La decisión del INAEM, de limitar las horas extras retribuidas a 60 anuales, hace peligrar el estreno de la Compañía Nacional de Danza en el Teatro Real, previsto para el próximo 24 de mayo.
El coreógrafo sueco Mats Ek y José Carlos Martínez en la presentación del estreno |
Lola Ramírez
El programa es tentador: La Compañía Nacional de Danza, con la presencia del coreógrafo Mats Ek, estrena en el Teatro Real de Madrid, Casi-Casa, obra del coreógrafo sueco. Seis funciones entre el 24 de mayo y el 1 de junio.
Además de la pieza mencionada, el público del Real tendrá ocasión de presenciar el especial programa mixto: "Allegro Brillante, de Balanchine, In the Middle, Somewhat Elevated, de Forsythe, y el paso a dos Delibes Suites, de José Carlos Martínez.
Todo maravilloso y esperanzador si no fuera porque el propio director de la CND, ha confesado ayer en rueda de prensa que el estreno del sábado está en el aire, y califica de "compleja" la situación que se está viviendo en la sede de la compañía nacional. "Estamos hablando con cada bailarín y técnico para solucionarlo".
¿Que ha pasado? Sucede que el INAEM acaba de anunciar que las horas extras retribuibles a los bailarines no podrán exceder las 60 anuales. Eso sí, en el hipotético caso de que algún bailarín estuviera dispuesto a traspasar este límite haciendo horas sin cobrar, se les compensaría con días libres. Y ahí esta la duda, ya que según parece para que los bailarines puedan llevar a cabo su trabajo en condiciones optimas, tienen necesariamente que exceder ese límite. Si están dispuestos a aceptar ese trabajar en precario que propone la intervención delegada de Hacienda nadie lo sabe. Hay que tener en cuenta que un integrante del cuerpo de baile de la CND cobra 900 euros y un solista poco más de mil. Una cosa es amar la danza y otra muy distinta trabajar por amor al arte.
Así están las cosas. Y, como bien dice José Carlos Martínez, "las horas extras son opcionales, el bailarín es libre de aceptar o no hacerlas. Y, continúa afirmando que "lo del tope de 60 horas anuales a pagar" es lógico en el caso de un trabajador de oficina, pero no en el caso de un artista "que tiene que trabajar sábados y domingos o hacer dos funciones al día, nada que ver con otros funcionarios de los ministerios".
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