Foto del cartel de los Étes. Yuan Yuan Tan y Daniel Smith. Foto Erik Tomasson |
El objetivo de los Étés es poder ofrecer una buena propuesta de ballet en la ciudad de la luz cuando su compañía de referencia, el Ballet de la Ópera de París, está de vacaciones. Muy buena idea puesto que el éxito se repite edición tras edición.
Carolina Masjuan
Si bien Alvin Ailey
se lleva la palma en cuanto a veces programado, parece que Valéry Colin,
antiguo bailarín de la Ópera de París y fundador de los Étés de la
danse, siente debilidad por el ballet de San
Francisco. Cuando decidió poner en marcha este festival, entonces al aire libre
en el patio de los archivos nacionales, ya contó con la compañía americana y
ahora, cuando se celebran sus diez años de existencia, el festival repite
compañía aunque cambia de escenario.
Sarah Van Patten y Luke Ingham
en Within
The Golden Hour. Foto: Rik Tomasson
|
Este festival no
tiene ningún tipo de subvención pero consigue perdurar gracias a la calidad de
las compañías invitadas y a la diversidad de programas que éstas representan.
Les Étés se han consolidado como la propuesta estival de referencia para
el ballet en París y diversas actividades se abren al público para que éste
viva la danza de una forma muy extensa, clases abiertas, charlas con bailarines
y/o coreógrafos, sesiones de cine....
Los escenarios han
variado a lo largo de su historia, nosotros estuvimos el año en que la compañía
invitada fue Les Grands Ballets Canadiens que entonces se celebraron el Grand
Palais. Este año repetimos con el Ballet de San Francisco, viejo conocido por sus
actuaciones en el Liceu, en un espacio especialmente adecuado para la danza
como es el emblemático Théâtre du Chatélet.
El que fuera en sus
inicios Théâtre Impérial du Châtelet, abrió sus puertas en 1862, construido en
el mismo centro de París, rodeado de historia por sus cuatro costados. El Sena,
la catedral de Notre Dame, la Conciergerie, donde se encerró a Marie Antoinette
antes de ser guillotinada, son algunos de sus vecinos más cercanos. La danza se
incluyó en su programa sobre los años 1900's e incluso tuvo un corps de ballet
propio y fue aquí dónde los Ballets Rusos de Diaghilev’s hicieron su debut en
Mayo de 1909 con cinco ballets históricos “Le Pavillon d’Armide”, “Polovtsian
Dances”, “Le Festin”, “Les Sylphides”, y “Cléopâtre”. Posteriormente, aunque la
compañía bailó en otros teatros, los grandes estrenos se celebraron en el
Châtelet. También Tchaikovsky, Grieg, Mahler, Strauss, y Debussy dirigieron sus
propias obras en el teatro.
Lorena Feijoo y Tiit Helimets en Allegro Brillante Foto: Erik Tomasson |
Este año en el
Théâtre du Châtelet, del 10 al 26 de Julio, con el regreso del Ballet de San
Francisco, el público puede disfrutar de 18 ballets distintos, de 11
renombrados coreógrafos diferentes tales como George Balanchine, Jerome
Robbins, Liam Scarlett, Alexei Ratmansky, Helgi Tomasson, Christopher
Wheeldon.... a lo largo de 17 representaciones, incluyendo una gala de
apertura adicional.
El Ballet de San
Francisco se cuenta entre las grandes compañías americanas. Por su relación con
Lola de Ávila, maestra en la compañía durante largas temporadas, siempre ha contado
con varios bailarines españoles en su elenco, actualmente los Principales:
Ruben Martín Cintas y Jaime García Castilla, los Solistas: Dores André y Clara
Blanco y Diego Cruz en el cuerpo de baile. Y si nosotros esperamos que los
españoles formen parte del elenco que nos ha tocado en suerte, los franceses se
desviven para asistir a varias representaciones en las que puedan admirar a
queridos bailarines franceses como Pascal Molat, Sofiane Silve o Matilde
Frustrey del ballet de la ópera de París, al que dejó hace un año para iniciar
su aventura americana. Una compañía internacional que cuenta también con
grandes estrellas cubanas como Taras Domitro, Joan Boada o Lorena Feijoo y
artistas de una gran variedad de países.
Frances Chung y Gennadi Nedvigin en Hummingbird. Foto: Erik Tomasson |
El sábado 26 de
Julio, la compañía se despedía del público parisino. No sé cual sería la
ocupación los otros días pero ése ya tenía el perfume melancólico del anuncio
del fin de algo realmente bueno y nadie quería desperdiciar la oportunidad de
asistir a la última clase abierta al público. Una larga cola daba la vuelta al
Châtélet una hora antes de la clase abierta. Aficionados muy interesados en ver
a esos bailarines de los que tanto se había hablado las últimas semanas
realizar una clase y sentirlos cercanos. Cuando, por fin, después de esperar
bajo el intenso calor del mediodía parisino, entramos en la sala, los
bailarines ya están calentando y el teatro se va llenando a muy buen ritmo. El profesor
cubano del Ballet de San Francisco, Felipe Díaz, imparte la clase. Rápidamente
identificamos a Rubén Martín, Mathilde Froustey, Dores André... y ya vemos
porque el todo París y la crítica londinense en peso no han tenido más que
palabras de elogio para estos Étés y esta tournée del Ballet de San Francisco.
Within the Golden Hour. Foto: Erik Tomasson |
Tras aproximadamente
hora y media de clase, abandonamos el teatro ansiosos por volver. A las ocho de
la tarde es nuestra cita, pero antes, a las tres, la troupe tiene una función.
Nuestra elección se debe evidentemente al programa, en principio, tres de los
coreógrafos más aclamados de la escena internacional, sólo uno ya un
"viejo", y admirado, conocido, el inglés Christopher Wheeldon, los
otros dos a descubrir por nosotros pero avalados por excelentes críticas en
todo el mundo, el ruso Alexei Ratmansky y otro inglés, Liam Scarlett.
Lamentablemente, una lesión de última hora impide que el ballet de Ratmansky se
represente y en su lugar se nos ofrece Allegro Brillante de Balanchine y Solo
de Hans van Manen.
Maria Kochetkova y Joan Boada en Within the Golden Hour. Foto: Eric Tomasson |
Pero a pesar de la
pequeña decepción inicial, descubrir a la compañía con la dinámica pieza de
Balanchine, Allegro Brillante, y con Mathilde Foustey y Joseph Walsh
acompañados de las cuatro parejas tampoco tan está mal. Los bailarines no
decepcionan y Mathilde, a quien seguimos desde que muy pequeña fue objeto de un
documental de televisión que tuvimos la suerte de grabar, parece que efectuó
una muy buena decisión al dejar el ballet de la Ópera de París por el de San
Francisco, dónde se la valora y se la programa mucho más.
Sigue Solo de Hans
van Manen, un solo para tres, en el que tras los tres solos de los tres chicos,
el final los reúne a los tres en escena. Hansuke Yamamoto, James Sofranko y
Gennadi Nedvigin, despliegan todo su talento al poner movimiento a la música de
Bach.
Y en la segunda
parte descubrimos dos nuevos ballets. Comenzamos con Within the Golden Hour de
Christopher Wheeldon, música de Ezio Bosso con una pequeña concesión a Vivaldi,
creada en 2008 para el Ballet de San Francisco. Siete secuencias distintas para
un ballet abstracto inspirado en la música. Tres parejas principales, Mathilde
Froustey y Ruben Martin Cintas, Sarah Van Patten y Luke Ingham y Maria
Kochetkova y Vitor Luiz, más cuatro parejas de cuerpo de baile entre las que
encontramos a nuestra Dores André. El ballet se desarrolla mediante tres pasos
a dos de los bailarines principales, acompañados por las cuatro parejas de
bailarines solistas como cuerpo de baile. El primer paso a dos de Mathilde
Froustey y Ruben Martin Cintas nos encandila, hay química entre ellos y la
danza simpática y deliciosa con
reminiscencias celtas, nos muestra lo mejor de la coreografía y lo mejor de
esta magnífica pareja de bailarines.
Pascal Malat en Solo. Foto: Erik Tomasson |
Un placer también
ver a Rubén por fin bailar. Ya quedaban pocas ocasiones para hacerlo puesto que
se despidió de su público y de su compañía, como bailarín, esta primavera. Para
nuestro deleite no ha querido dejar de mostrarse en escena en París. Rubén
seguirá vinculado al Ballet de San Francisco, su casa, puesto que se le ha
ofrecido un puesto de maestro, dado su ya demostrado talento también en este
campo.
Tras el segundo
entreacto presenciamos el descubrimiento de la noche. Porque el trabajo de Liam
Scarlett es realmente un descubrimiento. ¡Cuánto talento existe ahora mismo en
la reinterpretación del lenguaje clásico y su adaptación a nuestra época! Un
desarrollo de movimientos, de portés, de pasos a dos, de evoluciones de un
cuerpo de baile numeroso mediante grupos distintos que se mueven a distintos
ritmos en una escena dividida en dos partes. Una plasticidad, ayudada por un
decorado sencillo pero muy efectivo, que subyuga, una capacidad de transmitir
emociones aún mediante un guión abstracto, que realmente sorprende.
Hummingbird. Foto: Eric Tomasson |
Un trabajo de lo más
extraordinario. Hummingbird es un descubrimiento sí, el de un coreógrafo que
tiene mucho a decir y lo dice de una forma exquisita y el de unos bailarines y
una compañía del más alto nivel. Creada
este mismo año para la compañía bajo música de Philip Glass, aquí también son
tres las parejas principales que nos obsequian con tres pasos a dos distintos:
Frances Chung y Gennadi Nadvigin, Yuang Yung Tan y Luke Ingham y Maria Kochetkova
y Jaime García Castilla, más doce bailarines que también poseen sus momentos de
lucimiento. Un telón pintado en tonos blancos grises y negros en el fondo de la
escena que sube y baja en función de la necesidad y una rampa por la que
aparecen y desaparecen los bailarines, el cuerpo de baile en color gris claro,
las parejas principales en distintos colores.
Yuan Yuan Tan y Luke Ingham en Hummingbird. Foto: Erik Tomasson |
Pero si todo está
muy conseguido y las tres parejas despliegan sus mejores bazas, la pareja
formada por Yuang Yung Tan y Luke Ingham, de blanco inmaculado, nos brinda uno
de los mejores pasos a dos modernos vistos últimamente. Sin ninguna sonrisa de
por medio, sin ningún afán por trascender, sin ninguna muestra de empatía con
el público, sólo mediante una fuerza interior y una concentración en la emoción
de la danza palpables, su evolución nos atrapa y no nos deja, no respiramos y
apenas nos damos cuenta de ello, no nos da tregua, no podemos desconcentrarnos
de lo que sucede en escena. Es algo que acontece desde otra dimensión, algo muy
difícil describir con palabras. Nuestra nieta de ocho años, ya con un fuerte
bagaje en ballet, incapaz de desviar sus ojos de la escena, me apretó
fuertemente la mano para, al final, mirarme emocionada. Un momento mágico a no
olvidar. Maria Kochetkova y Jaime Garcia Castilla nos devuelven a
la realidad con un paso a dos virtuoso seguido de las evoluciones de los
bailarines del cuerpo de baile y solistas.
Un final redondo
para una jornada redonda. Un programa excepcional de la mano de una gran compañía.
La orquesta Promethée, dirigida por diversos directores, entre ellos Martin West y Ming Luke ambos habituales del Ballet de San Francisco merece una mención especial, como así destacó Helgi Tommason quien apareció en escena para agradecer a la organización de los Étes, a los bailarines, a los músicos y como no, al público, estas semanas intensas.
La orquesta Promethée, dirigida por diversos directores, entre ellos Martin West y Ming Luke ambos habituales del Ballet de San Francisco merece una mención especial, como así destacó Helgi Tommason quien apareció en escena para agradecer a la organización de los Étes, a los bailarines, a los músicos y como no, al público, estas semanas intensas.
Discursos improvisados hablaron
del milagro que supone llegar a los diez años y continuar manteniendo un estándard
altísimo de calidad avalados por el gran éxito de público y crítica. ¡Hasta siempre
París, muchas gracias Étes y deseando veros de nuevo muy pronto San Francisco
Ballet!
No hay comentarios:
Publicar un comentario