martes, 2 de agosto de 2016

Roberto Bolle & Friends en Peralada

Roberto Bolle en Prototype. Foto: Miquel González - Shooting

La segunda y última propuesta de danza del Festival Castell de Peralada para este verano, ha traído al aclamado y apolíneo bailarín italiano, estrella de la Scala de Milán y del ABT de Nueva York, Roberto Bolle. Junto con los bailarines que le acompañan, este espectáculo levanta pasiones por dondequiera que va, desde su inicio en teatros normales hasta lugares tan magníficos como el Coliseo de Roma, la plaza San Marco de Venecia, la del Duomo de Milán, Arena de Verona, Termas de Caracalla.. y en España ha sido Peralada el lugar elegido.

Carolina Masjuan

Era mucha la expectación creada en torno a un artista poseedor de una belleza que inevitablemente atrae al gran público y más cuando sólo en una ocasión, en Sevilla, pisó hace años España. Así pues, al aparecer en escena ya fue saludado con aplausos y vítores por sus seguidores, algo habitual en muchos teatros pero poco frecuente en nuestro país.

Roberto Bolle en prototype.
Foto: Miquel  González
Consciente de su atractivo físico en el que además destacan unos hermosos ojos azules y un poco en la línea de lo que hiciera Nacho Duato en su día, Roberto Bolle aprovecha su tirón mediático para acercar el mundo de la danza a la gente. Ha colaborado en proyectos con artistas del teatro como Bob Wilson y cineastas como Peter Greenaway. También ha prestado su imagen a campañas de moda. En este sentido, reconoce que su atractivo juega a su favor. "Vivimos en la sociedad de la imagen. Mi poder mediático seguramente tiene que ver con mi físico. La danza se basa en la belleza y la armonía, pero todo eso, sin determinación y sin una sólida carrera detrás no sería lo mismo" dijo en la rueda de prensa que ofreció a su llegada a Barcelona.

El divo abrió la velada en una coreografía creada para él y su lucimiento, Prototype de Massimiliano Volpini con música original de Piro Salvatori y efectos especiales, donde las distintas posiciones del ballet clásico tomaban forma en la pantalla con proyecciones del bailarín y con Bolle en persona y con Bolle multiplicado hasta el infinito. Bolle príncipe de ballet clásico, Bolle Romeo luchando a la espada contra sí mismo, exhibición de Bolle en una coreografía cuyo único fin es precisamente éste: admirar al hermoso hombre bailarín.

No obstante Bolle se supo rodear de un elenco de altísimo nivel en un programa variado, incluyendo distintos estilos, para una gala que fue a más y cuya segunda parte, con un colofón veraniego festivo consiguió que el público saliera feliz y encantado.

Después de la entrada estelar de Roberto, siguió el paso a dos de Christopher Weeldon After the Rain, pieza muy vista en Barcelona ya que ha formado parte del programa de Ángel Corella desde sus inicios junto a bailarines del ABT y del NYCB, con la maravillosa Wendy Wheelan y ya con su compañía con la magnífica pareja formada por Carmen Corella y Dayron Vera. Anna Tsygankova y Matthew Golding, quien por cierto también es conocido del público español ya que integró la compañía de Corella en sus inicios en La Granja, no acabaron de convencer en este sensible paso a dos con música de Arvo Pärt. Tampoco el vestuario ayudaba, ya que un maillot color carne para ella y unas mallas también de este color para él es lo que está previsto y conviene a este ballet para un mejor lucimiento.

Viktoria Kapitonova y Roberto Bolle en Le Grand Pas de Deux de Spuck.
Foto: Miquel Gónzalez - Shooting

Esta misma pareja sí convenció en su segunda intervención: el paso a dos de Don Quijote. Ambos se mostraron totalmente entregados y con gran complicidad ¿son aún pareja? Eso parece, aunque él desde el HET integrara las filas del Royal Ballet donde es bailarín principal y ella permaneciera en la compañía holandesa, también como primera bailarina. Matthew brilló en un Basilio con una muy buena elevación, travieso y juguetón pero siempre elegante y ella con unos equilibrios y fouetés con abanico incluido que desataron la pasión de la audiencia.

Pero si hablamos de virtuosismo y desatar pasiones, no se quedó corto el cubano Osiel Guneo, bailarín estrella del Ballet de la Ópera de Oslo, cuyas proezas técnicas son realmente apabullantes. Tanto como Alí en El Corsario, como sobretodo como Acteón, en Diana y Acteón, su baile fue digno de la gran aclamación de manos y pies (típico en Peralada) que se le otorgó. Su compañera, Sarah Lane, también conocida en Barcelona gracias a que Corella la trajo para que debutara en su Lago de los Cisnes como su partenaire en la noche del estreno en el Liceu y que también allí nos deleitó como Cupido en el Quijote del ABT, si bien como Medora en El Corsario se vio algo insegura, nos brindó una deliciosa Diana en su segunda intervención junto al cubano. Él en sus sorprendentes maneges, pirouettes y equilibrios demostró ciertamente un gran control que no obstante se echó algo de menos en la parte estilística.

R. Bolle y T. Andrijashenko en Proust ou les Intermittences
du coeur. Foto: Miquel González
Los bailarines del Semperoper Ballett de Dresde, Elena Vostrotina y Christian Bauch brindaron una danza de alto nivel en un estilo totalmente distinto: el Duet from New Suite de Forsythe, con música de Johan Sebastian Bach en la primera parte y en la segunda, la pieza Vértigo Maze, de Sting Celis

Los amantes de la danza de contrapuntos y tensiones, de trabajo de suelo y plasticidad, tuvieron aquí una buena dosis y además magníficamente representada ya que el dominio de ambos bailarines del trabajo de ambos coreógrafos es excelente. Fueron también muy aplaudidos lo que demuestra que en la danza tiene cabida un gran registro de estilos y que el público sabe apreciar la calidad más allá del star system.

Dos coreografías de Roland Petit de línea neoclásica, poco vistas en España donde se conocen más sus trabajos con música de Duke Ellington o Pink Floyd, fueron la elegidas por Roberto Bolle para dos de sus dúos. Uno con la deliciosa Viktorina Kapitonova del Ballet de Zurich con la Suite de l'Arlésienne de Georges Bizet y otro masculino con el impresionante Timofej Andrijashenko de la Scala de Milán, dotado de una gran sensibilidad. Este bailarín aportó a este hermoso ballet con música de Gabriel Fauré, que es el Pas de deux de Proust, ou les Intermitences du coeur, el contrapunto perfecto a un Bolle algo más rígido.

Y para el final del espectáculo de nuevo Roberto Bolle y Viktorina Kapitonova con el divertidísimo Le Gran Pas de Deux, de Christian Spuck. Con guiños al Grand Pas Classique, éste es uno de los escasos ballets cómicos que están logrados a todos los niveles.

Viktoria Kapitonova y Roberto Bolle en Le Grand Pas de Deux.
Foto: Miquel González - Shooting

El que ha sido coreógrafo residente del Ballet de Stuttgart durante once años y es ahora director del Ballet de Zurich, ha bordado una pieza con la música de la obertura de la Gazza Larda de Rossini, en la que Roberto Bolle es el bailarín clásico, príncipe por excelencia, mientras que su partenaire ataviada con bolso y gafas, es un desastre de bailarina que hace las delicias del público con sus salidas de tono ya sea con el bolso o con sus deslizamientos por el suelo. Ambos estuvieron compenetrados, divertidos y demostrando una gran vis cómica además de control y seguridad.

Grandes bravos apara ambos que ofrecieron varios “courtain calls” en una gala que si bien muchos temíamos como una más, se convirtió en un espectáculo muy variado y de gran calidad a todos los niveles.

Y como despedida de un público totalmente conquistado, todos los bailarines, con pantalones y camisetas negras ajustadas ellos y vestidos también negros y zapatos de tacón ellas, deleitaron de nuevo al respetable a los sones del swing Sing, Sing, Sing, de Benny Goodman. Luego Roberto Bolle solo en el escenario, bailó el We Will Rock You de Queen.


Descubierto por el mismo Rudolf Nureyev en un ensayo de El Cascanueces, en la Scala de Milán cuando tenía 15 años, ese día el destino de Bolle cambió para siempre. Roberto Bolle & Friends ha conquistado Peralada y el de Roberto, se suma a los grandes nombres de la danza que han bailado en el escenario ampurdanés.


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