Ángel Corella en D'Casta. Foto: Josep Guindo |
Dos semanas intensas y emotivas en este
inicio de junio en Barcelona. El Corella Ballet ha ocupado el Tívoli
y como no podía ser de otra manera, los balletómanos de aquí y otros venidos de
todo el mundo para ver a su bailarín preferido, lo hemos aprovechado al máximo.
Si la primera semana fue A+A, crónica ya
publicada oportunamente aquí, la segunda abrió con Bourbon Street, el
éxito del cual ya venía avalado por las excelentes críticas y el sold out de
las cuatro funciones del mes de marzo en Valladolid.
Carolina Masjuan
Panamá. Foto: Josep Guindo |
De la mano del trompetista Pepe Robles, la actual
formación se fundó en febrero de 2005 en Barcelona pero su trayectoria viene ya
de largo. Con 19 años de experiencia a sus espaldas y tras conseguir numerosos
premios, Robles regresó a España desde Argentina y en 1993 fundó su primera
banda.
La orquesta de la que pudimos disfrutar en el Tívoli estuvo formada por Mikhail
Violín en el banjo y voz, Mikhail Ulianovsky en el piano, Juli
Aymi, clarinete, Martí Elías a la percusión y el propio Pepe Robles
con su trompeta.
Abrió la noche String Sextet,con coreografía
de Ángel Corella y música de Piotr Ilyich Tchaikovsky. Ocho
bailarines en escena ponen movimiento a la preciosa música “Souvenir de
Florencia”. Sin cuerpo de baile que les arrope, el peso de la pieza recae en
las cuatro parejas principales, cada una con su momento de protagonismo. Miguel
Rodríguez se ve en la difícil tarea de sustituir a Kiril Radev que,
lesionado en un desafortunado accidente, se tuvo que conformar con ver el
espectáculo desde el patio de butacas. Miguel, conocido nuestro por sus
actuaciones en el Casinet de Hostafrancs, aprovechó la oportunidad y
dejó claro por qué Corella confió en él.
Yuka Iseda y Pedro Santos en String Sextet. Foto: Josep Guindo |
También en las últimas funciones, ya que sus deberes al frente de su escuela en Segovia la reclamaban, Natalia Tapia fue sustituida por Marta Ludevid. Pero no importa quien fuera quien bailara, esta obra clásica que bebe de la fuente del estilo Balanchiniano tan cercano a Corella, nos sedujo desde la apertura del telón. Y no por ser ya conocida ni por ver menguado su elenco, dejó de cautivarnos. Junto con los ya citados bailarines, Kazuko Omori, Yuka Iseda, Russell Ducker, Pedro Santos, Carmen Corella y Dayron Vera, nos llevaron con la exquisitez de su danza hasta la bella ciudad italiana.
D'Casta, Ángel Corella. Foto: Josep Guindo |
Con D’Casta llegó uno de los platos fuertes, ya
que siempre que aparece Ángel Corella se percibe una sensación única en el
teatro y además, en esta pieza, el bailarín accede al escenario desde el patio
de butacas. El público expectante contiene el aliento esperando sus evoluciones
y las del capote que lleva como falda. Capote que según nos confesó Ángel, tiene un peso considerable, aunque verle manejarlo en escena no presupone para
nada esa dificultad.
Sus giros, sus saltos, su dominio del espacio escénico son
tales que tanto él como su vestuario parecen ligeros como plumas. Una coreografía
creada por él mismo con música de Jerónimo Maeso estrenada el año pasado
en el marco del Festival de Peralada, que fue muy celebrada y
largamente aplaudida.
Un registro distinto hasta entonces, nos fue ofrecido con
la pieza de Kiril Radev Sombras ajenas, que cuenta con música de Yuri Abdokov.
Kiril ya ha demostrado una gran sensibilidad y un especial don para la
coreografía. Su estilo recuerda al mejor Kylian y a ese neoclasicismo
que ha inspirado a algunos de los mejores coreógrafos actuales.
Sombras Ajenas. Foto: Josep Guindo |
Built to fall apart: coreografía
de Russell Ducker y música de David Kanaack fue también estrenada
el año pasado en Peralada, bailada en esa ocasión por Ángel Corella y Kazuko
Omori. Russell ganador ya de varios importantes premios coreográficos, ha
creado un paso a dos vibrante y dinámico muy a la medida de la magnífica intérprete
japonesa. Kazuko es una bailarina camaleónica que se adapta a cualquier estilo.
Trabajadora, luchadora, sumamente exigente consigo misma, nos lo demuestra día
a día, función tras función, sea cual sea el registro que se le pida. Aquí sus
grandes dotes y capacidad técnica se ponen de manifiesto con el saber hacer de
su partenaire en este caso el propio coreógrafo inglés. Un paso a dos magnético
el que Russell y Kazuko nos ofrecieron y que el público celebró con grandes
aplausos.
Built to Fall Apart. Foto: Josep Guindo |
Y tras el descanso nos llega Bourbon Street, coreografía
de Ángel Corella y Russell Ducker y con música de Jazz de New Orleans de 1920,
interpretada por la New Orleans Pussycats. Un ambiente de cabaret, con la
orquesta al fondo, aparece tras abrirse el telón. Suena la música y los
bailarines van apareciendo como clientes del local. Se saludan, se
inspeccionan, ellas, coquetas, comentan sus vestidos y se instalan. Suena All Fashion
Love y aparece Ángel Corella en escena. Seductor y soñador, al mejor estilo
Gene Kelly, juega con su sombrero, se deshace de su americana y empieza
el show con toda la compañía en escena.
Washboard Weegles. Foto: Josep Guindo |
Tres jóvenes con ganas de pasarlo bien, bailan al son de Washboard
Weegles Ellos son Russell Ducker
Pedro Santos y Miguel Rodríguez, excelentes con sus servilletas blancas a
los que se suma Natalia Tapia en las primeras funciones y Marta Ludevid en las
dos últimas, con un libro como elemento objeto de disputa. Una deliciosa y
enérgica danza, un toma y daca entre los tres chicos y la bailarina que da paso
al sensual Blue Island Blues en el que Carmen Corella despliega
todos sus encantos y su capacidad de seducción frente a un Dayron Vera que la
observa encandilado.
Con Crooningh the Blues, Dayron Vera tras un
magnífico solo se suma a la bailarina y ambos finalizan el dúo con una gran
ovación. A éste paso a dos le sucedió otro dúo con un registro totalmente
distinto. Alto voltaje, rapidez extrema, partenariado sumamente exigente por
las grandes dosis de riesgo intrínsecas al despliegue de fuegos artificiales
que supone el baile frenético de Kazuko Omori y Ángel Corella en Lady
Love. Están magníficos y el público les obsequia con grandes vítores y
aplausos. Totalmente merecidos.
Con Panamá, Marta Ludevid, Yuka Iseda, Russel Ducker y Pedro Santos nos ofrecen un simpático paso a cuatro en los que a sus dotes como bailarines se sumas sus magníficas cualidades como intérpretes.
Con Panamá, Marta Ludevid, Yuka Iseda, Russel Ducker y Pedro Santos nos ofrecen un simpático paso a cuatro en los que a sus dotes como bailarines se sumas sus magníficas cualidades como intérpretes.
Dayron Vera y Carmen Corella en Crooning the Blues. Foto: Josep Guindo |
Y llega la apoteosis final con el clásico Sing Sing
Sing. Ángel Corella y toda la compañía se despiden de su público con
un energético baile en el que cada uno tiene su momento y todos se complementan
perfectamente. Con acompañamiento de palmas espontáneas desde el patio de
butacas todos disfrutamos de la música y del baile y sólo echamos de menos que
no estemos realmente en un cabaret en el que podamos sumarnos a la fiesta y
mover el esqueleto nosotros también. Muchas gracias a todos por todas estas
funciones, un fantástico regalo que hemos aprovechado y disfrutado al máximo.
Lady Love. Foto: Josep Guindo |
Pero el domingo, último día de función,
para acabar de redondearlo, la mañana la ocupó la representación de fin de
curso de la escuela Corella Centro de Danza (CCD), con la producción
completa del ballet El Corsario. Y ¡qué Corsario! ¡Cuánto
talento! Los jóvenes bailarines dieron el 200% en escena y el público disfrutó
como si de profesionales se tratara. El teatro era una fiesta; evidentemente
las familias enteras vinieron para ver actuar a sus hijos, sobrinos, nietos...
pero la expectación iba más allá, numerosos maestros del excelente plantel con
el cuenta Barcelona, estaban presentes en el Tívoli para ver qué había dado de
sí ese centro de formación que lleva el nombre de uno de los mejores bailarines
de todos los tiempos y que está dirigido por su hermana Carmen y su pareja, el
bailarín cubano Dayron Vera. Y todos coincidían en que era un placer constatar
la excelente preparación y el gran resultado obtenido.
Teniendo en cuenta que
tanto Carmen como Dayron estaban actuando cada noche con la compañía y que
según nos confesaron, llevaban alguna que otra noche sin dormir, ya que todo
coincidía al mismo tiempo, el mérito es aún mayor.
Corella ballet en Sing, Sing, Sing. Foto: Josep Guindo |
Los principales: dos Medoras: Mónica Gómez y
Anna Pujol, dos Conrads: Jaume Deulofeu y David Bellver,
Gulnara, Emma Tarragón, Alí: Joel Selva, Birbanto:
Pau Pujol, Lankedem Víctor González, más las preciosas
odaliscas, los piratas, el magnífico Jardin Animé, las distintas
variaciones, sin olvidar al simpático Pachá, Mariano Corella tan
querido por los alumnos del centro. Una delicia de festival que entusiasmó por
la calidad de la puesta en escena y el muy buen hacer de todos.
Pero evidentemente
la magnificencia vino dada por el famoso paso a tres de Medora, Conrad y
Alí, en este caso Anna Pujol, David Bellver y Joel Selva. Grandes promesas
que si nadie lo remedia no tendrán más destino que emigrar. En todo caso, ya, todos, ellos y nosotros, soñando con un nuevo curso y un festival aún mejor, porque esto no ha hecho más que empezar.
Anna Pujol con su profesora Carmen Corella y dos compañeras. |
Nunca lo tuvimos tan fácil, nunca se intentó a ese nivel y por una figura de ese calado,
nunca se nos había demostrado que era posible -recordemos esa Bayadère y
ese Lago por citar sólo los dos grandes ballets de repertorio que el
Corella Ballet puso en escena- y nunca habíamos disfrutado tanto con tantos
amigos de otros rincones de España y de USA, Japón, Brasil... venidos
especialmente para ver la compañía de Ángel Corella en Barcelona. Un auténtico
desastre que estemos viendo sus últimas funciones, una gran pérdida cultural y
una oportunidad de oro para un Liceu en horas bajas que nuestros políticos no
saben apreciar y no parecen capacitados para entender. Un país pequeño, una
Cataluña provinciana que culturalmente se está quedando cada vez más atrasada.
Y aquí no se le pueden echar las culpas a nadie de fuera ya que Mascarell no
quiere saber nada, Ciurana tampoco y del Liceu mejor no hablar....
Nos queda la gira prevista hasta final
de año y luego a esperar que nos visite la compañía que tenga la suerte de
tener a Corella como director y a ser nosotros los que viajemos para seguir
disfrutando de su arte con nuestros amigos. El punto de reunión ya no será
Barcelona, ella se lo pierde y nosotros, muy a pesar nuestro, también. ¡Gracias por todo y hasta siempre!
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