Roberto Bolle en Prototype. Foto: Miquel González - Shooting |
La
segunda y última propuesta de danza del Festival
Castell de Peralada
para este verano, ha traído al aclamado y apolíneo bailarín
italiano, estrella de la Scala
de Milán
y del ABT
de Nueva York, Roberto
Bolle.
Junto con los bailarines que le acompañan, este espectáculo levanta
pasiones por dondequiera que va, desde su inicio en teatros normales
hasta lugares tan magníficos como el Coliseo
de Roma,
la plaza
San Marco de Venecia, la
del Duomo
de Milán,
Arena de Verona, Termas de Caracalla.. y en España ha sido Peralada
el lugar elegido.
Carolina Masjuan
Era
mucha la expectación creada en torno a un artista poseedor de una
belleza que inevitablemente atrae al gran público y más cuando sólo
en una ocasión, en Sevilla, pisó hace años España. Así pues, al
aparecer en escena ya fue saludado con aplausos y vítores por sus
seguidores, algo habitual en muchos teatros pero poco frecuente en
nuestro país.
Roberto Bolle en prototype. Foto: Miquel González |
Consciente
de su atractivo físico en el que además destacan unos hermosos ojos
azules y un poco en la línea de lo que hiciera Nacho
Duato
en su día, Roberto Bolle aprovecha su tirón mediático para acercar
el mundo de la danza a la gente.
Ha colaborado en proyectos con artistas del teatro como Bob
Wilson y cineastas como Peter
Greenaway.
También ha prestado su imagen a campañas de moda.
En este sentido, reconoce que su atractivo juega a su favor. "Vivimos
en la sociedad de la imagen. Mi poder mediático seguramente tiene
que ver con mi físico. La danza se basa en la belleza y la armonía,
pero todo eso, sin determinación y sin una sólida carrera
detrás no sería lo mismo" dijo en la rueda de prensa que
ofreció a su llegada a Barcelona.
El
divo abrió la velada en una coreografía creada para él y su
lucimiento, Prototype
de Massimiliano
Volpini con música
original de Piro
Salvatori y efectos
especiales, donde las distintas posiciones del ballet clásico
tomaban forma en la pantalla con proyecciones del bailarín y con
Bolle en persona y con Bolle multiplicado hasta el infinito. Bolle
príncipe de ballet clásico, Bolle Romeo luchando a la espada contra
sí mismo, exhibición de Bolle en una coreografía cuyo único fin
es precisamente éste: admirar al hermoso hombre bailarín.
No
obstante Bolle se supo rodear de un elenco de altísimo nivel en un
programa variado, incluyendo distintos estilos, para una gala que fue
a más y cuya segunda parte, con un colofón veraniego festivo
consiguió que el público saliera feliz y encantado.
Después
de la entrada estelar de Roberto, siguió el paso a dos de
Christopher Weeldon
After the Rain,
pieza muy vista en Barcelona ya que ha formado parte del programa de
Ángel Corella
desde sus inicios junto a bailarines del ABT y del NYCB,
con la maravillosa Wendy
Wheelan y ya con su
compañía con la magnífica pareja formada por Carmen
Corella y
Dayron Vera. Anna Tsygankova y
Matthew
Golding, quien por
cierto también es conocido del público español ya que integró la
compañía de Corella en sus inicios en La Granja, no acabaron de
convencer en este sensible paso a dos con música de Arvo
Pärt. Tampoco el
vestuario ayudaba, ya que un maillot
color carne para ella y unas mallas también de este color para él
es lo que está previsto y conviene a este ballet para un mejor
lucimiento.
Viktoria Kapitonova y Roberto Bolle en Le Grand Pas de Deux de Spuck. Foto: Miquel Gónzalez - Shooting |
Esta
misma pareja sí convenció en su segunda intervención: el paso a
dos de Don Quijote.
Ambos se mostraron totalmente entregados y con gran complicidad ¿son
aún pareja? Eso parece, aunque él desde el HET
integrara las filas del Royal
Ballet donde es
bailarín principal y ella permaneciera en la compañía holandesa,
también como primera bailarina. Matthew brilló en un Basilio
con
una muy buena elevación,
travieso y juguetón pero siempre elegante y ella con unos
equilibrios y fouetés
con abanico incluido que desataron la pasión de la audiencia.
Pero
si hablamos de virtuosismo y desatar pasiones, no se quedó corto el
cubano Osiel
Guneo,
bailarín estrella del Ballet
de la Ópera de Oslo,
cuyas proezas técnicas son realmente apabullantes. Tanto como Alí
en El
Corsario,
como sobretodo como Acteón,
en Diana
y Acteón,
su baile fue digno de la gran aclamación de manos y pies (típico en
Peralada) que se le otorgó. Su compañera, Sarah
Lane,
también conocida en Barcelona gracias a que Corella la trajo para
que debutara en su Lago
de los Cisnes
como su partenaire
en la noche del estreno en el Liceu
y que también allí nos deleitó como Cupido
en el Quijote
del ABT, si bien como Medora
en El
Corsario
se vio algo insegura, nos brindó una deliciosa Diana
en su segunda intervención junto al cubano. Él en sus sorprendentes
maneges,
pirouettes
y equilibrios demostró ciertamente un gran control que no obstante
se echó algo de menos en la parte estilística.
R. Bolle y T. Andrijashenko en Proust ou les Intermittences du coeur. Foto: Miquel González |
Los
bailarines del Semperoper
Ballett de Dresde, Elena Vostrotina
y Christian
Bauch brindaron una
danza de alto nivel en un estilo totalmente distinto: el Duet
from New Suite de
Forsythe,
con música de Johan
Sebastian Bach en
la primera parte y en la segunda, la pieza Vértigo
Maze,
de Sting Celis.
Los amantes de la danza de contrapuntos y tensiones, de trabajo de
suelo y plasticidad, tuvieron aquí una buena dosis y además
magníficamente representada ya que el dominio de ambos bailarines
del trabajo de ambos coreógrafos es excelente. Fueron también muy
aplaudidos lo que demuestra que en la danza tiene cabida un gran
registro de estilos y que el público sabe apreciar la calidad más
allá del star system.
Dos
coreografías de Roland
Petit de línea
neoclásica, poco vistas en España donde se conocen más sus
trabajos con música de Duke
Ellington
o Pink Floyd,
fueron la elegidas por Roberto Bolle para dos de sus dúos. Uno con
la deliciosa Viktorina
Kapitonova del
Ballet de Zurich
con la Suite de
l'Arlésienne de
Georges Bizet
y otro masculino con el impresionante Timofej
Andrijashenko de
la Scala de
Milán, dotado de
una gran sensibilidad. Este bailarín aportó a este hermoso ballet
con música de Gabriel
Fauré, que es el
Pas de deux
de Proust, ou les
Intermitences du coeur,
el contrapunto perfecto a un Bolle algo más rígido.
Y para el final del espectáculo de nuevo Roberto Bolle y Viktorina Kapitonova con el divertidísimo Le Gran Pas de Deux, de Christian Spuck. Con guiños al Grand Pas Classique, éste es uno de los escasos ballets cómicos que están logrados a todos los niveles.
Viktoria Kapitonova y Roberto Bolle en Le Grand Pas de Deux. Foto: Miquel González - Shooting |
El que ha sido coreógrafo residente del Ballet
de Stuttgart
durante once años y es ahora director del Ballet
de Zurich, ha
bordado una pieza con la música de la obertura de la Gazza
Larda de Rossini,
en la que Roberto Bolle es el bailarín clásico, príncipe por
excelencia, mientras que su partenaire
ataviada con bolso y gafas, es un desastre de bailarina que
hace las delicias del público con sus salidas de tono ya sea con el
bolso o con sus deslizamientos por el suelo. Ambos estuvieron
compenetrados, divertidos y demostrando una gran vis cómica además
de control y seguridad.
Grandes
bravos apara ambos que ofrecieron varios “courtain calls” en una
gala que si bien muchos temíamos como una más, se convirtió en un
espectáculo muy variado y de gran calidad a todos los niveles.
Y
como despedida de un público totalmente conquistado, todos los
bailarines, con pantalones y camisetas negras ajustadas ellos y
vestidos también negros y zapatos de tacón ellas, deleitaron de
nuevo al respetable a los sones del swing Sing,
Sing, Sing, de
Benny Goodman.
Luego Roberto Bolle solo en el escenario, bailó el We
Will Rock You de
Queen.
Descubierto
por el mismo Rudolf
Nureyev en un
ensayo de El
Cascanueces, en la
Scala de Milán cuando tenía 15 años, ese día el destino de Bolle
cambió para siempre. Roberto
Bolle & Friends ha conquistado Peralada y el de Roberto, se suma
a los grandes nombres de la danza que han bailado en el escenario
ampurdanés.
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