El pasado 14 de Abril de 2016 tuvo lugar en el Theater Magdeburg (ciudad de Magdeburg, Alemania) la
premier de Coppélia con coreografía de Gonzalo
Galguera, director artístico de la compañía estable del teatro; y música original de Léo
Delibes.
Cristina Ribé
Ballet de repertorio clásico estrenado el 25 de Mayo de 1870
en la Ópera de París con coreografía
de Arthur Saint-León para un libreto
de Saint-León y Charles Nuitter y música de
Léo Delibes, sobre un cuento de E.T.A. Hoffman.
Acerca de Coppélia, George Balanchine
dijo: “Así como Giselle es una gran
tragedia, Coppélia es una gran
comedia”, y realmente se trata de un
ballet sentimental y a la vez cómico que se reafirma como una desviación
evidente de los ballets románticos, podríamos catalogarlo como entre romántico
y clásico. Los ballets románticos contaban siempre con figuras etéreas como por
ejemplo las Sylphides o las Willis y sus
finales solían ser trágicos. En Coppélia solamente los muñecos autómatas
podrían considerarse personajes de esta índole, todos los demás roles son muy
humanos y terrenales, además el final es feliz. Asimismo se conjugan la danza
clásica, la de carácter y la pantomima. La propia acción se desarrolla en un
pueblo fronterizo donde hay influencias de varias etnias y de su folklore:
húngaros, polacos,gitanos… lo que da lugar a crear un espectáculo vivo, festivo
y lleno de color. De hecho, en la Coppélia
original se introdujo por primera vez al ballet europeo las Czardas, danzas folklóricas húngaras.
Argumento
La acción transcurre en una aldea alemana donde viven, entre
otros, la traviesa Swanilda (Lou Beyne), su novio Franz (Daniel Smith), y el juguetero Coppélius ( Juan Pablo Lastras). Este último habita en una misteriosa casa
donde guarda sus creaciones, desconocidas para el resto: muñecos de tamaño
humano. Franz queda prendado de la bella joven de la ventana dejando
incluso de lado a su prometida. Esta, dolida, decide entrar junto a sus amigas
en casa de Coppélius y averiguar qué
oculta allí. Después de curiosear, Swanilda
decide suplantar a Coppélia, la
muñeca favorita. Maravillado, el juguetero ve como su creación preferida toma
vida. Swanilda, tras divertirse un
rato, le confiesa la verdad. Finalmente es rescatada por su novio y ambos huyen
de la casa. Posteriormente y durante la boda de ambos, Coppélius les perdona y el pueblo celebra el nuevo matrimonio.
La Coppélia de
Gonzalo Galguera
La coreografía de Gonzalo Galguera concede
a los bailarines pocos instantes de relajación, movimientos muy rápidos y
precisos que requieren mucha destreza y técnica por su parte. No sólo los
principales roles resultan complicados, el cuerpo de baile se mueve al unísono
por un escenario que resulta un tanto reducido para el lucimiento general de la
compañía. Este detalle no repercute en el resultado final de la obra que deja
en el espectador una huella llena de buena energía contagiada por la explosión
vital de música y baile.
Pocas son las variaciones temáticas de la coreografía de
Galguera comparadas con la obra original. El Vals de las Horas lo
ejecutan chicos y chicas en lugar de únicamente bailarinas, Coppélius es invitado por los novios a
formar parte de la celebración de la boda en lugar de ser él quien se presenta
a la autoridad de la aldea pidiendo una compensación por los perjuicios
ocasionados por la pareja… En el último acto, Galguera crea dos figuras que
bien podrían formar parte de lo sobrenatural o espiritual y dan un toque
romántico al Ballet: La Alegoría a la
oración (Bendición Divina) y la Alegoría
a la Naturaleza. Todos ellos pequeños detalles que personalizan la obra y
realzan, si cabe, el contenido de la misma.
El decorado, original de Juan León, habitual colaborador de Galguera, conserva la base
clásica de una villa alemana, con toques de modernidad sobretodo en cuanto al
color y formato. El taller de Coppélius lejos
de ser un lugar lúgubre y tenebroso como su propietario, presenta una enorme
pieza de maquinaria que introduce al espectador en el mundo de los muñecos
autómatas. Ambos conceptos resultan muy acertados creando una perfecta amalgama
con el resto de elementos de la representación.
Lou Beyne demuestra en el rol de Swanilda una vez más, su
extraordinaria técnica clásica unida a un gran carisma y talento para la
actuación. Teniendo en cuenta el abundante uso de la pantomima en este ballet,
es necesario potenciar la base teatral de los bailarines. Tanto ella como Daniel Smith (Franz), gran bailarín que irradia seguridad y posee una notable
potencia de salto, y Juan Pablo Lastras (Coppélius) cumplen con creces ese
cometido. Éste último rol es exclusivamente teatral, en ningún momento baila,
todo es mímica y borda su papel haciendo brotar del público sonrisas e incluso
risas, durante la actuación, la cual, lejos de ser exagerada, se encuentra en
su justa medida. Este fantástico coreógrafo y bailarín español encuentra en Coppélius una magnífica ocasión para
demostrar su valía también como actor. El que fuera compañero de Galguera en
Dessau durante sus primeros años como bailarines en Alemania, se reencuentra
con su amigo para realizar un trabajo impecable.
Puro ballet clásico al más alto nivel. Una obra fresca,
divertida, apta para todos los públicos, y con una música deliciosa que dejará
al público un recuerdo inolvidable.
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