martes, 24 de junio de 2014

Corella Ballet: Bourbon Street y el Corsario del Corella Centro de Danza

Ángel Corella en D'Casta. Foto: Josep Guindo


Dos semanas intensas y emotivas en este inicio de junio en Barcelona. El Corella Ballet ha ocupado el Tívoli y como no podía ser de otra manera, los balletómanos de aquí y otros venidos de todo el mundo para ver a su bailarín preferido, lo hemos aprovechado al máximo. 

Si la primera semana fue A+A, crónica ya publicada oportunamente aquí, la segunda abrió con Bourbon Street, el éxito del cual ya venía avalado por las excelentes críticas y el sold out de las cuatro funciones del mes de marzo en Valladolid. 

Carolina Masjuan


Panamá. Foto: Josep Guindo
El segundo programa que se pudo disfrutar en el Tívoli venía también acompañado de música en directo. La segunda parte que da nombre a este espectáculo “Bourbon Street” cuenta con la orquesta de jazz New Orleans Pussycats

De la mano del trompetista Pepe Robles, la actual formación se fundó en febrero de 2005 en Barcelona pero su trayectoria viene ya de largo. Con 19 años de experiencia a sus espaldas y tras conseguir numerosos premios, Robles regresó a España desde Argentina y en 1993 fundó su primera banda. 

La orquesta de la que pudimos disfrutar en el Tívoli estuvo formada por Mikhail Violín en el banjo y voz, Mikhail Ulianovsky en el piano, Juli Aymi, clarinete, Martí Elías a la percusión y el propio Pepe Robles con su trompeta.

Abrió la noche String Sextet,con coreografía de Ángel Corella y música de Piotr Ilyich Tchaikovsky. Ocho bailarines en escena ponen movimiento a la preciosa música “Souvenir de Florencia”. Sin cuerpo de baile que les arrope, el peso de la pieza recae en las cuatro parejas principales, cada una con su momento de protagonismo. Miguel Rodríguez se ve en la difícil tarea de sustituir a Kiril Radev que, lesionado en un desafortunado accidente, se tuvo que conformar con ver el espectáculo desde el patio de butacas. Miguel, conocido nuestro por sus actuaciones en el Casinet de Hostafrancs, aprovechó la oportunidad y dejó claro por qué Corella confió en él. 

Yuka Iseda y Pedro Santos en String Sextet. Foto: Josep Guindo

También en las últimas funciones, ya que sus deberes al frente de su escuela en Segovia la reclamaban, Natalia Tapia fue sustituida por Marta Ludevid. Pero no importa quien fuera quien bailara, esta obra clásica que bebe de la fuente del estilo Balanchiniano tan cercano a Corella, nos sedujo desde la apertura del telón. Y no por ser ya conocida ni por ver menguado su elenco, dejó de cautivarnos. Junto con los ya citados bailarines, Kazuko Omori, Yuka Iseda, Russell Ducker, Pedro Santos, Carmen Corella y Dayron Vera, nos llevaron con la exquisitez de su danza hasta la bella ciudad italiana.

D'Casta, Ángel Corella. Foto: Josep Guindo
Con D’Casta llegó uno de los platos fuertes, ya que siempre que aparece Ángel Corella se percibe una sensación única en el teatro y además, en esta pieza, el bailarín accede al escenario desde el patio de butacas. El público expectante contiene el aliento esperando sus evoluciones y las del capote que lleva como falda. Capote que según nos confesó Ángel, tiene un peso considerable, aunque verle manejarlo en escena no presupone para nada esa dificultad. 

Sus giros, sus saltos, su dominio del espacio escénico son tales que tanto él como su vestuario parecen ligeros como plumas. Una coreografía creada por él mismo con música de Jerónimo Maeso estrenada el año pasado en el marco del Festival de Peralada, que fue muy celebrada y largamente aplaudida.

Un registro distinto hasta entonces, nos fue ofrecido con la pieza de Kiril Radev Sombras ajenas, que cuenta con música de Yuri Abdokov. Kiril ya ha demostrado una gran sensibilidad y un especial don para la coreografía. Su estilo recuerda al mejor Kylian y a ese neoclasicismo que ha inspirado a algunos de los mejores coreógrafos actuales. 

Sombras Ajenas. Foto: Josep Guindo
Si se le echó de menos en escena como bailarín, tuvimos por suerte la oportunidad de disfrutar de esta pieza estrenada en la exitosa gira del Corella Ballet por Argentina del año pasado. Dayron Vera, Pedro Santos y Miguel Rodríguez, sensuales y exquisitos, nos llevaron a un lugar donde el espíritu sólo accede en contadas ocasiones y de donde uno no desearía volver. Un auténtico placer.

Built to fall apart: coreografía de Russell Ducker y música de David Kanaack fue también estrenada el año pasado en Peralada, bailada en esa ocasión por Ángel Corella y Kazuko Omori. Russell ganador ya de varios importantes premios coreográficos, ha creado un paso a dos vibrante y dinámico muy a la medida de la magnífica intérprete japonesa. Kazuko es una bailarina camaleónica que se adapta a cualquier estilo. Trabajadora, luchadora, sumamente exigente consigo misma, nos lo demuestra día a día, función tras función, sea cual sea el registro que se le pida. Aquí sus grandes dotes y capacidad técnica se ponen de manifiesto con el saber hacer de su partenaire en este caso el propio coreógrafo inglés. Un paso a dos magnético el que Russell y Kazuko nos ofrecieron y que el público celebró con grandes aplausos.

Built to Fall Apart. Foto: Josep Guindo

Y tras el descanso nos llega Bourbon Street, coreografía de Ángel Corella y Russell Ducker y con música de Jazz de New Orleans de 1920, interpretada por la New Orleans Pussycats. Un ambiente de cabaret, con la orquesta al fondo, aparece tras abrirse el telón. Suena la música y los bailarines van apareciendo como clientes del local. Se saludan, se inspeccionan, ellas, coquetas, comentan sus vestidos y se instalan. Suena All Fashion Love y aparece Ángel Corella en escena. Seductor y soñador, al mejor estilo Gene Kelly, juega con su sombrero, se deshace de su americana y empieza el show con toda la compañía en escena.

Washboard Weegles. Foto: Josep Guindo
Tres jóvenes con ganas de pasarlo bien, bailan al son de Washboard Weegles  Ellos son Russell Ducker Pedro Santos y Miguel Rodríguez, excelentes con sus servilletas blancas a los que se suma Natalia Tapia en las primeras funciones y Marta Ludevid en las dos últimas, con un libro como elemento objeto de disputa. Una deliciosa y enérgica danza, un toma y daca entre los tres chicos y la bailarina que da paso al sensual Blue Island Blues en el que Carmen Corella despliega todos sus encantos y su capacidad de seducción frente a un Dayron Vera que la observa encandilado. 

Con Crooningh the Blues, Dayron Vera tras un magnífico solo se suma a la bailarina y ambos finalizan el dúo con una gran ovación. A éste paso a dos le sucedió otro dúo con un registro totalmente distinto. Alto voltaje, rapidez extrema, partenariado sumamente exigente por las grandes dosis de riesgo intrínsecas al despliegue de fuegos artificiales que supone el baile frenético de Kazuko Omori y Ángel Corella en Lady LoveEstán magníficos y el público les obsequia con grandes vítores y aplausos. Totalmente merecidos. 

Con Panamá, Marta Ludevid, Yuka Iseda, Russel Ducker y Pedro Santos nos ofrecen un simpático paso a cuatro en los que a sus dotes como bailarines se sumas sus magníficas cualidades como intérpretes.

Dayron Vera y Carmen Corella en Crooning the Blues.
Foto: Josep Guindo

Y llega la apoteosis final con el clásico Sing Sing Sing. Ángel Corella y toda la compañía se despiden de su público con un energético baile en el que cada uno tiene su momento y todos se complementan perfectamente. Con acompañamiento de palmas espontáneas desde el patio de butacas todos disfrutamos de la música y del baile y sólo echamos de menos que no estemos realmente en un cabaret en el que podamos sumarnos a la fiesta y mover el esqueleto nosotros también. Muchas gracias a todos por todas estas funciones, un fantástico regalo que hemos aprovechado y disfrutado al máximo.

Lady Love. Foto: Josep Guindo
Pero el domingo, último día de función, para acabar de redondearlo, la mañana la ocupó la representación de fin de curso de la escuela Corella Centro de Danza (CCD), con la producción completa del ballet El Corsario. Y ¡qué Corsario! ¡Cuánto talento! Los jóvenes bailarines dieron el 200% en escena y el público disfrutó como si de profesionales se tratara. El teatro era una fiesta; evidentemente las familias enteras vinieron para ver actuar a sus hijos, sobrinos, nietos... pero la expectación iba más allá, numerosos maestros del excelente plantel con el cuenta Barcelona, estaban presentes en el Tívoli para ver qué había dado de sí ese centro de formación que lleva el nombre de uno de los mejores bailarines de todos los tiempos y que está dirigido por su hermana Carmen y su pareja, el bailarín cubano Dayron Vera. Y todos coincidían en que era un placer constatar la excelente preparación y el gran resultado obtenido. 

Teniendo en cuenta que tanto Carmen como Dayron estaban actuando cada noche con la compañía y que según nos confesaron, llevaban alguna que otra noche sin dormir, ya que todo coincidía al mismo tiempo, el mérito es aún mayor. 

Corella ballet en Sing, Sing, Sing. Foto: Josep Guindo
Los principales: dos Medoras: Mónica Gómez y Anna Pujol, dos Conrads: Jaume Deulofeu y David Bellver, Gulnara, Emma Tarragón, Alí: Joel Selva, Birbanto: Pau Pujol, Lankedem Víctor González, más las preciosas odaliscas, los piratas, el magnífico Jardin Animé, las distintas variaciones, sin olvidar al simpático Pachá, Mariano Corella tan querido por los alumnos del centro. Una delicia de festival que entusiasmó por la calidad de la puesta en escena y el muy buen hacer de todos. 

Pero evidentemente la magnificencia vino dada por el famoso paso a tres de Medora, Conrad y Alí, en este caso Anna Pujol, David Bellver y Joel Selva. Grandes promesas que si nadie lo remedia no tendrán más destino que emigrar. En todo caso, ya, todos, ellos y nosotros, soñando con un nuevo curso y un festival aún mejor, porque esto no ha hecho más que empezar. 

Anna Pujol con su profesora Carmen
Corella y dos compañeras.
No hay que olvidar que la joven Anna Pujol, espectacular Medora por la mañana, tuvo el honor de poder volver a pisar el escenario del Tívoli por la tarde, sustituyendo a Natalia Tapia en uno de sus papeles en Bourbon Street. Un privilegio, por descontado, pero asimismo un gran reto que la joven bailarina afrontó con decisión y solventó con gran profesionalidad. Verla en la clase previa a la función, junto con el elenco profesional, permitía soñar en que se hacía realidad nuestro gran anhelo: tener una compañía clásica de renombre internacional con un repertorio a la altura del de las mejores compañías del mundo, que se nutría de los talentos salidos de su escuela. 

Nunca lo tuvimos tan fácil, nunca se intentó a ese nivel y por una figura de ese calado, nunca se nos había demostrado que era posible -recordemos esa Bayadère y ese Lago por citar sólo los dos grandes ballets de repertorio que el Corella Ballet puso en escena- y nunca habíamos disfrutado tanto con tantos amigos de otros rincones de España y de USA, Japón, Brasil... venidos especialmente para ver la compañía de Ángel Corella en Barcelona. Un auténtico desastre que estemos viendo sus últimas funciones, una gran pérdida cultural y una oportunidad de oro para un Liceu en horas bajas que nuestros políticos no saben apreciar y no parecen capacitados para entender. Un país pequeño, una Cataluña provinciana que culturalmente se está quedando cada vez más atrasada. Y aquí no se le pueden echar las culpas a nadie de fuera ya que Mascarell no quiere saber nada, Ciurana tampoco y del Liceu mejor no hablar.... 

Nos queda la gira prevista hasta final de año y luego a esperar que nos visite la compañía que tenga la suerte de tener a Corella como director y a ser nosotros los que viajemos para seguir disfrutando de su arte con nuestros amigos. El punto de reunión ya no será Barcelona, ella se lo pierde y nosotros, muy a pesar nuestro, también. ¡Gracias por todo y hasta siempre!

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