martín Cintas y Jaime García Castilla, los Solistas: Dores André y Clara Blanco y Diego Cruz en el cuerpo de baile. Y si nosotros esperamos que los españoles formen parte del elenco que nos ha tocado en suerte, los franceses se desviven para asistir a varias representaciones en las que puedan admirar a queridos bailarines franceses como Pascal Molat, Sofiane Silve o Matilde Frustrey del ballet de la ópera de París, al que dejó hace un año para iniciar su aventura americana. Una compañía internacional que cuenta también con grandes estrellas cubanas como Taras Domitro, Joan Boada o Lorena Feijoo y artistas de una gran variedad de países. 

Frances Chung y Gennadi Nedvigin  en Hummingbird.
Foto: Erik Tomasson
Fundada en 1933, actualmente y desde 1985, es el ex solista del New York City Ballet, Helgi Tomasson (Reykjavík, octubre de 1942) quien la dirige. Con sus 72 años, Tomasson continúa pensando que todo espectáculo tiene que ser una fiesta elegante, un lugar hermoso en el que tanto los bailarines como el público disfruten y ¡vaya si lo consigue! 


El sábado 26 de Julio, la compañía se despedía del público parisino. No sé cual sería la ocupación los otros días pero ése ya tenía el perfume melancólico del anuncio del fin de algo realmente bueno y nadie quería desperdiciar la oportunidad de asistir a la última clase abierta al público. Una larga cola daba la vuelta al Châtélet una hora antes de la clase abierta. Aficionados muy interesados en ver a esos bailarines de los que tanto se había hablado las últimas semanas realizar una clase y sentirlos cercanos. Cuando, por fin, después de esperar bajo el intenso calor del mediodía parisino, entramos en la sala, los bailarines ya están calentando y el teatro se va llenando a muy buen ritmo. El  profesor cubano del Ballet de San Francisco, Felipe Díaz, imparte la clase. Rápidamente identificamos a Rubén Martín, Mathilde Froustey, Dores André... y ya vemos porque el todo París y la crítica londinense en peso no han tenido más que palabras de elogio para estos Étés y esta tournée del Ballet de San Francisco. 

Within the Golden Hour. Foto: Erik Tomasson
Tras aproximadamente hora y media de clase, abandonamos el teatro ansiosos por volver. A las ocho de la tarde es nuestra cita, pero antes, a las tres, la troupe tiene una función. Nuestra elección se debe evidentemente al programa, en principio, tres de los coreógrafos más aclamados de la escena internacional, sólo uno ya un "viejo", y admirado, conocido, el inglés Christopher Wheeldon, los otros dos a descubrir por nosotros pero avalados por excelentes críticas en todo el mundo, el ruso Alexei Ratmansky y otro inglés, Liam Scarlett. Lamentablemente, una lesión de última hora impide que el ballet de Ratmansky se represente y en su lugar se nos ofrece Allegro Brillante de Balanchine y Solo de Hans van Manen. 

Maria Kochetkova y Joan Boada en Within the Golden Hour.
Foto: Eric Tomasson
Pero a pesar de la pequeña decepción inicial, descubrir a la compañía con la dinámica pieza de Balanchine, Allegro Brillante, y con Mathilde Foustey y Joseph Walsh acompañados de las cuatro parejas tampoco tan está mal. Los bailarines no decepcionan y Mathilde, a quien seguimos desde que muy pequeña fue objeto de un documental de televisión que tuvimos la suerte de grabar, parece que efectuó una muy buena decisión al dejar el ballet de la Ópera de París por el de San Francisco, dónde se la valora y se la programa mucho más. 

Sigue Solo de Hans van Manen, un solo para tres, en el que tras los tres solos de los tres chicos, el final los reúne a los tres en escena. Hansuke Yamamoto, James Sofranko y Gennadi Nedvigin, despliegan todo su talento al poner movimiento a la música de Bach. 

Y en la segunda parte descubrimos dos nuevos ballets. Comenzamos con Within the Golden Hour de Christopher Wheeldon, música de Ezio Bosso con una pequeña concesión a Vivaldi, creada en 2008 para el Ballet de San Francisco. Siete secuencias distintas para un ballet abstracto inspirado en la música. Tres parejas principales, Mathilde Froustey y Ruben Martin Cintas, Sarah Van Patten y Luke Ingham y Maria Kochetkova y Vitor Luiz, más cuatro parejas de cuerpo de baile entre las que encontramos a nuestra Dores André. El ballet se desarrolla mediante tres pasos a dos de los bailarines principales, acompañados por las cuatro parejas de bailarines solistas como cuerpo de baile. El primer paso a dos de Mathilde Froustey y Ruben Martin Cintas nos encandila, hay química entre ellos y la danza simpática y deliciosa con reminiscencias celtas, nos muestra lo mejor de la coreografía y lo mejor de esta magnífica pareja de bailarines.

Pascal Malat en Solo. Foto: Erik Tomasson
El segundo paso a dos, el de Sarah Van Patten y Luke Ingham, por el contrario, es un paso a dos muy lentoque sugiere un ambiente árido, ¿tal vez el desierto? Pero así mismo una preciosa muestra del trabajo del mejor Wheeldon interpretado con todo el buen hacer de dos grandes artistas. El tercer paso a dos a cargo de Maria Kochetkova y Vitor Luiz, es una preciosa demostración de que el romanticismo no está reñido con la contemporaneidad. Y a todo esto, la fuerza del cuerpo de baile masculino, las sombras de las cuatro chicas del cuerpo de baile extremadamente bien coordinadas y la belleza del conjunto. Otra muestra de un Wheeldon in crescendo cuyos trabajos se rifan las mejores compañías del mundo.

Un placer también ver a Rubén por fin bailar. Ya quedaban pocas ocasiones para hacerlo puesto que se despidió de su público y de su compañía, como bailarín, esta primavera. Para nuestro deleite no ha querido dejar de mostrarse en escena en París. Rubén seguirá vinculado al Ballet de San Francisco, su casa, puesto que se le ha ofrecido un puesto de maestro, dado su ya demostrado talento también en este campo.

Tras el segundo entreacto presenciamos el descubrimiento de la noche. Porque el trabajo de Liam Scarlett es realmente un descubrimiento. ¡Cuánto talento existe ahora mismo en la reinterpretación del lenguaje clásico y su adaptación a nuestra época! Un desarrollo de movimientos, de portés, de pasos a dos, de evoluciones de un cuerpo de baile numeroso mediante grupos distintos que se mueven a distintos ritmos en una escena dividida en dos partes. Una plasticidad, ayudada por un decorado sencillo pero muy efectivo, que subyuga, una capacidad de transmitir emociones aún mediante un guión abstracto, que realmente sorprende.

Hummingbird. Foto: Eric Tomasson
Un trabajo de lo más extraordinario. Hummingbird es un descubrimiento sí, el de un coreógrafo que tiene mucho a decir y lo dice de una forma exquisita y el de unos bailarines y una compañía del más alto nivel. Creada este mismo año para la compañía bajo música de Philip Glass, aquí también son tres las parejas principales que nos obsequian con tres pasos a dos distintos: Frances Chung y Gennadi Nadvigin, Yuang Yung Tan y Luke Ingham y Maria Kochetkova y Jaime García Castilla, más doce bailarines que también poseen sus momentos de lucimiento. Un telón pintado en tonos blancos grises y negros en el fondo de la escena que sube y baja en función de la necesidad y una rampa por la que aparecen y desaparecen los bailarines, el cuerpo de baile en color gris claro, las parejas principales en distintos colores.

Yuan Yuan Tan y Luke Ingham en Hummingbird.
Foto: Erik Tomasson
Pero si todo está muy conseguido y las tres parejas despliegan sus mejores bazas, la pareja formada por Yuang Yung Tan y Luke Ingham, de blanco inmaculado, nos brinda uno de los mejores pasos a dos modernos vistos últimamente. Sin ninguna sonrisa de por medio, sin ningún afán por trascender, sin ninguna muestra de empatía con el público, sólo mediante una fuerza interior y una concentración en la emoción de la danza palpables, su evolución nos atrapa y no nos deja, no respiramos y apenas nos damos cuenta de ello, no nos da tregua, no podemos desconcentrarnos de lo que sucede en escena. Es algo que acontece desde otra dimensión, algo muy difícil describir con palabras. Nuestra nieta de ocho años, ya con un fuerte bagaje en ballet, incapaz de desviar sus ojos de la escena, me apretó fuertemente la mano para, al final, mirarme emocionada. Un momento mágico a no olvidar. Maria Kochetkova y Jaime Garcia Castilla nos devuelven a la realidad con un paso a dos virtuoso seguido de las evoluciones de los bailarines del cuerpo de baile y solistas.


Un final redondo para una jornada redonda. Un programa excepcional de la mano de una gran compañía.

La orquesta Promethée, dirigida por diversos directores, entre ellos Martin West y Ming Luke ambos habituales del Ballet de San Francisco merece una mención especial, como así destacó
Helgi Tommason quien apareció en escena para agradecer a la organización de los Étes, a los bailarines, a los músicos y como no, al público, estas semanas intensas. 

Discursos improvisados hablaron del milagro que supone llegar a los diez años y continuar manteniendo un estándard altísimo de calidad avalados por el gran éxito de público y crítica. ¡Hasta siempre París, muchas gracias Étes y deseando veros de nuevo muy pronto San Francisco Ballet!