María Riccetto y Gustavo Carvalho, Franz y Swanilda. Foto: Antonio Bofill |
Para
su única programación de ballet de la temporada, el Gran Teatre
del Liceu nos ha presentado al “nuevo” ballet del Sodre.
Nuevo, porque bajo la dirección de Julio Bocca, esta compañía
de más de ochenta años de historia, brilla como nunca y nos brindó
una deliciosa Coppélia en todos los sentidos.
Carolina
Masjuan
Y
cuando decimos en todos los sentidos es porque todo, absolutamente
todo, alcanzó un nivel de sacarse el sobrero. Se trata de una
producción amena, rica, deliciosa, tanto en la parte de baile como
en la pantomima, el vestuario de José Varona es colorido,
elegante y armónico, el decorado, también de Varona, rico en
matices y muy bien conseguido, la adaptación coreográfica de
Enrique Martínez de 1968, brillante, pero sobretodo esta
compañía admira por sus bailarines y por la gran calidad como
conjunto que ha logrado Bocca con su dirección en los apenas cinco
años que la dirige. Jovencísimos todos, la función del día 20,
que clausuraba su estancia en el Liceu, se vivió de forma
absolutamente festiva y con gran entusiasmo.
Maria Riccetto, Swanilda y sus amigas. Foto: Antoni Bofill |
Ariele
Gomes y el malagueño Ciro
Tamayo, a quien hemos ido siguiendo desde que ganara el premio en
el primer Certamen Internacional de Danza Ciutat de Barcelona,
nos brindaron una Swanilda y un Franz muy convincentes.
Jovencísimos ambos, llenos de talento, poseen un gran potencial y ya
ahora abordaron los exigentes roles principales con seguridad y
maestría. Danza ágil y delicada la de Ariele y salto potente el de
Ciro con una pantomima excelente en ambos, sacando sonrisas y
despertando las simpatías del público. Artistas que trascienden y
enamoran.
Daniel
Galarraga como Doctor Coppélius, Nicolasa Manzo y
Lucas Enri, solistas en la Mazurca, Vanessa Fleita en
las Czardas, Paula Penachio como Aurora y Nina
Queiroz en la Pregaria, fueron los otros solistas
destacados de la noche del 20.
Pero
aparte de los solistas, la gran mención que merece esta función
debe ser para el cuerpo de baile. Milimétrica ejecución en todas
las danzas, simetría, calidad, y un tercer acto absolutamente
embriagador. Portés perfectamente ejecutados, líneas
espectaculares, una presentación de una gran belleza que guardaremos
en la retina mucho tiempo.
María Riccetto y Daniel Galarraga. Foto: Antoni Bofill |
Tampoco
hay que olvidar el estupendo papel que jugó la Orquesta
Sinfónica del Gran Teatre del Liceu, dirigida por Martín
García que sonó magnífica y supo adecuarse tan bien a los
tempi de los bailarines. ¡Una gran noche!
Y
eso que cuando una leyó que se programaba Coppélia debe
confesar que se sintió bastante decepcionada. ¿Coppélia?
Sí, en el Liceu la última Coppélia que vimos data de muchos
años atrás, cuando con el teatro recientemente quemado, vimos la
versión de Roland Petit con una sublime Lucía Lacarra
en el Teatre Victoria, pero Coppélia
nos la trajeron recientemente en Cataluña el Ballet de Cuba, el
English National Ballet, y a otro nivel, evidentemente, la
versión para sus alumnos de formación del CDC, así que
pensamos ¿por qué no traer al Ballet del Sodre con, por ejemplo,
Onegin, que también figura en su repertorio y no se ha visto
en Barcelona? –lo trajo Porta Ferrada con el Ballet
de Munich hace años pero no era en un teatro cerrado- Los
trabajos de Cranko, MacMillan, son apenas vistos por aquí y
es obligación del Liceu programar diversidad para poder ir formando
público y permitirle apreciar los distintos estilos que el clásico
puede ofrecer.
Vanessa Fleita como Aurora. Foto: Antoni Bofill |
Aunque
no olvidemos que lamentablemente, en el Liceu, más que en ningún
otro teatro de su categoría del mundo, el ballet es la Cenicienta de
las artes, no se le valora, no se le tiene en cuenta. Sólo tres
programas esta temporada y uno de un grupo de bailarines aún en
formación como es IT Dansa, que está muy bien que tenga su
espacio en el Liceu, pero que no es de recibo programar como
propuesta de la temporada y menos siendo ésta tan escasa y cuando
nos dan, completando la propuesta, un Angelin Preljocaj que
veremos con interés pero que dado la mínima programación, no
dudaríamos en sacrificar en aras a tener más clásico.
Eso
sin decir, una vez más, que no entendemos cómo un teatro de ese
nivel y esas características, no tiene una compañía propia.
Montevideo, su Presidente, Enrique Mujica corrió a contratar,
antes de que se le adelantaran, a Julio Bocca para re-vitalizar el
conjunto del Sodre (Servicio Oficial de Difusión Radio Eléctrica)
que arrancó en noviembre de 1935 y que había sido un referente de
la cultura uruguaya y motor de la danza local, hasta que en 1971 un
incendio devastó el teatro. Aquí, en cambio, otro bailarín de
indiscutible valía y prestigio, compañero como Principal en el
American Ballet Theater de Julio Bocca presentó una atractiva
y suficientemente estudiada a nivel económico propuesta y apenas si
le quiso ni siquiera escuchar.
Y es aún más incomprensible si se recuerda que no hace tanto ya la tuvo. Una compañía cosechando éxitos por toda Europa, generando afición y dando un sentido al Liceu que se erigía como templo de la cultura catalana, estrenando ballets creados por coreógrafos de aquí, con música compuesta por compositores de aquí, bailados por bailarines de aquí, formados por escuelas de aquí y que era seguida en la temporada de danza que transcurría en primavera y parte del verano por numeroso público local y foráneo.
Y es aún más incomprensible si se recuerda que no hace tanto ya la tuvo. Una compañía cosechando éxitos por toda Europa, generando afición y dando un sentido al Liceu que se erigía como templo de la cultura catalana, estrenando ballets creados por coreógrafos de aquí, con música compuesta por compositores de aquí, bailados por bailarines de aquí, formados por escuelas de aquí y que era seguida en la temporada de danza que transcurría en primavera y parte del verano por numeroso público local y foráneo.
Coppélia por el Ballet del Sodre. Principales y Cuerpo de Baile al final del tercer acto. Foto: Antoni Bofill |
Ahora
él, Ángel Corella triunfa en Filadelfia dirigiendo el
Ballet de Pensilvania. Una pena en todos los sentidos,
cultural, por todo lo que nos ofrecía y que demostró con creces el
tiempo que le dejaron, y económica, por la rentabilización que su
ballet supondría para el Liceu y para Barcelona toda.
En
la rueda de prensa ofrecida por Julio Bocca, la ex estrella del ABT
comentó que su objetivo era llevar esta formación hacia ocupar un
puesto entre los 10 mejores ballets del mundo.
La formación se compone de unos setenta bailarines, entre ellos, la bailarina uruguaya Maria Riccetto, conocida en Barcelona ya que bailó de la mano de Ángel Corella de quien fue compañera, al igual que de Julio, en el ABT. La mitad del elenco es, como ella, autóctona del país, el resto procede de todas partes del mundo.
María Riccetto y Gustavo Carvalho, Franz y Swanilda. Foto: Antonio Bofill |
Julio
está satisfecho con la evolución de la compañía hasta la fecha.
Tienen muchas peticiones para actuar en el extranjero y de hecho
ya están preparando actuaciones en el Festival de Danza de
Cannes, la Ópera de París o
el Covent Garden de Londres.
Para
2018 preparan una nueva producción de La bella durmiente
dirigida por Mario Galizzi y vestuario de Ágata Ruiz
de la Prada. Y para 2019 una nueva Cenicienta de
Denis Volpi, residente en el Ballet de Stuttgart. En
2017 estrenarán obras contemporáneas creadas por bailarines de
la compañía.
Julio
considera que hay que tener en cuenta el contemporáneo, pero afirma
que el Ballet de Sodre es clásico porque él lo es y es el estilo
que más le gusta. En los cinco años que lleva a su frente, ha
conseguido cambiar el perfil de esta compañía que conmemoró
el año pasado su 80º aniversario con esta producción de
Coppélia. Desde su llegada la compañía transmite otra
energía, con bailarines muy jóvenes pero de gran calidad y ha
logrado conectar muy bien con el público y ampliarlo, yendo desde
los 4 a los 80 años.
Comentó
que en Uruguay no es raro encontrarse en un espectáculo de danza al
mismo grupo de amigos que va a ver fútbol. La apuesta de este
pequeño país de tres millones y medio de personas por la danza está
dando frutos. El Ballet Nacional Sodre ha atraído en el
último lustro a medio millón de espectadores y realizado 334
funciones en Uruguay y 50 en el extranjero. Entre los 30 títulos
estrenados la mitad han sido grandes producciones, con muchos
títulos clásicos como 'El lago de los cisnes', Giselle, La
Bayadera y Don Quijote.
Toda la compañía en los saludos finales con Julio Bocca y Martín García. Foto: Antoni Bofill |
Ahora
la compañía de Julio Bocca se va a Madrid con dos programas
distintos, la propia Coppélia y un programa neoclásico con
obras de Kilian y Duato que tuvimos el privilegio de
verles ensayar la mañana del 20 en el Liceu. No se lo pierdan, ¡no
se arrepentirán!
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