miércoles, 20 de febrero de 2019

II Gala "Ballarins Catalans al Món"

Los bailarines participantes en la Gala del Sábado tras la función.
Foto: Josep Guindo

En el Centre Cultural de Terrassa se ha celebrado la segunda Gala «Ballarins Catalans al Món». De nuevo bajo la dirección artística de Marisa Yudes, la Gala ha reunido artistas catalanes que bailan en compañías de fuera de nuestro país. 

Carolina Masjuan

Gran éxito de público agotando las localidades en las dos funciones realizadas. Variedad de estilos, con algunas coreografías de los propios bailarines de corte neoclásico y contemporáneo pero sin renunciar a variaciones clásicas en el programa. 

Júlia Cortés y Francesc Fernández. 
Foto: Josep Guindo
Este año la Gala debía contar con la presencia del bailarín catalán formado en el Institut del Teatre y la John Cranko School de Stuttgart, Roger Cabrera Cuadrado, a quien vimos en la Gala de Girona en Septiembre pasado. Tras cuatro años bailando en Stuttgart, Roger integra ahora el Czech National Ballet de Praga (próximamente publicaremos la entrevista que nos concedió) pero una inoportuna lesión justo la semana antes le impidió participar. 

En su lugar para la primera parte se recurrió a un compañero suyo, Federico Leovoli, de la compañía checa que junto con la bailarina Ayaka Fujii nos ofrecieron un muy buen paso a dos del Corsario

En el segundo acto y a petición de la dirección artística, María Rovira montó rápidamente su bonita coreografía Vestida de Nit, para dos de los bailarines de su compañía Crea. Con música de Silvia Pérez Cruz, Keyvin Martínez, que interpreta el rol de Carlos Acosta en Yuli la película sobre el gran bailarín cubano, acompañado de Aina Gargallo, llenaron el hueco con una pieza contemporánea que obtuvo grandes aplausos. 

La función del domingo contó con la presencia de la bailarina principal del Ballet del Sur (Italia) Nuria Salado. Sus profesores David Campos e Irene Sabas no se perdieron la actuación de una de sus pupilas destacadas. A Nuria la conocimos también nosotros en su época de estudiante, en la que destacaba junto a Anna Vila en los festivales de fin de curso, teníamos ganas de verla en el zenit de su carrera y desde luego no defraudó. En La Traviata de Fredy Franzzutti nos deleitó con una paso a dos neoclásico de gran belleza. Provocadora y seductora en Carmen, también de Fredy Franzzutti, fue la encargada de cerrar la gala. 

Mariona García Fornell. Foto: Josep Guindo
Otro plato fuerte fue la intervención de Julia Cortés, muy aplaudida merecidamente, en los dos pasos a dos, neoclásico y contemporáneo de ejecución muy difícil, que junto a su partenaire resolvieron magníficamente. Júlia se mostraba realmente encantada de poder bailar en casa y más en una Gala dirigida por su ex maestra, ya que se formó en la escuela de Marisa Yudes en Badalona. A Júlia la acompañó Francesc Fernández, ambos llegaron del Ballet del Teatro de Lüneburg (Alemania). Sus dos piezas eran coreografías de ellos mismos: Otra Luna, un tango con música de Sigur Ros y Endless con música de Lisa Gerrard y Patrick Kassidy de la banda sonora de Ashes and Snow.

Mariona García Fornell y Sergio Méndez Romero formada ella en el CDC de Joan Boix y Roser Muñoz y bailando actualmente en el Ballet Nacional Moràvia y Silèsia, optaron por un paso a dos de Coppélia en el primer acto y una pieza de corte neoclásico en el segundo, la pieza Eness thoughts del propio Méndez y música de Max Richter. Un placer ver a esta deliciosa bailarina es escena con una ejecución muy solvente del clásico y ofreciéndonos un precioso paso a dos neoclásico. 

Jaume Costa y Nathalie Franke. Foto: Josep Guindo
Jaume Costa estudió en el Institut del Teatre y en el English National Ballet, junto con Natalie Franke, llegaron del Landestheater Coburg (Alemania). Bailaron Mosaic con coreografía de Jaume Costa y música de Philip Glass y La Bella Durmiente en el segundo acto. Mucho más brillantes en el primero con el precioso paso a dos creación del bailarín que se nos reveló también como un coreógrafo a seguir. 

El sábado también participaron en la gala, la bailarina Gisela Fontarnau con Narcís Subatella, quienes comentaron que encontrándose casi al fin de su carrera como bailarines, el hecho de poder bailar aquí ha sido un auténtico regalo. 

Y hemos dejado para el final la actuación de los bailarines llegados desde la Ópera de Oslo. Ricardo Castellanos, que ya debía haber bailado en la primera edición y entonces fue él quien debió renunciar por una lesión. Ricardo, de casta le viene al galgo, es descendiente por ambas partes de auténticas leyendas de la danza cubana. 

Ricardo Castellanos. Foto: Josep Gindo

El joven bailarín de apenas 20 años, formado por su padre en Catalunya -aún le recordamos en algunas actuaciones en el Casinet de Hostafrancs-, y en la escuela del Royal Ballet donde Rodolfo fue maestro unos años, nos ofreció dos exigentes piezas del repertorio clásico, el paso a dos del Lago de los Cisnes (cisne negro) y Diana y Acteón

Nuria Salado y Carlos Montalván.
Foto: Josep Guindo
Con un físico ideal de príncipe, alto, apuesto y elegante, su Siegfried ya nos mostró su espectacular elevación y sus piruetas seguras, con un control y equilibrio espectaculares pero fue como Acteón cuando ya el público se rindió por completo a su arte. Un gran bailarín con un gran futuro por delante. Su partenaire, la aún más joven bailarina noruega Elise Nøkling-Eide, le acompañó con gran solvencia, un poco dubitativa como Odile pero ya mucho más segura como Diana ofreciendo una hermosa prestación de este difícil y exigente rol y unos muy buenos fouettés

Es muy interesante ver a bailarines a quienes has visto muy jóvenes formándose en las excelentes escuelas catalanas, bailar ahora como profesionales. Es a la vez triste constatar que no hay sitio para ellos aquí. Aunque ahora dispongamos de nuestro querido Ballet de Catalunya, ni éste cuenta aún con suficientes apoyos, ni la danza está reconocida como merece. Esperemos que con estas iniciativas los responsables culturales vayan abriendo los ojos y la situación vaya cambiando. 

Algunos llegaron de pequeños teatros de Landers alemanes, donde es impensable que un teatro no cuente con su compañía de ballet, más o menos importante en función de los recursos de cada uno, pero siempre presentes. Aquí, tanto en Catalunya como en España, solo el Centre Cultural de Terrassa es sede de una compañía de ballet. Ojala haya otros teatros que sigan su ejemplo y se pueda dar cabida a más bailarines para que marchar sea sólo una opción y no una obligación.





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