Alfons Rovira y Carmen Cavallé en un ensayo en Alemania en el año 1977 |
El 29 de enero de 1949, Barcelona felizmente recibía a uno de esos seres excepcionales que lamentablemente no abundan, uno de esos genios que, por la trascendencia histórica de su legado, atesoran la rara virtud de poder hablar de un antes y un después de X. Hablo de Alfons Rovira i Albero (1949-1984), sin duda alguna y por propio derecho EL 'Primer Bailarín Estrella' del Ballet Titular del Gran Teatre del Liceu.
Jordi Pujal, Asociación LiceXballet
Referente por antonomasia, con su propio "antes y después", con su arte revolucionó por completo la danza, en especial la clásica, en un momento en que pocas eran la compañías de ballet españolas dedicadas a esa disciplina. Uno de esos seres adorables que dejaba huella indeleble pues era imposible que produjera indiferencia a quien tuviera la fortuna de tratarle.
Anton Dolin, Cristina Guinjoan y Alfons Rovira en el Liceu a finales de los 60 |
El primer contacto con la danza fue durante su niñez y por medio del folklore catalán al formar parte del Esbart Verdaguer, histórica entidad barcelonesa ya desaparecida dedicada a la promoción de dicho género: su primer mentor, el pedagogo, folklorista y músico Lluís Moreno i Pallí (1907-1974), a la sazón director artístico de dicha agrupación, captó de inmediato en aquel chiquillo el inmenso potencial que le llevaría a entrar por la puerta grande en el olimpo de los grandes de la danza.
En 1958, y a sugerencia del citado Moreno i Pallí, Rovira inició sus estudios de danza con el gran bailarín y coreógrafo Joan Magrinyà (1903-1995), insuperable artífice de la vida balletística de entonces -focalizada especialmente en su gran centro de operaciones, el Liceu barcelonés-, quien desde el primer momento consiguió que aflorara el gran magisterio artístico de Alfons. Habiendo iniciado ya su carrera profesional se perfeccionaría en 1966 en Cannes (obtuvo una beca que le permitió trabajar con Rosella Hightower y Valentina Presilave) y Colonia.
En plena adolescencia (1963) se incorporó a las huestes liceistas de Magrinyà y a sus 19 años fue nombrado Primer Bailarín Estrella de la compañía, todo un hito (en 1965 había sido promocionado ya a Primer Bailarín): su Estrella homóloga femenina era Asunción Aguadé (1943), otro nombre imprescindible y de capital importancia. En el periplo liceista de Rovira otras Primeras Bailarinas brillantes 'partenaires' a destacar fueron Cristina Guinjoan, Elisabeth Bonet, Àngels Aguadé y Guillermina Coll (Premi Nacional de Cultura de la Generallitat 2015 y con una fecunda carrera internacional que la llevaría a formar parte de los Ballets de Flandes y Wallonie). Asimismo consignar que en sus inicios había compartido escenario liceista con la gran Aurora Pons.
Alfons Rovira en "A tiempo romántico" Foto: Ras Rigau |
Posteriormente prosiguió su vertiginosa carrera -impactante en todos los sentidos- en el Musiktheater im Revier de Gelsenkirchen como Primer Bailarín y junto a su esposa, Carme Cavaller (1947), excelente bailarina y pedagoga (fue Bailarina Solista del Ballet liceista), incorporada también a esa compañía e ideal compañera en esta fascinante aventura alemana: un tándem imbatible. Gelsenkirchen sería testimonio de eminentes intervenciones rovirianas (tanto en calidad de intérprete como de coreógrafo) en títulos como "Romeo and Juliet", "Carmen", "Winterreise", "Equus", "El fantástico mundo de los gnomos", "Bolero", "Así habló Zaratustra", "Hamlet", "West side story", "Scherezade" o "Las cuatro estaciones": afortunadamente la relación de obras es extensísima y, por ello y no sin cierta pena, imposible de reproducir aquí en su integridad.
La suya era una personalidad avasalladoramente fascinante y poliédrica, seductor, creador e intérprete nato, apasionado y musical. Además de ser un excelso bailarín dotado de facultades fuera de lo común, expresividad suprema, generosa e innata empatía con el público -era de aquellos artistas que "pasaban la batería"- y un talento actoral digno de los grandes intérpretes teatrales, fue asimismo un eminente coreógrafo, músico, maestro de danza, diseñó maravillosas escenografías, vestuario y juegos de luces,...
Carme Cavaller y Alfons Rovira en Carmen Alemania 1975 |
En posesión de una inmensa formación intelectual al alcance de pocos, era un bailarín técnicamente infalible muy temperamental pero que jamás caía en el histrionismo y, como se apuntaba antes, un actor sublime capaz de transmitir las máximas emociones con una admirable economía de medios; inolvidables, en este sentido, sus creaciones en el Liceu de los protagonistas de títulos como "Obsesión" (1973, coreografía del propio Rovira con música de Diego Monjo jr.), "Pierrot" (1973, Magrinyà y música de Albert Prats i Trian), "Nochebuna del diablo" (1970, la célebre pieza del compositor Óscar Esplá en la visión de Magrinyà), "El sombrero de tres picos" (1973 y con diversas reposiciones en los años sucesivos, logradísima coreografía de Magrinyà del célebre ballet de Manuel de Falla en la que un sublime Rovira, en la piel del Molinero, regalaba con su Farruca cinco minutos de magia y poesía teatral en que el tiempo se paraba, mostrándose un perfecto maridaje entre el estilo de la danza clásica y la española), "El amor brujo" (1975, Magrinyà y música de Manuel de Falla), "El combate" (1967, versión de Magrinyà del ballet compuesto por Raffaello de Banfield) y "La leyenda de José" (1967, coreografía de Zlata Stepan sobre la partitura compuesta por Richard Strauss). Paralelamente a estas interpretaciones, naturalmente, se sucedían sus intervenciones de lujo en varios de los títulos operísticos que conformaban la temporada liceista -con "Faust", "La Gioconda" y "Aida" en cabeza-, siempre servidos magistralmente por el Ballet Titular del Liceu.
Entrañable asimismo mencionar su participación junto a toda la compañía liceista en la película "El fantástico mundo del doctor Coppelius", una coproducción Estados Unidos-España y adaptación cinematográfica del ballet "Coppélia" de Leo Délibes, rodada en 1966 en Madrid.
Alfons Rovira en El Sombrero de Tres Picos. Teatro Verdi de Trieste 1975 |
Diversos y merecidos premios reconocen su brillante trayectoria, dos especialmente destacables: el Premio de Danza "Mérito artístico y coreográfico al Primer Bailarín Estrella del Ballet del Liceo" otorgado por la empresa liceista (1969) y el Premio Nacional de Teatro de interpretación coreográfica correspondiente a la temporada 1971-72 concedido por el entonces existente Ministerio de Información y Turismo (Asunción Aguadé sería asimismo premiada en idéntica disciplina y en esa misma edición, al propio tiempo que Joan Magrinyà recibiría un Premio Honorífico).
Alfons Rovira y Asunción Aguadé en un descanso de ensayos de El Combate (1967) |
El sincero testimonio de Tomàs Manyosa, quien compartió escenario con Rovira en su época liceista, supone una perfecta y sintética descripción del artista, una especie de declaración de principios (valoración perfectamente asumible por quienes fueron sus compañeros): "Para mí fue un auténtico regalo compartir ensayos y escenario con Alfons; por tanto pude disfrutar en primerísima linea de su técnica virtuosa lo que, junto a su enorme capacidad de transmisión de sentimientos y emociones, lo convirtió en un bailarín irrepetible".
Su proceder era el de todo genio dotado de un talento único y excepcional que vive en su propio mundo: en 1984 Alfons Rovira emprendió un largo viaje de destino incierto. El legado que nos deja es inmenso; es imprescindible y justo que las nuevas generaciones le conozcan.
Estás entre nosotros, permanentemente vivo en nuestro recuerdo. El olvido es la muerte. Gracias, Alfons: imposible olvidarte, imposible no amarte.
Agradecimientos: Carme Cavaller y Tomàs Manyosa
Ilustraciones: Fondo fotográfico de LiceXballet (gracias a Cristina Guinjoan, Asunción Aguadé, Glòria Gella, Maite y Rosa Casellas, Mercè Núñez, Marta Guerrero, Guillermina Coll, Maria Dolors Escriche, Mercè Roca, Toni Savi, Emili Llovera, Margarita Cabero, Francis Valero, Anna Albelda y tantos amigos que, con su generosidad y esfuerzo, han hecho posible esta realidad).
Agradecimientos: Carme Cavaller y Tomàs Manyosa
Alfons Rovira y Carme Cavaller en Viaje de Invierno. Alemania, 1977 |
Ilustraciones: Fondo fotográfico de LiceXballet (gracias a Cristina Guinjoan, Asunción Aguadé, Glòria Gella, Maite y Rosa Casellas, Mercè Núñez, Marta Guerrero, Guillermina Coll, Maria Dolors Escriche, Mercè Roca, Toni Savi, Emili Llovera, Margarita Cabero, Francis Valero, Anna Albelda y tantos amigos que, con su generosidad y esfuerzo, han hecho posible esta realidad).
Un merecido recuerdo a nuestro querido y admirado Alfonso Rovira, Gracias Jordi Pujal, Gracias Carolina Masjuan.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a vosotros, siempre!!!!
ResponderEliminarEsplèndid article recordant al nostre company Alfons Rovira un gran ballari que ens va deixar sense poder fruir de la seva qualitat.
ResponderEliminarHa estat fantàstic poder coneixè'l una mica més. Gràcies per comentar!
EliminarGràcies Jordi per escriure-ho i gràcies Carolina per publicar-ho. Gran article en el qual es transmet la gran personalitat humana i artística de l'Alfons.
ResponderEliminarQuin regal i quin privilegi més grans poder llegir-lo i publicar-lo!! Una abraçada Tomàs!
ResponderEliminarSiempre en mis ojos y en mi corazòn compañero de infancia y de juventud
ResponderEliminarUn placer constatar cuan querido y recordado es... Gracias!
EliminarEste reportaje es algo maravilloso u al leerlo me conmueve el decir que
ResponderEliminarLo es! Ha side un honor y un privilege poder publicarlo. Gracias por comentar 🥰
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