La Bayadère por el Ballet de Monterrey. Foto: Josep Guindo |
Tras una semana con su Lago, del que publicamos crónica aquí, ha llegado el turno de La Bayadère. El Ballet de Monterrey que dirige José Manuel Carreño, finaliza su estancia en el Teatre Tívoli de Barcelona y su gira española con esta obra clásica del repertorio que sitúa su acción en la India de Brahamanes y Rajás.
Carolina Masjuan
Carolina Masjuan
Yoel Carreño Solor. Foto: Josep Guindo |
Esa versión fue la que estrenó la compañía de Ángel Corella con la propia Makarova venida a España para montarla y es la que más conocemos por estos lares. Su final pone las cosas más en su lugar y el paso a tres entre el espíritu de Nikiya, Gamzati y Solor es una auténtica delicia, no obstante el hilo argumental se sigue también perfectamente con solo dos actos y los artistas del Ballet de Monterrey hacen suyo ese mundo oriental consiguiendo trasladar al espectador y hacerle vivir con ellos la tragedia de La Bayadère.
Si ya en el Lago loábamos el hecho de que se hubiera invitado a Yoel Carreño para que bailase el rol principal en algunas funciones, aquí se da además la circunstancia de que puede compartir escenario con su hermano ya que José Manuel, también en algunas funciones, interpreta el rol del pérfido Gran Brahaman perdidamente enamorado de Nikiya, a quien a pesar de todo intenta salvar ofreciéndole el antídoto al veneno de la serpiente que ha mordido a la Bayadera desde el ramo ofrecido por Gamzati. Algo que ella rechaza al comprobar el poder que ejerce la hija del rajá sobre su enamorado.
José Manuel y Yoel Carreño. Foto: Josep Guindo |
Los dos hermanos se muestran realmente felices de poder compartir estos días juntos y encima incluso bailar juntos. Algo que no descartan repetir siempre que sus agendas lo permitan.
Yoel Carreño y Lissi Baéz Solor y Gamzatti. Foto: Josep Guindo |
También a nivel social fue un evento muy agradable ya que muchos de nosotros aprovechamos para conocernos y compartir una deliciosa función.
Y es que de nuevo el artista cubano ofreció una prestación de altísimo nivel. Solor es ese guerrero enamorado convencido de su total devoción por Nikiya que no obstante cae en las redes de la hija del Rajá.
Olivia Quintana Nikiya. Foto: Josep Guindo |
Nikiya, la bailarina mejicana Olivia Quintana es una bailarina solvente con larga trayectoria como principal con la compañía.
Lissi Báez por su parte, fue una Gamzati poderosa, brillante y malévola. Con gran seguridad en sus equilibrios, sus pirouetes y sus fouetés, fue otro de los grandes pilares de la función. Tanto ella como Nikiya bordaron la parte teatral de su lucha en las estancias del rajá por el amor de Solor.
Conocíamos a Lissi de su época con el Ballet de Cuba cuando éste estuvo también en el Teatro Tívoli. Llevando ahora ya varias temporadas en Monterrey se mostró encantada de estar en esta compañía, donde ha crecido mucho y se le ofrecen muy buenas oportunidades. No duda en manifestarnos su admiración por el maestro y director José Manuel Carreño y la felicidad que le supone poder contar con un partenaire de la talla de Yoel.
Daynier Rivero fue el encargado de dar vida al vistoso rol del ídolo de bronce, cosa que hizo con solvencia.
El cuerpo de baile no desmereció y sobretodo en Las Sombras nos ofreció una prestación exquisita del sueño onírico de Solor. No descendieron por ninguna rampa y fueron dieciséis en total las bailarinas, más las tres sombras solistas, pero es que el escenario del Tívoli no permite tampoco un gran despliegue y el efecto que produjeron fue el deseado, cautivando a la audiencia que las premió con un cálido aplauso.
La gran maestra cubana Karemia Moreno que fue el aya en la ya comentada Bayadère de Corella, también estuvo presente en las funciones del Tívoli.
Daynier Rivero fue el encargado de dar vida al vistoso rol del ídolo de bronce, cosa que hizo con solvencia.
Daynier Rivero Ídolo de Bronce. Foto: Josep Guindo |
El cuerpo de baile no desmereció y sobretodo en Las Sombras nos ofreció una prestación exquisita del sueño onírico de Solor. No descendieron por ninguna rampa y fueron dieciséis en total las bailarinas, más las tres sombras solistas, pero es que el escenario del Tívoli no permite tampoco un gran despliegue y el efecto que produjeron fue el deseado, cautivando a la audiencia que las premió con un cálido aplauso.
El Ballet de Monterrey en La Bayadère. Foto: Josep Guindo |
¡Cuantos recuerdos! Qué suerte tiene Monterrey al tener mecenas que apoyan el arte y la cultura y permiten la continuidad de su compañía de ballet nacida en 1990 gracias a la iniciativa de la Sra. Yolanda Santos de Hoyos.
La producción, con escenografía de Raúl Font y vestuario de Marco Reyna es colorida y vistosa.
Lissi Báez en Gamzatti. Foto: Josep Guindo |
Poco aforo para una compañía muy digna y con unos solistas de grandísimo nivel. ¡Gracias Ballet de Monterrey por su visita y por habernos permitido disfrutar de dos grandes clásicos brillantemente interpretados!
Excelente y real crítica de la función del viernes. Magníficas fotografías. Si es posible, la función del sábado fue incluso más perfecta. Gracias a los Carreño por hacer de la danza algo necesario y a vosotros por contarlo tan bien.
ResponderEliminarMuchas gracias por su comentario! Lástima pues no haber podido asistir el sábado pero me alegro mucho de saberlo. Un abrazo y le animamos a comentar siempre que lo considere oportuno :-)
EliminarVestuarios tipo celuloide buen trabajo
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