Nina Samadashvili y Ruben Muradyan como Hada de Azúcar y Príncipe en la Suite del Cascanueces. Foto: Josep Guindo |
Gran
expectación con la visita del Ballet Estatal de Georgia en el Centre Cultural de Terrassa. Sobretodo
por ser quien es actualmente la directora artística de la compañía, la
maravillosa Nina Ananiashvili.
Carolina Masjuan
Desgraciadamente aquí no la hemos podido ver
bailar, pero no por ello es menos conocida por el público balletómano. Su gran
calidad técnica, pero sobretodo, su enorme capacidad artística, la han hecho
mundialmente famosa, siendo muy elocuente la gran cantidad de videos en youtube
sobre su trayectoria y especialmente sobre su despedida como bailarina
principal del ABT con el Lago de Los Cisnes con Ángel Corella como Siegfried y
Marcelo Gomes como Rothbard y con ese final, ya en el curtain call, que entusiasmó
a todo el público del MET, cuando Marcelo la alzó para lanzarla a los brazos de
Ángel quien la recogió con un perfecto "fish" de la bailarina. Los
afortunados que se hicieron con una localidad ese día no lo olvidarán jamás, ya
que si siempre es todo un acontecimiento en Nueva York cuando un principal del
ABT se va, la despedida de Nina fue una de las más apoteósicas.
Svetlana Kiknazde y Giorgi Chkhaidze en la danza oriental de la Suite de Cascanueces. Foto: Josep Guindo |
Nina
empezó como patinadora, se le daba muy bien y era muy feliz patinando, pero a
la edad de 10 años, después de que su entrenadora preparara para ella “La muerte
del cisne” y su madre le confeccionara un precioso tutú con plumas, decidió ser
bailarina. Su carrera se desarrolló en Rusia, Londres y USA, pero para saber
más acerca de su trayectoria, pronto podrán leer la entrevista que nos concedió
para ballet y más.
Terrassa
había de ser quien nos acercara a la compañía que ahora dirige. La ciudad
vallesana cuenta con la temporada de danza más antigua de España, treinta años,
y el clásico siempre ha sido el principal estilo representado, trayendo
compañías de calidad y programas variados.
Con un teatro lleno hasta la bandera, la representación empezó con la suite de Cascanueces con la célebre música de Tchaickovsky. Cuarenta y cinco minutos del clásico navideño por excelencia, donde no faltó nada para la comprensión de la historia y que hizo las delicias del público. Aunque desde el punto de vista técnico, el nivel de las bailarinas se observó muy superior al de los chicos y es que es en los clásicos donde realmente se detecta la calidad de una compañía. No obstante, el conjunto en general consiguió una agradable puesta en escena y una ejecución correcta.
Serenade. Foto: Josep Guindo |
Tras el primer descanso llegó Serenade.
Balanchine tomó la deliciosa música de la serenata para cuerdas de Tchaikovsky
y le puso movimiento. Su lema “ballet is woman” es en esta coreografía donde
queda más patente. Al abrirse el telón y ver esas diecisiete bailarinas
perfectamente colocadas, etéreas en sus vestidos largos de tul color azul
cielo, tenuemente iluminadas, los ohhh!!! del público maravillado confirmaron
lo impactante de la escena.
Cada movimiento se desarrolla de una forma tan
bella, tan musical, tan sumamente delicada, que uno piensa que es la perfección
absoluta. No podría ser de otra manera. Los pocos varones, casi meramente
porteadores para el lucimiento de las bailarinas. Una maravilla de coreografía
del gran maestro ruso americano que pocas veces se puede ver por nuestros
lares. De hecho, en España, sólo recuerdo haberla vista hace varios años en Peralada
por el Boston Ballet en esas inolvidables funciones dedicadas a Bournonville y
Balanchine.
Siguió el
momento culminante de la noche, el sólo “La Muerte del Cisne” con música de
Camille Saint-Saëns, creado por Fokine para la Pavlova y que interpretó la
propia Nina. Sus tablas, su calidad técnica que conserva intacta y su belleza
escénica, nos hipnotizaron.
Nina Ananiashvili en La muerte del Cisne. Foto: Josep Guindo |
El instante final es, en la ejecución de Nina, un
poco distinto al habitual ya que la bailarina gira su torso para dar su último
suspiro como cisne, sobre su “ala” izquierda en lugar de la derecha. Muy
hermosa miniatura de apenas tres minutos. Pero la gran sorpresa para Nina y
para la mayoría del público asistente, fue la presencia de Ángel Corella, su
gran amigo y partenaire en muchas representaciones del ABT, así como en
numerosas galas, quien subió a escena para entregarle un precioso ramo de
flores. La sopresa y emoción de Nina fueron patentes y por si quedaba alguna
duda, Nina no dudó en regalarnos una segunda representación de “La Muerte del
Cisne”. ¡Muchas gracias Nina y gracias también a tí Ángel!
Giorgi Mshvenieradze. Foto: Josep Guindo |
Para
finalizar, la divertida, original y brillante coreografía de Jiri Kylian, Sechs
Tänze con música de Mozart. Son muchas las compañías que la tienen en su
repertorio, entre ellas nuestra IT Dansa, pero a pesar de conocerla tan bien,
uno nunca se cansa de verla.
Por la hermosa y dinámica música y por la
genialidad de Kylian, quien usando elementos propios de la época en la que fue
escrita: miriñaques, pelucas empolvadas, floretes,... nos ofrece un delirante
juego de parejas en el que pericia, dotes interpretativas y mucho humor, se
ponen al servicio de una coreografía que, no obstante, nos ofrece grandes dosis
de poesía. ¡Magnífico colofón!
Ángel Corella haciendo entrega del ramo a Nina Ananiashvili Foto: Josep Guindo |
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