lunes, 13 de febrero de 2017

Anjelin Preljocaj en el Liceu

Spectral Evidence. Foto: A. Bofill

Los bailarines del coreógrafo de origen albanés afincado en Francia, Anjelin Preljocaj, actuaron por primera vez en el Gran Teatre del Liceu y nos presentaron dos piezas creadas para el New York City Ballet: Spectral Evidence (2013) y La Stravaganza (1997) que se inspiran en Las Brujas de Salem y en la inmigración respectivamente.

Carolina Masjuan

La compañía de Anjelin Preljocaj no es desconocida en Barcelona, ya la vimos en el Mercat y también actuó en el Teatre Nacional pero sí era su debut en el Liceu. Establecidos en Aix en Provence, el elenco está formado por 24 bailarines y entre los que vinieron al Liceu, podemos citar a tres españoles, uno de ellos el catalán Sergi Amorós, en la compañía desde 2009, el murciano Víctor Martínez desde 2015 y el mallorquín Fran Sánchez también en el elenco desde 2009.


La Stravaganza. Foto: A. Bofill
Las obras que habíamos visto hasta ahora en Barcelona eran piezas creadas para ellos, sin embargo también realiza el coreógrafo encargos para otras compañías, como han sido estos dos trabajos para el New York City Ballet, reunidos ahora en el Liceu por primera vez en un solo espectáculo, o el célebre Le Parc que realizó para el Ballet de la Ópera de París y cuya parte final con el impactante beso, es archiconocida ya que fue la imagen de un anuncio publicitario de Air France.

Confesó el coreógrafo que cuando se trata de crear obras para otras compañías, se apoya en los bailarines dejando lugar a la improvisación durante el proceso creativo, para que ellos puedan aportar su punto de vista e involucrarse en el resultado final.

No sabemos cuál sería el resultado vistos ambos ballets por la compañía para la que fueron creados, pero sí podemos afirmar que el elenco de Preljocaj lo forman unos muy buenos bailarines, con una buena técnica clásica, gran capacidad de expresión y movimiento en el que destacan brazos y manos muy expresivos y usados a fondo.

Yurié Tsugawa en Spectral Evidence.
Foto: A. Bofill
En Spectral Evidence, creada en 2013, el decorado lo forman unos paneles movedizos que los propios bailarines, ocho en total, van desplazando en función de las necesidades. Las « brujas » se deslizan o ruedan por ellos de formas diversas y en ellos, son juzgadas, quemadas, enterradas… Entre las cuatro parejas que evolucionan constantemente por escena, destaca la bailarina Yurié Tsugawa, ella nos brindará también un bello paso a dos, triunfo del amor entre tanta violencia e incomprensión. 

Muchos silencios alternan con fragmentos musicales de John Cage elegidos como acompañamiento. La obra, sin embargo, no despierta terror ni piedad, sino que más bien destila sensualidad con los susurros que acompañan la ejecución de los danzarines. Una bella pieza en cuanto a danza se refiere.

La Stravaganza, primera obra creada para la compañía americana por Anjelin Preljocaj en 1997, es un trabajo para 12 bailarines entre los que en su estreno en Nueva York, estuvieron dos coreógrafos muy conocidos actualmente, Benjamin Millepied y Christopher Wheeldon, ambos por aquel entonces en el elenco del New York City Ballet. Con música de Vivaldi y otros compositores contemporáneos, Anjelin la creó como canto a la emigración. Siendo él mismo hijo de padres emigrantes, Nueva York es la muestra perfecta de una ciudad hecha de personas de origen diverso y pluralidad cultural.

Cuando los bailarines bailan al son de la preciosa música de Vivaldi, con vestidos ligeros y amplitud de movimiento, la danza es armónica, musical, muy bella. En cambio, para el conjunto barroco, se utiliza una música contemporánea hecha de ruidos estridentes que resulta difícil de digerir. Cuando ambos grupos se fusionan, La Stravaganza vuelve a funcionar mejor sin que, no obstante, se logre discernir del todo qué es lo que pretende el coreógrafo. La transmisión del mensaje no acaba de funcionar pero, de nuevo, la excelente danza se hace evidente y convence.

La Stravaganza. Foto: A. Bofill


Una corta velada, sin música en directo, a unos precios poco asequibles, para un programa más adecuado para el Mercat o el TNC. Un Liceu que apenas superaba la mitad del aforo siendo realmente una lástima ver tantas localidades vacías. El público asistente el día de clausura, despidió a la compañía con calurosos aplausos.

¿Se darán cuenta en el Liceu que allí lo que se demanda es clásico? ¿Podremos ver a alguna de las múltiples compañías europeas, y por tanto fáciles de traer, que disponen de repertorio variado más adecuado al coliseo de las Ramblas. Ballet de Stuttgart, Ballet de Munich, Ballet de Oslo, Ballet Real de Dinamarca, HET National Ballet y tantas otras. Ballets de repertorio, románticos, clásicos, neoclásicos, Bournonville, Balanchine, McMillans, Crankos, Liam Scarlett, Wheeldon, etc., etc., ¿Cuándo tendrán en cuenta a la danza y sabrán sacarle el partido que le podrían sacar con una buena programación? ¡No cesamos de preguntárnoslo!

La Stravaganza. Foto: A. Bofill

Esperamos a ver qué nos deparará la próxima temporada. La de este año ha sido tan sumamente pobre que sería muy difícil hacerlo peor y no tanto por la calidad de las propuestas, sino por la cantidad y la poca conveniencia de su programación en el Liceu como platos únicos de una muy pobre propuesta.




2 comentarios:

  1. Una buena crítica.Totalmente de acuerdo en tu apreciación sobre la poca idoneidad de el Liceu para este espectaculo.
    En el Liceo hay hambre de ballet clásico. Si hicieran una "mini" temporada de danza con sus respectivos abonos la gente responderia.
    El tema de los precios de las entradas es sangrante.....

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    1. Muchas gracias por opinar!! Y celebro que coincidamos. Sé que som molts que opinem el mateix en quant al Liceu i la programació en dansa.

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