En el marco de la Balletwoche
2017, el Moskow Stanislavsky Ballet, presentó
los días 6 y 7 de abril, en el Teatro
Nacional de Munich (Alemania) la esperada producción, Mayerling, una de las joyas del Festival, protagonizada en sus principales
roles por Sergei Polunin y Natalia
Somova.
Cristina Ribé
El ballet se concentra en la
figura del Príncipe Rudolf magníficamente representada por Sergei Polunin. Es uno de los papeles más exigentes del repertorio
clásico masculino. Incluye siete pasos a dos con seis bailarinas diferentes y
varios solos, a los que se añade una interpretación que requiere estados de
ánimo muy distintos. Polunin interpreta a la perfección la relación de odio con
su mujer; la relación edípica con su madre con la que muestra una gran
debilidad; la ambigua relación con su ex-amante; el entusiasmo y la pasión con
María su último gran amor. Asimismo, su adicción a las drogas y el aturdimiento
provocado por éstas, las cefaleas debidas a la sífilis y su obsesión con la
muerte: él quiere morir pero no solo.
Excepcional la actuación de
Sergei Polunin en el rol de un personaje con innumerables aristas psicológicas.
Kenneth McMillan, un coreógrafo
rompedor
El gran coreógrafo inglés tuvo
una muerte tan dramática como muchos de
protagonistas de sus obras. Murió entre bambalinas mientras se reponía Mayerling el 29 de octubre de 1992. Su
legado en el ballet es indiscutible. Estableció una nueva forma de crear
ballets con un lenguaje sin secretos y una exposición casi morbosa de
situaciones reales que, hasta ese momento, no se veían en un escenario: sexo,
violaciones, suicidios, drogadicción… presentado así, en crudo, como la vida
misma.
No le faltaron detractores, pero
eso no le disuadió. Siguió esa línea creativa, con la que tal vez se liberó de
sus fantasmas de la infancia mientras creaba los más bellos pas de deux de la historia del ballet
del siglo XX.
Su compañera durante más de 20
años, Devorah MacMillan, posee la
custodia de los derechos de todas sus obras y vela cuidadosamente por todas
ellas. Según sus propias palabras, “Kenneth era como un canal a través del cual
las cosas surgían. No era particularmente analítico o capaz de verbalizar lo
que estaba haciendo, y eso le ponía muy nervioso. Cada vez que trabajaba en una
nueva obra parecía estar aterrorizado, en el sentido de que consideraba lo que
hacía como un rompecabezas gigante para el cual tenía que encajar las piezas.
Era un hombre obsesivo, altamente motivado como todos los grandes artistas, a
veces, en detrimento de sus relaciones personales, porque hablamos de una
personalidad muy focalizada en su propio
interés. El objetivo primordial de sus obras era incomodar al público,
hacerle pensar. Reforzó el poder del ballet clásico y de su lenguaje, lo
rescató de una perfección cristalizada para poder decir con él todo tipo de
cosas.”
Un placer para la audiencia
El Moskow Stanislavsky Ballet cumplió las expectativas de un público
entregado y fiel a las grandes piezas clásicas como la que nos ocupa. La
técnica depurada y gran calidad artística de todos y cada uno de los
componentes de la compañía hicieron las delicias de la audiencia que demostró
con largos aplausos el éxito de la obra.
Mayerling: Su obra maestra
Kenneth MacMillan se interesó por
la familia real de los Habsburgo y la desaparición del Imperio Austro-Húngaro
tras la lectura de “The Eagles die: Franz Joseph, Elisabeth and their Austria”
de George Richard Marek (1974). La historia del doble suicidio del
príncipe heredero y su joven amante, María
Vetsera, en el pabellón de caza del emperador Francisco José I en Mayerling (aldea cercana a Viena) en 1889,
siempre ha estado envuelta en el misterio y la intriga.
Argumento
Prólogo
Entierro en el cementerio de
Heiligenkreuz antes del amanecer.
I Acto
Comienza con la boda imperial
entre el Príncipe Rudolf, heredero
del Imperio Austro-Húngaro (Sergei
Polunin) y la Princesa Estefanía de
Bélgica (Anastasia Limenko), en cuya
fiesta el novio no deja de flirtear con otras mujeres y en especial con María Vetsera (Natalia Somova) que ha sido introducida por la Condesa Larisch (Anastasia Pershenkova) (ex -amante del príncipe), frente al estupor
del resto de invitados. La atracción es mutua, pero son interrumpidos por cuatro
oficiales húngaros que buscan el apoyo del joven príncipe a su causa política
separatista.
Rudolf visita a su madre en su
habitación mientras su mujer le espera en sus aposentos preparándose para la
noche de bodas. Ya en la habitación nupcial, Rudolf aterroriza a su esposa con
un cráneo y un revólver y termina forzándola.
II Acto
Rudolf lleva a Estefanía a una
taberna de dudosa reputación para encontrarse con Mitzi Caspar (Oxana Kardash),
la prostituta a la que frecuenta. Pronto se va disgustada. Rudolf se queda
acompañado de su cochero Bratfisch (Saryal Afanasef) y de sus amigos los
conspiradores húngaros. Hay una redada policial. Mitzi y Rudolf se esconden. Al
quedarse solos, trata de persuadirla de que deberían suicidarse juntos, pero
ella le rechaza. Una vez fuera de la taberna Rudolf se encuentra con la condesa
Larish que le presenta de nuevo a María, en un encuentro cuidadosamente ideado.
En la siguiente escena, María
está contemplando un retrato de Rudolf cuando llega la condesa de visita a su
casa y , tomando una baraja de cartas, le predice que pronto sus sueños se
harán realidad. María le da una carta para Rudolf.
Durante la celebración del
cumpleaños del emperador en el palacio, donde toda la corte está reunida
(incluida la archiduquesa María, madre del emperador) y una embarazada
Estefanía, la emperatriz Isabel le ofrece abiertamente a su esposo un retrato
de Katerina Schratt, su amante, que
está a su lado y luego, durante los fuegos artificiales, ella busca la atención
de su amante, el coronel “Bay” Middleton. Todo esto lo ve Rudolf con amargura e
ira. La condesa le entrega la carta de María.
Estando el príncipe en su
habitación, aparece María y se destapa la pasión y el deseo entre ellos.
III Acto
Se abre con una cacería real con
todos los miembros de la corte. Al príncipe Rudolf se le dispara el arma
matando a un caballero que se encontraba muy cerca de su padre… el emperador
Francisco José empieza a temer por su
vida.
Rudolf está en su apartamento, se
ha inyectado morfina. María se reúne con él y éste le pide que mueran juntos.
Ella accede.
El conde Hoyos y el príncipe
Felipe se reúnen en el Pabellón de caza con Rudolf, después de beber unas copas
se despiden de él. Aparece María. Hacen el amor apasionadamente y finalmente
él la dispara y luego a sí mismo.
Epílogo
El cuerpo sin vida de María es
arrastrado al ataúd y es enterrada antes del amanecer.
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