El Ballet de Cuba en la danza de las Czardas. Foto: Albert Alemany |
El Ballet de Cuba nos visita de
nuevo en una extensa gira por España, con un programa variado. Presenta
sobretodo el Lago de los Cisnes, que ya vimos por Cataluña hace dos años
-entonces junto a Cenicienta y de los que ya hablamos en Ballet y más- y Coppélia.
Pero además de alguna función de "Shakespeare y sus Máscaras” en
Granollers, Alicante o Córdoba, se hará una única representación de Giselle en el
Teatro de la Maestranza de Sevilla el día 2 de noviembre.
Carolina Masjuan
Será esta Giselle una función
muy especial ya que en esa fecha, en 1943, en el Metropolitan Opera House de Nueva York, se produjo el debut de la mítica bailarina y
coreógrafa cubana como protagonista del título romántico por excelencia,
consagrándola a ella y catapultando definitivamente a la danza clásica cubana
hasta lo más alto de la esfera internacional. Alicia Alonso, que a sus 93 años es
un mito vivo de la danza contemporánea, aún acompaña a la compañía en sus
giras, por lo que se augura una muy emotiva y especial función, recordando esa
otra acaecida hace ya la friolera de 70 años.
Coppélia en l'Atlàntida de Vic. Foto: Albert Alemany |
Por nuestra parte, nos desplazamos a Vic, la capital de la comarca catalana de Osona, para, desde su magnífico teatro L’Atlántida, disfrutar de este delicioso ballet que tan poco podemos ver por estos lares, porque si exceptuamos la versión moderna en clave de musical del Ballet de Víctor Ullate, tendríamos que remontarnos a hace casi ya veinte años, ya que la última vez que una compañía trajo la Coppélia clásica a Barcelona fue el ballet de Roland Petit, cuando aún Lucía Lacarra estaba con ellos y nos deleitó con una magnífica Swanilda en el Teatre Victoria mientras se estaba reconstruyendo el Liceu después del incendio de 1994.
Coppélia es una fiesta, es uno
de esos ballets que crean afición, muchos niños en el teatro, algunos ya fans
entusiastas por conocer la historia gracias al DVD del Royal Ballet y
totalmente dispuestos a disfrutar de su ballet preferido en vivo y en directo.
La Atlàntida es uno de esos teatros de capital de provincias que vela por crear
afición, favoreciendo el contacto directo del espectador con los artistas
mediante charlas, ensayos, clases... Nosotros no nos perdimos el final de la
clase y el ensayo abierto al público que nos permitió ver cómo los bailarines
se adaptaban al escenario, pulían detalles, y eran dirigidos por su maestra
repetidora. Un placer entrar ya en materia, descubrir a "viejos"
conocidos de la última vez en que la compañía nos visitó hace dos años. Echando
también de menos a algunos, como Osiel Gounod, que nos dejó entusiasmados
entonces y que, siguiendo los pasos de las super-estrellas Yolanda Correa y
Yoel Carreño, se ha incorporado a la compañía de Ballet de la Ópera de Oslo.
Yanlis Abreu, Jessie Domínguez, Massiel Alonso y Regina Hernández. Foto: Albert Alemany |
Grettel Morejón estuvo fantástica
como Swanilda, no sólo a nivel técnico, realmente espectacular su forma de
clavar las puntas sin la mínima vacilación tras una variación difícil, sino como
dueña del papel. Ernesto Álvarez, excelente partenaire, la secundó con
poderío.
Lissi Baéz en las Czardas estuvo deliciosa, con una gran
ligereza y musicalidad. El cuerpo de baile, aunque acusando
algún desajuste, mostró calidad y solvencia.
Grettel Morejón, Swanilda. Foto: Albert Alemany |
Toda la pantomima, muy exigente
en este ballet, estuvo perfectamente resuelta haciendo la historia comprensible
y provocando la sonrisa e incluso las carcajadas del espectador. Las amigas de Swanilda: Yanlis Abreu,
Jessie Domínguez, Massiel Alonso y Regina Hernández y los amigos de Franz:
Arián Molina, Alfredo Ibáñez, Omar Morales y Roberto Vega, convencieron en sus
variaciones, así como un Doctor Coppélius (Ernesto Díaz) tragicómico, que provocaba sentimientos
entrecruzados, como debe ser.
En el tercer acto, las
variaciones del Amanecer (Dayesi Torriente) y la Oración (Mayrel Martínez) estuvieron bien bailadas.
Se notó algún desequilibrio en los dificilísimos portés en los
que las bailarinas van saltando una tras otra desde el suelo al hombro de sus
respectivos partenaires. Ya en el ensayo de la tarde, se identificó esta parte
como una de las más necesitadas de práctica.
Fue una buena función de ballet,
todos salimos contentos, tarareando las partes más conocidas y esperando el
regreso de la compañía con otros ballets de repertorio.
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