Natalia de Froberville y Ramiro Gómez Samon en Giselle. Foto: Toti Ferrer |
Para empezar la temporada de danza de este verano, el Festival Castell de Peralada nos ha traído al Ballet du Capitole de Toulouse, compañía de más de dos siglos de historia y que en la actualidad está formada por unos treinta y cinco bailarines de muy diversas nacionalidades, unas doce más o menos. Hacía veintitrés años no bailaba en Cataluña y para su regreso nos ha presentado su versión de Giselle, estrenada a inicios de la pasada temporada, bajo la dirección de su director artístico y coreógrafo, Kader Belarbi.
Carolina Masjuan
El ex-bailarín étoile del Ballet de la Ópera de París, Kader Belarbi, ahora coreógrafo y director del Ballet del Théatre du Capitole de Toulouse ha presentado un espectáculo con un planteamiento de reivindicación de la raíz francesa de Giselle, destacando aspectos que hoy en día siguen vigentes como la poesía, la historia de amor y la traición. Belarbi ha conservado la esencia de este clásico pero acercándolo al público del siglo XXI, dándole un toque más actual.
El Ballet du Capitole de Toulouse en Giselle. Foto: Toti Ferrer |
En Giselle (1840) se subraya la diferencia entre el mundo terrenal y el irreal mediante cada uno de los actos del ballet. El primer acto transcurre en el pueblo en la época de la vendimia y donde la joven campesina Giselle vive enamorada de un bello desconocido, Loys, que en realidad es el príncipe Albertch. Los dos amantes, Hilarión, el enamorado despechado, las damas, los señores, los nobles, los viticultores, los bebedores, los arqueros y el grupo de vendimiadores son aquí los protagonistas. Al final de este acto, Giselle desesperada de dolor al descubrir la traición, muere.
Cuando se abre el telón nos encontramos con unos decorados muy bellos de Thierry Bosquet y en cuanto empiezan a aparecer los bailarines, constatamos que también el vestuario, muy colorido, firmado por Olivier Bériot está a la altura. Escenografía y trajes nos acercan a las escenas de los cuadros de Pieter Brueghel el Viejo. La coreografía basada en la original de Perrot y Coralli, mantiene los solos y pasos a dos más conocidos, pero con el toque Belarbi en el resto.
La compañía de Toulouse nos va cautivando gracias a unos bailarines jóvenes y muy entregados. La bailarina de Perm, con apellido francés por matrimonio, Natalia de Froberville, fue una Giselle magnífica en todos los sentidos. Con una maravillosa técnica, nos ofrece las partes más difíciles con gran solvencia, sus arabesques, sus grand jetés, esa diagonal en una sola punta, son una auténtica delicia ya que Natalia lo ejecuta siempre con ese aire dulce, de joven sencilla, enamorada, transmitiendo esos sentimientos al espectador con total naturalidad, sin reflejar en ningún momento el esfuerzo que representa. A nivel teatral, nos convenció como la joven ingenua, feliz, seducida por ese desconocido, que la engaña y traiciona, frente al amor sincero de un campesino, Hilarión, que ella rechaza.
Alexandra Sudoreeva y las Willis Foto: Toti Ferrer |
Ramiro Gómez Samon ya apuntó maneras en su pequeña intervención del primer acto como Albertch. Hilarión, Rouslan Savdenov también se reveló como muy convincente en su papel.
El contraste entre la gente del pueblo y los nobles viene marcado no solo por el vestuario sino también por la danza. Porque en esta versión, la aristocrática prometida de Albertch, Bathilde, y sus acompañantes, también bailan. Incluso Bathilde y Giselle bailan juntas, antes de que ésta sepa que ella es precisamente su rival. Y si Giselle, su enamorado y los nobles, nos ofrecen un baile de técnica clásica refinada, el grupo de plebeyos bailan en un estilo más contemporáneo que recuerda a Mats Ek. Las intervenciones de las dos parejas del Pas des Paysans ya son las habituales de otras versiones y Belarbi incluye los dos borrachos. Todos ellos se llevaron una merecida ovación.
Finalizando el primer acto una gotas nos hicieron temer lo peor, el público las soportó estoicamente y por suerte fue solo una falsa alarma. Los polluelos de las numerosas cigüeñas que cada año acuden fieles a la cita, piaban y parecían acompañar el dolor de la protagonista al saberse traicionada. Y es que Natalia nos había conducido de forma magistral a lo largo de ese acto, de la alegría a la pena y a su locura que la conduce a su fatal destino.
Regresamos al recinto para presenciar el segundo acto provistos de los chubasqueros repartidos al público por la organización, en caso de que la cosa fuese a más, aunque ya no fueron necesarios.
Natalia de Froberville y Kateryna Shalkina con el cuerpo de baile del Ballet du Capitole de Toulouse. Foto: Toti Ferrer |
Se abre de nuevo el telón y nos encontramos en pleno bosque y ante la tumba de Giselle. Es el momento en que entran en escena las Willis, espectros de novias muertas jóvenes, que persiguen a los hombres que osan adentrarse en el bosque para precipitarlos a la muerte con una danza frenética.
El decorado y la iluminación consiguen ese efecto fantasmagórico deseado. El claro en el bosque bajo la luz de la luna, los tutús románticos largos, con metros de tul ilusión y las wilis cubiertas con velos ayudan a crear ese entorno irreal de cuento germánico.
La Myrtha de Alexandra Surodeeva es altiva, autoritaria, dura, pero su prestación técnica a nivel torso y de brazos, no acaba de convencer. Moyra y Zulme, Katheryna Shalkina y Juliette Thélin, están muy bien, especialmente fluída la danza de la primera. En cuanto al cuerpo de baile de las willis realmente fantástico de coordinación en sus diagonales, su colocación y ejecución de líneas en arabesques.
Willis del Ballet du Capitole de Toulouse. Foto: Toti Ferrer |
Natalia, fantástica, transfigurada en willi parecía flotar con una danza etérea de aterrizajes perfectos, una auténtica delicia. Aquí es el momento de lucimiento de Albertch y el joven Ramiro supo aprovecharlo. Buen partenaire, sedujo a la audiencia que quedó maravillada con sus perfectos 32 entrechats al finalizar su variación, un gran bravo también para él.
La música de Adolphe Adam, fue ofrecida en una grabación realizada expresamente para este espectáculo de la Orquesta du Capitole de Toulouse, que el año pasado debutó en el Festival de Peralada.
El espectáculo finalizó con los grandes aplausos y bravos del público, acompañados por el sonido del taconeo con el que se corrobora el éxito de la función.
Coincidiendo con la actuación del Ballet de Toulouse se han hecho actividades del Campus Peralada. Alumnos de diferentes centros de danza de Figueres, Girona y Castelló d'Empúries han participado en las clases de la compañía. Entre el jueves y el viernes, un total de 20 jóvenes participaron en esta experiencia junto a grandes profesionales, mientras que otros 13 lo siguieron como espectadores. Todo un lujo para estos alumnos de danza que pudieron aprender diversas técnicas de esta compañía con muchas décadas de experiencia en el ballet y la danza.
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