sábado, 26 de mayo de 2018

Desde Rusia con Ballet – Jewels por el Mariinsky

El Mariinsky Ballet en Joyas (Diamantes).
Photo: Valentin Varanovsky
Viajamos a Rusia para conocer un poco más de la cultura y la historia de este enorme y fascinante país y como no podía ser de otra manera, disfrutar de su manifestación artística por excelencia, el ballet.

Carolina Masjuan
Hay en Rusia muchísimas compañías de Ballet, el país es enorme, muchas ciudades tienen sus compañías, aunque son Moscú con su Bolshoi y Stanivlasky y San Petersburgo con su Mariinsky y Mijhailovsky las que destacan entre todas. 

Esterior del Teatro Bolshoi de Moscu.
Nuestro recorrido por el país nos permitió visitar el Bolshoi en Moscú, conocer ese teatro magnífico que en una de sus varias reconstrucciones, la que se inauguró el 18 de enero de 1825 como el Bolshoi Petrovsky Theatre, lo hizo con una función del ballet Cenicienta del guitarrista y compositor catalán Fernando Sor (Josep Ferran Sorts i Muntades (1778 – 1839).


Admiramos su gigantesca lámpara hecha de lágrimas de cristal, de 65 metros de diámetro y dos toneladas de peso. Sus secretos, recorrer sus estancias, asombrarnos con la increíble acústica de la sala del tímido Zar, Nikolai II donde es posible oír a alguien hablando en voz baja a diez metros de distancia, habiendo cincuenta personas en el recinto. Pero lamentablemente no pudimos asistir a ninguna representación, como tampoco en el Stanivlasky donde la compañía no bailaba esos días.

El Mijhailovsky Ballet en los saludos de La Bella Durmiente.
Pero en San Petersburgo la cosa ya fue distinta, en el Mijhailovsky pudimos disfrutar de una compañía magnífica con la Bella Durmiente que Nacho Duato les montó cuando se hizo cargo de su dirección artística al dejar la Compañía Nacional de Danza. Se trata de una hermosa producción bastante respetuosa con el clásico pero con algunas licencias más o menos afortunadas a nuestro juicio. Pero no es el objetivo de este artículo hablar de Nacho ni del Mijhailovsky, si no que nos vamos a centrar en las Joyas de la corona, en el Mariinsky histórico y en el Mariinsky II donde el ballet que tuvimos la gran suerte de ver fue precisamente, Joyas, de George Balanchine.

Nuestro tour por el edifico histórico del Mariinsky recientemente re-inaugurado, nos permitió descubrir un edificio por el que han pasado las más grandes leyendas de la danza del mundo. Una percibe una energía especial cuando pasea por él, cuando asciende a su impresionante cúpula bajo la cual se realizan los telones con todo un sistema de poleas y mecanismos dignos de la mejor ingeniería para moverlos. Camerinos, ateliers de vestuario y como no, ese escenario con su alto grado de inclinación, en el que ya está montado, en el fondo, el decorado del segundo y cuarto actos de ese Lago que se representará por la noche y para el que las entradas hace semanas que están agotadas.

Imagen del impresionante edificio del Mariinsky histórico.
Sorprende el color verde de la tapicería ¿será para ir a juego con la pintura del exterior del teatro? No. Dos teorías al respecto. La tapicería es verde en homenaje al rio Neva que cruza la ciudad... mmmm... las aguas del Neva no son precisamente verdes, ni mucho menos azules. Creemos mejor la segunda teoría, esa que nos cuenta que la amante del Zar de la época, era una bailarina de inmensos ojos azul verdes y él pidió que ese color se reflejara en las butacas.

El palco central, ese desde el que los zares disfrutaban de sus artistas preferidos, se reserva ahora a las autoridades y visitantes ilustres, ya no es ni la familia imperial ni el gobierno soviético quien puede ocuparlo. Si no hay visitantes oficiales, las entradas se ponen a la venta unos días antes de la función a un precio razonable, cualquiera pueda sentarse y ver el ballet desde ese sitio privilegiado.

Es emocionante estar ahí, como también lo va a ser descubrir el Mariinsky II, el nuevo y moderno edificio unido al histórico por un pasillo elevado, aunque su acceso al público en general es por una entrada independiente. A pesar de que el proyecto generó polémica, ahora todo el mundo está encantado. El nuevo recinto es una preciosidad, amplios espacios, decoración de cristal, maderas nobles, paredes como ámbar, el famoso material adorado por Catalina la Grande y símbolo de Rusia. Una auténtica joya en sí mismo que además sirve este año para exposiciones conmemorativas del centenario de Marius Petipa. Zapatillas, fotografías, vestuario, objetos fetiche para todos los frikies del ballet entre los que confieso sin rubor estar.

Interior del Mariinsky II.
Fue en este escenario donde vimos las Joyas de George Balanchine (1904-83). George Balanchine es uno de los artistas capitales para entender la historia de la danza desde el siglo XX, tanto en términos de calidad como de cantidad. No sólo elevó a un escalafón mayor en complejidad técnica, formas expresivas y virtuosismo al ballet académico, sino que ha sido uno de los coreógrafos más prolíficos de la historia.

Educado en la tradición de los teatros imperiales rusos en San Petersburgo, su carrera comenzó cuando se unió a Sergei Diaghilev y a sus Ballets Rusos en 1924, convirtiéndose en el nuevo creador impulsado por el visionario productor y por las composiciones del vanguardista Igor Stravinsky.

Trabajó con la compañía rusa hasta su desaparición por la muerte de Diaghilev en 1929. En 1934 voló a Estados Unidos bajo el mecenazgo de Lincoln Kirstein y fundó la Escuela del American Ballet, pilar donde se crearon las grandes compañías americanas, como el New York City Ballet, que dirigió desde 1948 hasta su muerte. Balanchine colaboró estrechamente también con el Ballet de la Ópera de París para el que desde 1929 hasta los años 70, montó una quincena de sus ballets.

Joyas fue estrenado por el New York City Ballet en abril de 1967, el año pasado se celebró su cincuentenario y el Mariinsky lo tiene en su repertorio desde 1999. Podemos decir que hubo un precursor con la primera producción de Balanchine Symphony en C para la Opéra de París en 1947. En ella, cada movimiento del ballet, luego llamado Le Palais de Cristal, se caracterizaba por un color de joya diferente.

Renata Shakirova en Joyas (Rubis). Foto: Natasha Razina

Retomando este concepto, Balanchine seleccionó esmeraldas, rubíes y diamantes para su coreografía, habiendo considerado también en un primer momento las perlas y los zafiros. Cada acto es distinto en demostración de escuela y tiene música de un diferente compositor: Fauré para Esmeraldas, Stravinsky para Rubíes y Tchaikovsky para Diamantes. De Gabriel Fauré (1845-1924) extractos de Pelléas et Mélisande y Shylock; de Igor Stravinsky (1882-1971) el Capriccio para piano y orquesta y de Piotr Illitch Tchaïkovski (1840-1893) extractos de la Symphonie n°3 en ré majeur «Polonaise» op. 29, movimentos 2, 3, 4 y 5, por no considerar Balanchine el primero, adecuado para bailar.

Con Joyas, considerado el primer ballet abstracto de la historia, Balanchine se inspiró en la belleza de las piedras preciosas de los exquisitos joyeros Van Cleef & Arpels y en las partituras de los tres compositores mencionados.

A. Lukina y F. Mamedov en Joyas (Esmeraldas).
Foto: Valentin Baranovsky
Pero Joyas no se trata tanto de gemas sino de estilos de la danza clásica. Para el coreógrafo, este ballet representaba los estilos de los tres países en los que el desarrolló su carrera: Francia, Estados Unidos y Rusia. Aprendió a bailar y coreografiar en Rusia, donde vivió hasta 1924, alcanzó su madurez artística en Francia, sobre todo en la época de los Ballets Rusos de Diaghilev’s y fue en Nueva York donde desarrolló el grueso de su carrera y fundó escuelas y compañía.

El año pasado, con motivo del cincuentenario, el ballet se representó en Nueva York con el Ballet de la Ópera de París bailando Esmeraldas, el New York City Ballet, Rubies y el Bolshoi los Diamantes.

La música fluye en la danza francesa de las Esmeraldas, en que el movimiento de los brazos es muy importante. Esta parte evoca al París del siglo XIX, a los ballets románticos con bailarinas de tutú largo, a ese estilo de danza cuyas señas de identidad son la delicadeza, la fluidez y el carácter etéreo de sus pasos.

Con los Rubíes aparece el jazz americano de los años treinta, ese estilo pícaro de los musicales, el deseo, la sensualidad y la provocación, con las posiciones clásicas llevadas al extremo. Un trabajo de formas angulosas, de largas extensiones y pies en flex en algunas ocasiones. El vestuario es corto y posee un cierto aire a musical de Broadway. 

Vitrina con tutús históricos.
Los Diamantes son puro ballet clásico imperial, un homenaje en toda regla de Balanchine al Ballet Imperial Ruso y a su musa, Suzanne Farrell con sus bailarinas con unos deslumbrantes tutús blancos y ellos de blanco también al estilo del más puro príncipe clásico. La obra abre con un vals para un cuerpo de baile de diez bailarinas y dos solistas. Los Diamantes son una síntesis del arte de Marius Petipa y Lev Ivanov y en su composición percibimos la grandeza de los ballets imperiales.

Acompañada por mis compañeros de viaje, amigos de muchos años, gente inquieta y receptiva, unos más habituados a espectáculos de danza que otros pero todos abiertos a descubrirla y ya conquistados por la Bella del Mijhailovsky, nuestra función en el Mariinsky era esperada con gran expectación y no defraudó. Los distintos colores de las joyas representadas se perciben no solo en el vestuario sino también en la decoración. Nada más abrirse el telón, la belleza de lo que se ve en escena subyuga al instante.

Las Esmeraldas, con los bailarines en esa colocación perfecta, con esos magníficos trajes y con el fondo de brillantes piedras preciosas de color verde sabiamente iluminado, provoca inmediatamente admiración. La pareja formada por Anastasia Lukina y Fuad Mamedov son un regalo para los sentidos. Tampoco Anastasia Kolegova con Ivan Oskorbin como segunda pareja desmerecen en absoluto ¡Qué buenos bailarines!. En el paso a tres descubrimos a Laura Fernandez, ¿será española? No, es Suiza, ganó beca en Lausanne y formada en la escuela Vaganova integró la compañía de San Petersburgo. Junto a ella Nadezhda Gonchar y Vasily Tkachenko, conformaron el paso a tres. Esmeraldas fue una delicia de acto, una danza de gran clase y elegancia.

Oksana Skorik y Yevgeny Ivanchenko en Joyas (Diamantes).
Foto: Nathasha Razina
Con Rubís de nuevo al abrirse el telón sorpresa magnífica y un ohhhh admirado. Aquí ya solo con ver la formación, el color y el vestuario uno intuye que se va a tratar de algo totalmente distinto. Un estilo vivo, temperamental, energético, pícaro, que los bailarines del Mariinsky abordan con ganas. Se dejan ir y te atrapan de forma inmediata. Renata Shakirova está espectacular, sus cualidades técnicas, sabias extensiones al servicio del arte, nunca de más, aporta el temperamento que requiere el ballet. Bellos pies en flex cuando de eso se trata y carácter seductor, con miradas lángidas o pícaras siempre dentro del buen gusto. Yevgeny Konovalov, Yekaterina Chebykina, Aleхei Atamanov, Vyacheslav Gnedchik, Denis Zainetdinov y Ramanbek Beishenaliev, fueron el resto de principales de una de las partes más vistosas y que fácilmente enganchan al respetable.

Nos quedaba Diamantes, la parte más majestuosa, esa que siempre provoca también un gran impacto al presenciar esa gran clase en la colocación de un cuerpo de baile, magnífico, que luce en todo su esplendor. Diamantes es el gran ballet ruso, es la magia y la suntuosidad que Marius Petipa y Lev Ivanov aportaron a la danza académica y que pervive hoy en día por su belleza. Evolucionemos como evolucionemos siempre es un bálsamo para el espíritu recrearse en las cosas bellas, admirarlas y aunque sea por un instante, evadirse y soñar. Así vivimos todo este ballet en general y los Diamantes en particular.

La música de Tchaikovsky (1840-1893) es la que por descontado debía acompañar esta parte. El compositor ruso del ballet por excelencia estudió en el Conservatorio de San Petersburgo, donde más tarde el propio Balanchine estudiaría piano además de danza. Tchaikovsky es uno de los más populares compositores románticos, autor de los más celebrados ballets de esa época y que son auténticas obras de arte inmortales, creados con Marius Petipa. El Lago de los Cisnes, el Cascanueces y La Bella Durmiente son aún representados y admirados a lo largo y ancho del planeta.

Oksana Skorik y Yevgeny Ivanchenko en Joyas (Diamantes).
Foto: Natasha Razina
Tuvimos la grata sorpresa de que en el papel principal bailara Oksana Skorik, elevada al rango de Principal hará unos dos años. A Oksana pudimos conocerla en el Liceu de Barcelona gracias a Ibstage. ¡Nunca les podremos agradecer lo suficiente al equipo de Ibstage que nos hayan traído a estos magníficos bailarines que de otro modo nos habría sido imposible descubrir! ¡gracias Leo Sorribes por tu gusto y tu acierto!.

Diamantes representa la grandeza del ballet Imperial ruso y del Teatro Mariinsky, donde Balanchine se formó. Los grandes críticos de danza Mary Clarke y Clement Crisp escribieron: “Si toda la herencia imperial rusa del ballet se perdiera, siempre nos quedaría Diamonds para mostrarnos su esencia”. Oksana de la que ya sabíamos su valía, estuvo magnífica arropada por su partenaire Yevgeny Ivanchenko. Los otros grandes bailarines de esta hermosa parte fueron: Diana Smirnova, Vitaly Amelishko, Anastasia Nikitina, Alexander Beloborodov, Vlada Borodulina que debutaba en este rol, Nikita Korneyev, Shamala Guseinova y Alexander Romanchikov y como no, arropados por un cuerpo de baile espectacular.

La orquesta titular del teatro Mariinsky dirigida por Gavriel Heine en el foso, fue la acompañante perfecta para una función inolvidable.


FICHA TECNICA


JEWELS

Ballet in three parts

Choreography by George Balanchine

Conductor Gavriel Heine

Staging by

Karin von Aroldingen, Sara Leland,
Elyse Borne, Sean Lavery

Scenery by Peter Har vey

Costumes by Karinska

Recreations of costumes supervised by Holly Hynes

Original lighting by Ronald Bates

Lighting by Perry Silvey

Lighting Adaptation for the Mariinsky II by Andrei Ponizovsky


EMERALDS

Music by
Gabriel Fauré
from
Pelléas et Mélisande
and
Shylock

Cast

Anastasia Lukina
Fuad Mamedov
Anastasia Kolegova
Ivan Oskorbin
Nadezhda Gonchar
Laura Fernandez
Vasily Tkachenko
and artists of the Mariinsky Ballet


RUBIES

Music by
Igor Stravinsky
(Capriccio for Piano and Orchestra)
Piano solo:
Alexandra Zhilina

Cast

Renata Shakirova
Yevgeny Konovalov
Yekaterina Chebykina
Aleхei Atamanov
Vyacheslav Gnedchik
Denis Zainetdinov
Ramanbek Beishenaliev
and artists of the Mariinsky Ballet

DIAMONDS

Music by
Pyotr Tchaikovsky
from Symphony No3 in D Major

Cast

Oxana Skorik
Yevgeny Ivanchenko
Diana Smirnova
Vitaly Amelishko
Anastasia Nikitina
Alexander Beloborodov
Vlada Borodulina
debut
Nikita Korneyev
Shamala Guseinova
Alexander Romanchikov
Coaches
Elena Yevteyeva
Nina Ukhova
Elena Vorontsova
Gennady Selyutsky
Yuri Fateev
Maxim Khrebtov




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