sábado, 23 de julio de 2011

El único « Baptiste » de José Martinez como regalo de adiós al público del palais Garnier

Loïc le Duc
Traduccion : Carolina Masjuan

Version française


José Carlos Martinez / Baptiste
Foto : Julien Benhamou
Los oropeles de Garnier, en esa tarde del 15 de julio, anunciaban «Les Enfants du paradis» del bailarín étoile y coreógrafo José Martinez. Sin una sola localidad disponible, el público acudió a aclamar, para su última función, al que ha representado el estilo académico de la danza francesa en los mejores escenarios a nivel internacional. 

Y para esos “adieux”, José Martinez interpretaba, por primera vez, el rol de «Baptiste» al lado de su fiel pareja de escena, Agnès Letestu. Inolvidable velada de adiós, como sabe organizarlas la Ópera de París y que se clausuró con veinte minutos de ovación por parte de un público totalmente conquistado.

Cincuenta años después de su estreno, Les Enfants du paradis fue consagrada como «mejor película de todos los tiempos» por la crítica francesa. Poco queda por decir de su aura ya legendaria y su capacidad de cristalizar, en el imaginario colectivo, unas imágenes contundentes.   

Los agudos diálogos de Jacques Prévert, el juego extraordinario de Arletty y de Jean-Louis Barrault y la belleza formal de las imágenes en blanco y negro, filmadas por Marcel Carné, permiten comprender la fascinación que el film ejerce en las generaciones sucesivas. Pero el tema elegido contribuye a ello de forma decisiva. Nos re-envía al viejo París, al París romántico de antes de la modernización «haussmanniana», a la época en que la ciudad, cercana aún al campo, resonaba desde el alba al atardecer con los mil gritos de los pequeños comerciantes de la calle, a la época también en que los teatros estaban más que nunca en el centro de la actividad social, ofreciendo a los aristócratas, a los nuevos burgueses, así como al más humilde del lugar, lugares para soñar y manifestar sus opiniones. El clima del boulevard du Temple, centro neurálgico del teatro popular, está restituido en la película de Carné por un vasto fresco, un verdadero homenaje a la vitalidad de las artes del espectáculo de entonces. Al empararse del escenario de Jacques Prévert, el bailarín étoile José Martinez, no solo adapta una gran historia de amor a las emociones de la danza, si no que reúne en la escena de la ópera todas las tradiciones del espectáculo. Sin querer reproducir el film de Carné, Martinez se ha inspirado de la dimensión eminentemente coreográfica de la obra, para nutrir su propia escritura. 

Agnès Letestu / Garance

La última función de José Martinez en calidad de danseur-étoile tuvo pues lugar el viernes 15 de julio, en un ambiente festivo. Una franca alegría que el público era invitado a compartir desde su misma entrada en el vestíbulo dorado del palais Garnier, donde unos saltimbanquis le daban la bienvenida, bajo un gran redoble de tambores y a los gritos de «Última función de José Martinez». 

Y rápidamente, entramos de lleno en el asunto: la multitud, los caballetes, los mirones… Mimo en el teatro de los Funámbulos, Baptiste se enamora de la bella Garance, que está siendo cortejada por el bandido Lacenaire. Pero un brillante y ambicioso recién llegado, Frédérick Lemaître, sucumbe también a los encantos de la bella. Sin tener en cuenta los celos de la dulce Nathalie, que ama a Baptiste sin ser correspondida… 

En un segundo plano, la perspectiva de las casas y los teatros del bulevar se nos muestra en blanco y negro bajo un cielo azul. Sólo el mundo del teatro está coloreado. Para esta obra, Martinez emplea con mucha perspicacia todos los hilos del teatro en el teatro. Los bastidores de los decorados de Ezio Toffoluti obstruyen la escena. Los bailarines, mezclados con los técnicos, los empujan, los giran y los mueven. Uno de ellos nos muestra por una cara la puerta de la pensión de Madame Hermine y por la otra, una de sus habitaciones. El decorado del teatro de los Funámbulos desciende de la bóveda, más estrecho que el escenario de Garnier, a fin de que descubramos en directo el malicioso encanto de la vida entre bambalinas: la relación del artista con su espejo, un pianista observando el escenario por el rabillo del ojo, abrazos indolentes mientras se espera la entrada en escena, y el hermoso juego del trucaje, como la sábana azul que se agita de un lado a otro de una barca, para imitar el curso del agua por la que ésta desciende. 

Pero lo que emociona de forma particular a lo largo de esas dos horas de espectáculo, es el sentimiento de felicidad compartido por el grupo. Los bailarines de la Ópera no escatiman esfuerzos: muy numerosos, con vestidos firmados por Agnès Letestu, haciendo malabares, girando el tambor, hablando, chillando, titiriteros, bajando del escenario al patio de butacas, transformando las escaleras de Garnier en el bulevar del Crimen, a la hora en que la multitud del público la toma por asalto, o bien como teatro de los Funánbulos durante el entreacto. 

Agnès Letestu / José Martinez - Foto : J. Benhamou

El reparto anunciado ese 15 de julio contribuyó en gran medida al éxito del espectáculo: Vincent Chaillet, felino y virtuoso como Lacenaire, con la mano ágil de los carteristas. Florian Magnenet nos brinda un Fréderick Lemaître, convertido en bailarín virtuoso, más que en dios del teatro, de muy buena factura; Caroline Robert es una maravillosa Madame Hermine; Clairemarie Osta una apasionante Nathalie. Agnès Letestu interpreta a Garance: preciosa, sensual, fatal, pero sobretodo independiente. José Martinez, para su última aparición como danseur-étoile de la compañía, interpretó, por primera vez, a Baptiste: siempre en la luna, apasionado y enamorado, restituye la magia de las escenas de mímica del film de Carné y Prévert. Y ahí, toca directamente al corazón.

De manera general, la coreografía ha sido pensada en función de los intérpretes y los personajes que encarnarán. Pero no se puede hablar de un fraseo coreográfico propio de Martinez, ya que el danseur-étoile se ha nutrido de las escrituras disponibles en el repertorio de la compañía parisina: las escenas de multitud apelan a la gestualidad de Mats Ek, la escena del baile a Neumeier y su Dama de las Camelias… Y ahí, la música de Marc-Olivier Dupin, juguetona y franca, encuentra su sitio con delicadeza, sin forzar jamás ni abrumar la tierna poesía de la obra
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José Martinez

Pero en esa velada del 15 de julio de 2011, la fiesta no acabaría en el bulevar del Temple: confetti y serpentinas estallaron por doquier para acompañar la partida de José Martinez: llueven ramos, aplusos y bravos también; los admiradores, los amigos, los colegas no quieren de ninguna forma que el telón caiga sobre el escenario de Garnier. Desde el foso de la orquesta hasta el «gallinero», Garnier aclama, de pie, a la “étoile”. Todas las estrellas «del momento» y el cuerpo de baile han acudido a reunirse en el escenario al que ha encarnado, durante muchos años, noble y admirablemente, la danza francesa. Ante este entusiasmo, José Martinez atraviesa el foso de la orquesta, a hombros Yann Saïz, para un baño de multitud… y es recibido por un público caluroso y una miríada deestrellas: Ghislaine Thesmar, Pierre Lacotte, Elisabeth Platel, Elisabeth Maurin, Delphine Moussin, Claude de Vulpian…. Son numeros los que, ellas y ellos, furtivamente, secan algunas lágrimas... 


José Martinez nos promete volver la próxima temporada para interpretar «Appartement» de Mats Ek … son numerosos los que ya ahora, esperan la difusión de los elencos para no faltar a la próxima con la estrella originaria de Cartagena.


Distributions :
Garance : Agnès Letestu
Baptiste : José Martinez
Frédérick Lemaître : Florian Magnenet
Lacenaire : Vincent Chaillet
Nathalie : Clairemarie Osta
Madame Hermine : Caroline Robert
Le Comte : Yann Saïz

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