The Kisses. Foto:Ewa Krasucka |
Con la
música de Bach como hilo conductor y con la participación de la Orquesta y el
Coro del Gran Teatre del Liceu, dirigidos por Jakub Chrenowicz, la compañía
polaca nos presentó cuatro coreografías distintas. Un compositor, cuatro obras
y cuatro coreógrafos.
En Bach Dances se encuentran cuatro miradas sobre cómo traducir en movimiento a uno de los músicos que más han fascinado a la danza, desde Balanchine a Forsythe y desde Duato a Platel, pasando por Spoerli, entre un gran número de creadores coreográficos.
Carolina Masjuan
En Bach Dances se encuentran cuatro miradas sobre cómo traducir en movimiento a uno de los músicos que más han fascinado a la danza, desde Balanchine a Forsythe y desde Duato a Platel, pasando por Spoerli, entre un gran número de creadores coreográficos.
Carolina Masjuan
Abre el programa The kisses, una pieza del polaco Emil Wesolowski, en la que los bailarines ponen movimiento al Concierto para clavecín núm. 1 en Re menor. Inspirada en los poemas de la poetisa polaca contemporánea Halina Poswiatowska, “poesía de la danza, una inspiración divina y... besos -tímidos, tiernos, apasionados-”. Seis parejas y un solista para una coreografía luminosa a la que embellece un hermoso vestuario de seda de colores vivos obra de Magdalena Teslawska. Los movimientos de los bailarines incorporan pasos y gestos de las danzas barrocas en una simbiosis perfecta con la música. Yuka Ebihara, primera solista de la compañía, baila con seguridad y delicadeza, ella será la gran protagonista de la noche con roles destacados en cada una de las piezas, excepto en The Green, totalmente masculina. Maksim Woitiul, también primer solista, ejerce como maestro de ceremonias con una danza enérgica y académica.
Concerto Barroco. Foto: Ewa Krasucka |
La
segunda pieza, la ya conocida y siempre admirada Concerto Barocco de
George Balanchine, es un ejercicio de danza pura en la que sobresale el dúo de
las bailarinas interpretando al primer y al segundo violín del Concierto
para dos violines en Re menor. Esta obra se inició como un ejercicio de George
Balanchine para la escuela del American Ballet, entrando posteriormente en el
repertorio del Ballet Ruso de Montecarlo. Concerto Barocco fue uno de los tres
ballets del programa de la primera representación del New York City
Ballet. “Ballet is woman” decía Balanchine, y efectivamente, en Concerto
Barroco, como en muchas otras de sus obras, las bailarinas son las reinas de la
fiesta. Un único varón sale esporádicamente en escena con la única misión de
realzar a la mujer. La pieza está correctamente interpretada y se gana largos
aplausos.
Y
después de esta pieza hiperfemenina, le llega el turno al ballet masculino The
Green, con la música «Herr, unser Herrscher», coro de la Pasión según San Juan,
BWV 1043 interpretado por el Coro del Gran Teatre del Liceu que dirige
José Luis Basso. Ed Wubbe eligió un fragmento de la Pasión según San Juan para
expresar la vulnerabilidad del ser humano mediante los cuerpos de siete
bailarines evolucionando sobre un cuadrado verde. La música y el coro subyugan y emocionan, no así la danza, el
movimiento no está a la altura y tampoco los intérpretes parecen estar
demasiado involucrados en la transmisión de esa vulnerabilidad.
The Green. Foto: Ewa Krasucka |
Cierra
la función In Light and Shadow de Krzysztof Pastor, con música de las Variaciones
Goldberg y la Suite orquestal núm. 3 en Re mayor. Una obra coral que
incluye algunos hermosísimos duetos, como el primer paso a dos, con la preciosa
música de las Variaciones Goldberg y con unos magníficos Yuka Ebihara y Vladimir
Yaroshenko. La pieza evoca escenas barrocas, la pintura de Vermeer también se
hace presente, con un estudiado juego de luces y sombras y los acertados trajes
de Tatyana van Walsum. Maria Zuk, Sergey Popov, Maksim Woitiul, Ewa Nowak y Adam
Kozal por citar sólo a los artistas más destacados, pero también todos los demás
bailarines de la compañía polaca, nos brindaron una magnífica despedida con
esta brillante pieza.
Además
de sus actuaciones en casa, el Ballet Nacional de Polonia realiza sendas giras
como la que le ha traído al Liceu. En la segunda mitad de esta temporada abarcarán dos grandes producciones
coreográficas: Romeo y Julieta con el Joffrey Ballet de Chicago y La tempestad, basado también en Shakespeare, con el Ballet
Nacional de Holanda en Amsterdam.
In Light and Shadow. Foto: Ewa Krasucka |
Desde que
Krzyszof Pastor se hiciera cargo del Ballet Nacional de Polonia en 2009 la
compañía se ha internacionalizado. Hoy el 35% de los bailarines son extranjeros
y como en cualquier compañía europea hay españoles. Fantásticos bailarines que
aquí no son valorados, cuyo arte no es apreciado y que se ven obligados a
emigrar para delicia de las múltiples compañías existentes en el resto de
Europa dónde sí se sabe qué es Cultura.
No es
que fuera una gran noche de ballet pero ¡qué envidia ver una compañía con un
rico repertorio, con un elenco numeroso, con sede en un teatro de ópera! ¡Cuánto
nos gustaría que Barcelona y el Liceu se dieran cuenta de lo que aporta
cultural y también económicamente una compañía de danza a cualquier ciudad y a
cualquier teatro!
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